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Los hospitales aceleran el uso de tratamientos experimentales

El rápido deterioro de pacientes con buen pronóstico inicial ha impulsado el cambio de protocolos para evitar ingresos en las unidades de cuidados intensivos

Oriol Güell
Un trabajador sanitario sostiene el 'covidauto', la pruebas del coronavirus que se realiza a pacientes sospechosos de portar el coronavirus, en sus propios vehículos sin que tengan que bajarse de ellos.
Un trabajador sanitario sostiene el 'covidauto', la pruebas del coronavirus que se realiza a pacientes sospechosos de portar el coronavirus, en sus propios vehículos sin que tengan que bajarse de ellos.OSCAR CORRAL

La imperiosa necesidad de frenar el flujo de enfermos de Covid-19 hacia las UCI (unidades de cuidados intensivos) y la observación empírica de que muchos pacientes con buen pronóstico inicial sufren un rápido deterioro ha llevado a los hospitales españoles a acelerar en la última semana el uso de tratamientos experimentales, confirman a EL PAÍS cuatro jefes de servicio de grandes centros públicos. “Se trata de adelantar el inicio del tratamiento en casos con síntomas leves, pero mayores de 60 años o con patologías previas. El objetivo es intervenir antes de que el enfermo desarrolle un cuadro grave mediante una valoración individualizada”, dice Olga Delgado, presidenta de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH).

En la mayoría de las ocasiones se trata de moléculas conocidas y usadas con otras dolencias. Una es la hidroxicloroquina, con décadas de historia y cuya principal indicación es la malaria y la artritis reumatoide. Otro ejemplo es la combinación de los antivirales lopinavir y ritonavir, muy utilizados para contener el VIH. Estos pueden usarse en combinación con el interferón beta, una proteína indicada para la esclerosis múltiple y con efecto protector sobre las células susceptibles de ser atacadas por el coronavirus. “Son tratamientos experimentales que están en estudio en ensayos en marcha. Tienen la ventaja de que son fármacos aprobados para otras indicaciones, por lo que su seguridad se ha establecido y los efectos secundarios son conocidos”, dice Albert Bosch, presidente de la Sociedad Española de Virología.

En casos más graves, se plantea la administración de remdesivir, un antiviral desarrollado para el ébola, pero que aún “no está aprobado ni se ha comercializado”, afirma Delgado. Para acceder a él se necesita la inclusión del enfermo en un ensayo clínico o hacerlo por uso compasivo.

Otro fármaco que se está utilizando para pacientes con daño pulmonar grave es el tocilizumab, un anticuerpo monoclonal de administración intravenosa indicado para pacientes con artritis reumatoide que no han respondido bien a otros tratamientos.

El protocolo del hospital Gregorio Marañón (Madrid), muy parecido al de los otros grandes centros españoles, divide a los pacientes en cuatro grupos. El primero está formado por quienes sufren una “infección leve, sin neumonía” y “sin comorbilidades”. El documento recoge a pie de página que esas otras dolencias que no puede padecer el sujeto para estar en ese grupo son enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer, dolencias hepáticas crónicas o estar inmunodeprimido. También deben ser menores de 60 años.

En este grupo el tratamiento es “sintomático”, ya que “la evolución de los pacientes suele ser buena y se hace de forma domiciliaria”, explica el responsable de enfermedades infecciosas de un gran hospital. El segundo grupo está formado por quienes sufren síntomas leves pero tienen comorbilidades. Este es el grupo que más ha llamado la atención a los facultativos y ha motivado el adelanto de los tratamientos. “Hemos visto casos de evolución rápida hacia cuadros graves en pacientes con un buen estado inicial”, explica este especialista.

El colapso de varias UCI, sobre todo en Madrid, ha impulsado los cambios en los protocolos. “Cada paciente que evitemos que entre en la UCI es aire que damos al sistema. Es una cama libre que otro enfermo está esperando”, añade el responsable de otro gran centro médico. Para estos enfermos, el protocolo del Gregorio Marañón prevé la administración conjunta de hidroxicloroquina y lopinavir con ritonavir.

El tercer grupo de pacientes contemplados en ese protocolo son aquellos que ya han desarrollado neumonía, pero leve. En estos casos, a los fármacos anteriores se añade el interferón beta.

En los pacientes con neumonías más graves, con riesgo de mortalidad, el protocolo indica “valorar” el uso tocilizumab, un “medicamento que se utiliza en caso de distrés respiratorio”, explica la presidenta de la SEFH, Olga Delgado. También se plantea “solicitar” al ministerio el uso del remdesivir, fármaco mucho más restringido.

Situaciones especiales

El uso de medicamentos vinculados a tratamientos experimentales debe hacerse siempre mediante un procedimiento especial que requiere la autorización del paciente y de las autoridades sanitarias. Esto se debe a que, pese a sus prometedores resultados, no han completado todo el recorrido para que un fármaco vea aprobada su indicación para una enfermedad. “No existe actualmente evidencia procedente de ensayos clínicos controlados para recomendar un tratamiento específico para el coronavirus SARS-CoV-2”, recuerda el Ministerio de Sanidad en el protocolo de manejo de los pacientes de la Covid-19. La situación excepcional ha llevado a flexibilizar criterios, sigue el documento de Sanidad. El ministerio recuerda que estos tratamientos experimentales “deberían ser administrados solo en el contexto de ensayos clínicos aprobados o en el marco del uso de medicamentos en situaciones especiales”.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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