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Dos meses de angustia buscando a Matilde Muñoz, asesinada en el hotel de Indonesia donde se alojaba

El cadáver de la mujer fue hallado en una playa cercana al alojamiento, después de la presión de familia y amigas

La turista española Matilde Muñoz, en una foto cedida por la familia.
Rebeca Carranco

Sus amigas enseguida tuvieron claro que Matilde Muñoz, la turista gallega desaparecida en Indonesia, no se había esfumado por voluntad propia. No existía la opción, decían, que de repente, sin haber avisado, no escribiese en sus redes sociales y no respondiese a los mensajes. Aunque era trotamundos, había construido una red sólida de amigas viajeras con las que permanecía en contacto y con las que quedaba, por distintos países de Asia, a medida que podían. Ellas y su sobrino investigaron y presionaron para que buscasen a Mati, como la llamaban, en la zona de Senggigi, en la isla de Lombok, donde se la vio por última vez. El sábado, cuando hacía casi dos meses de su desaparición, y después de duros reproches y críticas a las autoridades españolas, la policía indonesia halló su cadáver en una playa cercana al hotel en el que se alojaba. Como sospechaban sus seres queridos, la asesinaron en el interior de su habitación para robarle.

“Hemos hecho de investigadores, nos hemos devanado los sesos. ¿Y ellos qué han hecho?“, se pregunta Ana Jorba, una de las amigas de Matilde que dio la voz de alarma, en un escrito en su muro de Facebook. Entre todas, empezaron a reseguir sus pasos por Asia y llegaron a la conclusión de que ya no sale con vida del hotel donde se alojaba, el Bumi Aditya, el 1 de julio, cuando ya no responde a nadie. ”Nuestra teoría es que pasa algo en el hotel”, aseguró a este diario Olga Marín, de la familia viajera de Matilde, cuando aún no habían encontrado el cadáver. Ella puso la primera denuncia por su desaparición en España, el 28 de julio, en la comisaría de Sant Feliu de Guíxols (Girona) de los Mossos d’Esquadra.

En Indonesia, la investigación arrancó formalmente el 13 de agosto, después de una petición por escrito de la Embajada de España en el país. Las primeras gestiones de la policía en la isla apuntaban a que Matilde no había salido de Indonesia. Nada que sorprendiese al grupo de amigas, que por su cuenta había ido mucho más lejos. Sospechaban del hotel, después de que una trabajadora les enseñase una foto de un mensaje enviado desde el número de teléfono de Matilde donde decía que se había ido a Laos. Era del 6 de julio, cuando ya no contestaba a ninguna de sus amigas. “¿Iba a escribirle a ella y no a nosotros?“, se preguntaban entonces Olga. Y encima estaba plagado de faltas de ortografía, que Matilde no cometía cuando escribía en inglés. Todo lo que pedían, insistían, es que alguna autoridad española se desplazase a Lombok.

La playa Alberto en Senggigi, donde encontraron el cadáver de Matilde Muñoz.

“Durante dos meses enteros tu familia y tus amigos vivimos entre la angustia y la esperanza. Cada día nos despertábamos deseando que aparecieras en alguna playa escondida de Lombok, con tu sonrisa tranquila, tu mirada curiosa y tu mochila cargada de recuerdos”, la despide Aarti Fernández, otra de sus amigas que la conoció hace tres años. Emocionada, le cuesta encontrar las palabras para describir la impotencia y la frustración que siente. Porque desde el principio, insiste, sabían que Matilde no había desaparecido por voluntad propia y que no podía estar muy lejos del hotel, en el que ya se había alojado en otras ocasiones.

Si la investigación de la policía indonesia apenas avanzaba, un periodista desplazado a Lombok, Joaquín Campos, llevaba a la familia viajera de Mati las novedades del caso que descubría: sus pertenencias halladas casi dos meses después en un vertedero, un pendiente bajo la cama de su habitación... “Olvídate de esperar que te informen, que muevan el culo de sus cómodas sillas y despachos, que te respondan a un email, a una llamada sobre alguna averiguación...”, sigue Ana Jorba, en su escrito de queja en Facebook sobre la información que obtenían de manera oficial.

