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Las mujeres de la música chilena se unen contra el machismo

Distintos colectivos de profesionales discuten y denuncian el maltrato que sufren en una industria controlada por los hombres

Jovenes chilenas sostienen pancartas contra la violencia de género en la marcha del 8-M pasado, en Santiago.
Jovenes chilenas sostienen pancartas contra la violencia de género en la marcha del 8-M pasado, en Santiago.AFP
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El 17 de febrero de 2019, al final de su espectáculo en la ciudad de Puerto Varas (sur), la cantante chilena Camila Gallardo, de 22 años, recibió sobre el escenario el saludo del alcalde Ramón Bahamonde. El político le entregó un galvano de recuerdo, pero también la tomó de la cabeza para besarla en la mejilla izquierda. Los testigos del hecho dicen que Bahamonde intentó darle un beso en la boca y ella, sin aludir directamente a la maniobra, publicó en redes sociales mensajes que contenían frases como "no son tiempos fáciles para nosotras las mujeres" y "nadie, absolutamente nadie -no importa su autoridad- está más allá de nuestra dignidad. La violencia la vivimos todas y en todos lugares".

El video del beso fallido del alcalde se viralizó en redes sociales y fue tema de debate nacional. Mientras el alcalde Bahamonde negaba la acusación y pedía disculpas de la intérprete -a quién se refirió como “la niñita”- el Gobierno se sumó a la discusión. La ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, respaldó a "Camila y a cualquier mujer que se haya sentido ofendida o agredida en su integridad física o emocional por un acto de connotación sexual que no ha sido consentido”. Aunque días después fue opacada por la exitosa presentación de Cami -como también se le conoce- en el Festival de Viña del Mar, la anécdota muestra que el mundo del espectáculo no es una excepción dentro de las distintas formas de violencia que enfrentan las mujeres chilenas día a día.

Con esa idea como centro, una veintena de trabajadoras de la música independiente chilena se juntó a conversar durante un domingo de 2017. En el grupo habían periodistas, fotógrafas, diseñadoras e intérpretes que fueron contando una a una las malas experiencias que les habían ocurrido mientras ejercían sus labores en tocatas (conciertos de público reducido). Parte de las conversaciones derivaron en una serie de cinco reportajes publicadas por la revista POTQ bajo el título Cuando ella habla, escucho la revolución. Allí se leen crudos relatos de abuso y machismo cotidiano protagonizado por hombres de la escena underground que semana a semana organizan eventos en Santiago. Bárbara Carvacho -periodista y una de las asistentes al encuentro- define la conversación como un proceso en que se dieron cuenta de que “estábamos tapadas de violencia sistemática”. “Nos fuimos dando cuenta de que el aliado de una era el agresor de otra”, dice.

Red Muchacha

La jornada de diálogo entre mujeres que se veían seguido, pero sin conocerse mayormente, derivó luego en Muchacha, una red conformada por trabajadoras de la música. “No podíamos estar llorando todos los fines de semana y esperando respuestas que nadie nos iba a dar”, explica Carvacho. Con poco más de un año de vida, el trabajo ha servido para reflexionar sobre las manifestaciones del machismo recurrentes, como la falta de mujeres en cargos directivos en la industria de la música y otros asuntos más cotidianos.

“Es sumamente difícil ir a cubrir (o trabajar) en una tocata que va a empezar a las 2 de la mañana y no saber cómo volver a mi casa”, dice Carvacho. También se aborda el miedo de las chicas que deben entrar al estudio de grabación, un reducto mayoritariamente masculino: “No sabes si vas a salir viva de allí o vas a salir sin ninguna huella de abuso... más allá del mansplaining constante que hay en la música, como si no nos perteneciera”, reflexiona.

La red Muchacha dedica su esfuerzo a la primera encuesta sobre acoso y abuso en espectáculos de música en vivo que se hace en Chile. La idea es que los resultados sirvan de insumo para elaborar después un protocolo que será entregado a las productoras de grandes conciertos y así evitar episodios como el que ocurrió en el Lollapalooza del año pasado, cuando varias jóvenes -muchas de ellas menores de edad- denunciaron haber sido toqueteadas en la antesala de la presentación de Camila Cabello.

El machismo también tiene respuesta desde la música chilena masiva. Desde 2016, la cantante pop Francisca Valenzuela produce Ruidosa, un festival que incluye foros de discusión, talleres de baile, stand up comedy y conciertos en torno a la participación de la mujer en la industria. Además de Chile, el evento se ha celebrado en Estados Unidos y México. El 11 de abril, en tanto, debutó en Perú con la participación del colectivo ruso Pussy Riot. En una entrevista de 2017, la artista explicó a EL PAÍS que el objetivo de la actividad es “que se compartan testimonios que nos permitan diagnosticar problemáticas de género y terminar con el machismo. El envoltorio seductor de un festival da lugar a poder aterrizar estos conflictos”.

Dentro de ese envoltorio, Ruidosa aborda verdades duras, como en el análisis que se hizo sobre 66 de los principales festivales musicales celebrados en América Latina entre 2016 y 2018 : la participación femenina alcanza sólo un 10,1% y el apartado de "bandas mixtas" donde participa al menos una mujer es de 13,9%.

En medio de todos estos esfuerzos, la música femenina chilena pasa por un buen momento. A figuras reconocidas internacionalmente como Javiera Mena, Mon Laferte o la propia Francisca Valenzuela se suman de a poco estrellas emergentes como Camila Gallardo o Paloma Mami, la última sensación del trap latinoamericano. Eso sí, la periodista Bárbara Carvacho hace una observación: “Aunque se hable de buenos discos de músicas, actualmente los están produciendo hombres”.

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