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Alemania debate subir el IVA a la carne para luchar contra el cambio climático

Políticos alemanes discrepan sobre las medidas para reducir el consumo cárnico, que persiguen también el bienestar animal, sin dañar a los productores y consumidores

Empleados trabajan en un matadero en Baja Sajonia, al norte de Alemania.
Empleados trabajan en un matadero en Baja Sajonia, al norte de Alemania.picture alliance (picture alliance via Getty Images)

¿Más impuestos a la carne para luchar contra el cambio climático? ¿En el país del culto a la salchicha y al cerdo asado? Sí. Ese es el debate que estos días agita Alemania, en un clima político dominado por la efervescencia ecologista y en el que los partidos que durante años han minusvalorado las exigencias ambientales, tratan ahora de mostrar una nueva sensibilidad.

“Junto a una tasa al CO2, necesitamos también subir los impuestos sobre la carne […] serían solo unos céntimos más en el kilo de carne, los huevos o la leche”, defendió Thomas Schröder, presidente de la asociación del bienestar animal. Schröder ha lanzado una primera piedra de un debate que en los últimos días ha ido cobrando intensidad. Políticos alemanes de todos los colores se han visto obligados a pronunciarse sobre un tema sensible en un país donde vegetarianos y veganos tienen cada vez más presencia y en el que la gastronomía gira en buena medida en torno a la carne.

En Alemania, la carne se grava con un 7% de IVA reducido y la propuesta pasa por elevarlo hasta el 19%. Evitar que una subida de impuestos como la planteada afecte de manera desigual a los consumidores con rentas más bajas o cómo hacer compensar a los productores para que se reconviertan a la ganadería sostenible son algunos de los dilemas presentes en el debate alemán.

El pronunciamiento político más claro y rotundo a favor de una tasación fue el del portavoz de agricultura de Los Verdes, Friedrich Ostendorff. “Estoy a favor de abolir la reducción del IVA para la carne”, indicó al diario Die Welt y dijo no comprender por qué la carne tenía un IVA del 7% y la leche de avena por ejemplo del 19%. Pero incluso su jefe, el colíder de la formación ecologista, Robert Habeck, compartió el diagnóstico del problema, pero consideró que no tiene sentido plantear una subida de un impuesto en concreto de forma aislada, según declaró al Süddeutsche Zeitung. Abogó a cambio por redefinir todo el sistema fiscal en sintonía con “la gobernanza ambiental y la coherencia social”.

Mientras, políticos de los dos grandes partidos mostraron diferencias incluso dentro de sus filas, dejando en evidencia que es un tema al que le falta maduración política. Mientras los portavoces de agricultura no descartaban una subida de impuestos, otros miembros de los partidos corrían a contradecirles. En el partido socialdemócrata (SPD), socio de coalición en el Gobierno, Carsten Schneider , jefe del grupo parlamentario del SPD aseguró: “no queremos incrementar el IVA, y desde luego no para la comida”. El portavoz de Agricultura del SPD había dejado sin embargo la puerta abierta a la medida.

“Una subida del IVA no ayudará al bienestar animal, solo encarecerá la carne”, zanjó por su parte Markus Blume, secretario general de los conservadores bávaros, la CSU. Albert Stegemann, portavoz de agricultura del partido conservador (CDU), consideró que la propuesta podría ser “constructiva”, pero advirtió de que los ingresos deberían destinarse a apoyar a la reconversión del sector. Los Liberales, La Izquierda y Alternativa por Alemania, la ultraderecha, discrepan también de semejante medida.

La ministra alemana de Agricultura, Julia Klöckner, del partido conservador, dio la bienvenida al debate al considerar que “muestra que hay una cierta sensibilidad en torno al hecho de que el bienestar animal cuesta dinero”, citando la necesidad de inversión en la reconversión de establos, pero descartó que un gravamen sea el único camino. No ofreció sin embargo alternativas concretas y recordó que el consumidor también tiene en su mano mucho poder a la hora de elegir qué tipo de carne consume.

Solo en los seis primeros meses de 2019, de los mataderos alemanes salieron 3,9 millones de toneladas de carne, incluida la de aves. Esto supone un ligero descenso del 2,6% -102.700 toneladas- respecto al mismo periodo del año anterior. El cerdo, con 25,9 millones de animales sacrificados es, de lejos, la principal fuente de alimentación cárnica en el país. En 2018, en Alemania se produjeron un total de ocho millones de toneladas de carne, según la misma fuente.

El informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático presentado el jueves hace especial hincapié en el papel de la alimentación en el calentamiento del planeta. El uso de la tierra, capaz de absorber C02 a través de las plantas y las emisiones de metano del ganado, un gas muy contaminante es otro de los argumentos de los ambientalistas a favor de reducir el consumo de carne. Las cifras que aporta el Ministerio de Medio Ambiente alemán son meridianas. Las emisiones que genera la producción de un kilo de verduras ascienden a 153 gramos de CO2 equivalente, mientras que la de un kilo de carne de ternera genera 13.311 gramos. Junto al cambio climático, el bienestar animal es una de las crecientes preocupaciones de los consumidores alemanes y el principal argumento que se esgrime en el actual debate sobre el precio de la carne.

Otros países europeos

La asociación alemana de productores agrícolas no ve con buenos ojos la propuesta fiscal, por considerar que son los productores y no las autoridades quienes necesitan más fondos. “Ni el bienestar animal ni la protección del clima se beneficiará si los ganaderos alemanes continúan invirtiendo en mejorar los estándares y al mercado llegan productos con menos garantías a menor precio de otros países europeos”, han indicado en un comunicado.

Y fuera de los despachos, defensores y detractores de limitar el consumo de carne han convertido las redes sociales estos días en un hervidero. Serap Güler, una política conservadora del oeste del país colgaba por ejemplo en Twitter una foto de una oferta de un supermercado que ofrecía un kilo de carne picada por 4,99 euros. “Tal vez debamos pensar en un precio mínimo de la carne en lugar de en un impuesto”, escribía en la red social.

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