11 Nobel de la Paz, contra el cambio climático
Rigoberta Menchú celebra ante sus colegas en México una ceremonia maya para pedir perdón a la Madre Tierra y exigir acciones contundentes contra el calentamiento
Rigoberta Menchú ha pedido tres veces perdón a la Tierra. “Perdón por ensuciarla, perdón por no cuidarla, perdón por destruirla”. La premio Nobel de la Paz (1992) guatemalteca ha participado esta mañana en una protesta organizada en Mérida —en el enclave turístico mexicano de Yucatán— en el marco de la huelga mundial contra el cambio climático. Con una gorra azul para protegerse del intenso sol y soportando un calor de asfixia, Menchú ofició la llamada ceremonia del sagrado fuego, que los mayas celebran cada 20 días para “pedir perdón a la Madre Tierra”. Junto a ella otros diez Nobel de la Paz la seguían en silencio y un grupo de jóvenes miraba con admiración. “No puedo creer que estén aquí, me siento feliz de verlos a unos metros de mí. Se siente que nos escuchan”, dijo emocionada Salma Gómez, de 14 años, y estudiante de tercero de preparatoria, que portaba un cartel que con un mensaje para los líderes globales: “La Tierra no es un gran simulacro”.
Los Nobel de la Paz, que desde el jueves se reúnen en esta hermosa ciudad de rica herencia colonial y maya —un enclave de paz entre la violencia que desangra a México—, se han unido a los jóvenes estudiantes que han detenido el tráfico en el céntrico Pasaje de Montejo, al pie del Monumento a la Patria, para exigir acciones contundentes contra el calentamiento del Planeta. Entre los participantes, Juan Manuel Santos, expresidente de Colombia; Lech Wałęsa, ex presidente de Polonia; el ex primer ministro irlandés David Trimble; Kailash Satyarthi, activista indio por los derechos de los niños; la jurista iraní Shirin Ebadi; las activista yemení Tawakkul Karman y de Liberia Leymah Gbowee y la catedrática estadounidense Jody Williams, encargada de movilizar a sus colegas del Nobel hasta la céntrica plaza. Cada uno ha leído un párrafo de un manifiesto en el que urgen a los líderes mundiales a mantener un mayor compromiso a favor del planeta. “Nos unimos al llamado para terminar con la era de los combustibles fósiles y exigir justicia climática para todos”, dijo Santos. “Estoy muy orgullosa de los jóvenes que están haciendo un gran trabajo para detener el cambio climático. Sé que tienen un gran futuro”, ha dicho a EL PAÍS la Nobel Karman, mientras abrazaba y se tomaba fotos con una juventud que le declaraba su admiración, con quienes al final de la jornada, en una muestra de cariño, gritó en un español entrecortado: “¡Pasa aquí, pasa allá, un planeta limpio ya!”
Hasta esta plaza se ha trasladado también Pilar de la Vega para apoyar a su hija de 12 años. La mujer escuchaba impresionada a los Nobel, apenas asimilando el hecho de que ellos estuvieran ahí, en esa calle de su ciudad. “Me parece maravilloso”, dijo. La mujer ha explicado que trata en su día a día de hacer cambios para contribuir a la conservación de los recursos y evitar el calentamiento global. “Hay que empezar en casa, con acciones pequeñas, como eliminar el plástico, usar menos el auto, comprar autos eléctricos. Son alternativas para evitar la contaminación del ambiente, porque si no le vamos a dejar a nuestros hijos un mundo inhabitable”. A unos pasos estaba Salma, la adolescente de 14 años. “No podemos echarle toda la culpa a los mayores, nosotros desde lo más mínimo tenemos que hacer algo”, dijo. “Me da miedo lo que pueda ocurrir en nuestro planeta. Estamos hablando, pero si nuestras voces no se escuchan, no tiene ningún sentido. Somos el futuro y desde jóvenes tenemos que estar consientes de lo que está pasando”.
Julia Bracamontes, joven activista mexicana, ha sido la encargada de leer la cartilla a los políticos: “Nuestro modelo de sociedad nos está llevando a la autodestrucción, la humanidad se ha quedado ciega, año tras año las estadísticas científicas que predicen una catástrofe se vuelven cada vez más pesimistas, la advertencia de la ONU sobre un Apocalipsis es cada vez más alarmante. Seguimos viviendo como si todo fuera normal, mientras estamos al borde del precipicio. ¿Cómo podemos permanecer pasivos cuando los científicos predicen que pronto estaremos en la sexta extinción masiva? En nombre de las generaciones futuras hacemos este llamado hoy, porque estamos en una emergencia climática, que debemos tratar de manera completa, consiente, inmediata y desde la raíz”. Su compañeros, todos muy jóvenes, muy comprometidos, muy consientes de la catástrofe anunciada, la han ovacionado con un largo aplauso. Es la generación más comprometida con un cambio real. La que sabe, como la joven Salma, que la Tierra no está para simulacros políticos.
Tras las palabras de sus colegas, Rigoberta Menchú, vestida con ropa tradicional maya de hermosos tejidos en rojo, amarillo, gris y azul, ha colocado velas y ramos de flores en el suelo y arrodillada ha pedido tres veces perdón a la Tierra. “Perdón, abuelos y abuelas, porque no hemos cuidado a nuestra madre. Queremos que se sane la madre a la que hemos golpeado. Cada vez que nace un niño le pedimos perdón por todos aquellos que no piden perdón y que siguen dañando la Tierra”.
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