Mientras sus amigas la buscaban y denunciaban en Cataluña, el sobrino de Matilde, hijo del único hermano que le quedaba, Ignacio Vilariño, presentó también una denuncia en Alcalá de Henares (Madrid). Ninguno sabía de la existencia del otro, pero con la desaparición de Matilde se unieron, e hicieron un frente común para encontrarla en Indonesia, según contó Olga. Crearon grupos de WhatsApp, y desde ahí fueron gestionando, por una parte, las novedades en su propia investigación, y por otra, el trato con los medios de comunicación.

La situación estalló la noche del viernes, cuando el sobrino de Matilde hizo llegar a los medios un mensaje muy crítico, en el que exigía que el ministerio del Interior y el de Asuntos Exteriores movilizase los “recursos necesarios para encontrar a esa maravillosa persona que seguro descansa cerca del hotel, en un lodazal, bajo piedras o en un vertedero, sin que nadie mueva un dedo”. El hombre criticó la “ineficacia, dejadez y mala praxis de las autoridades españolas”, incluyendo a todos los estamentos que “deberían dar amparo” a un ciudadano “con serios problemas en el exterior, desaparecido o asesinado”. La Embajada en España en Yakarta supo de la desaparición el 26 de julio, y desde entonces mantuvo contacto “constante” con la familia, según explican fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores. Les indicaron que denunciasen en España, y por su parte informaron verbalmente al Ministerio de Asuntos Exteriores indonesio. También presentaron una denuncia ante la policía de Yakarta, estuvieron en contacto con la de Lombok, y mantuvieron una reunión con Interpol para informar de la desaparición. Asimismo, esas mismas fuentes aseguran que la Embajada contactó con el hotel de Matilde, y la buscó en hospitales de la zona, sin éxito.

Al día siguiente, sábado 30 de agosto, prácticamente dos meses después de la desaparición de Matilde, su familia y sus amigos recibieron la noticia que temían desde el principio: la policía indonesia había dado con el cadáver de Matilde, en la playa Alberto del municipio de Singgigi, a un escaso kilómetro del hotel donde se alojaba. Dos hombres, de 30 y 34 años fueron detenidos, acusados de “homicidio premeditado y robo con violencia”. Ambos confesaron haberse colado por la ventana de su habitación con la intención de robarle y haberla asfixiado, según una nota de prensa de la policía del país recogida por Efe.

Los dos detenidos por el asesinato de Matilde Muñoz, en una fotografía difundida por la policía indonesia.

Preguntadas por este diario, las amigas de Matilde sopesan si toman alguna medida contra conjunta después de que la hayan encontrado muerta. “Estamos esperando la autopsia”, asegura Olga Marín, que considera que la cuestión que recae en su familia. Aarti intenta todavía recuperarse de la avalancha de información de las últimas horas. “Frustrante, indignante, decepcionante... Así ha sido toda la gestión del caso de Matilde Muñoz desaparecida hace dos meses en Lombok”, sentencia Ana Jorba, que considera que todos los organismos implicados en su búsqueda han actuado “tarde y mal”. “Al menos me queda el consuelo de que ya estaba muerta cuando “iban a empezar a actuar”... Que si llega a morir por ese tiempo de espera de actuación inexistente y negligente...“, añade en su escrito de denuncia.

Matilde, azafata de vuelo ya jubilada, con su residencia en Mallorca, fue siempre una “viajera incansable, una mujer fuerte y luminosa”, la describe Aarti. Consigo llevaba siempre una mochila, donde además de libros y mapas, guardaba “risas que se contagiaban, consejos que siempre llegaban en el momento justo”. Y la despide así: “Nos mostraste que viajar no era solo recorrer paisajes, sino también descubrir personas, compartir momentos, escuchar, aprender y dejar huellas en cada lugar”.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.
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