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La gran ola que cambia Chile empezó en la universidad

Las estudiantes se movilizan por una educación no sexista y contra todas las formas de violencia hacia la mujer

Rocío Montes
Decenas de mujeres realizan una manifestación el viernes en la tradicional Plaza Italia de Santiago a favor del aborto
Decenas de mujeres realizan una manifestación el viernes en la tradicional Plaza Italia de Santiago a favor del aborto Alberto Valdés (EFE)
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La nueva ola feminista chilena se gestaba hace años, pero la revolución silenciosa dejó de serlo: el 16 de mayo pasado, unas 150.000 mujeres salieron a las calles de Santiago de Chile y otras 50.000 en diferentes ciudades bajo el lema contra la violencia machista, educación no sexista. La rebelión fue empujada por el movimiento Me too, contra el acoso de académicos en las universidades, la muerte por abusos sexuales de una niña de un año y ocho meses y por las expresiones de quien era ministro de Educación, Gerardo Varela, que señaló que sus hijos eran “campeones” por usar más de tres condones.

Entre abril y agosto, las estudiantes de una cincuentena de universidades ocuparon sus establecimientos o paralizaron las actividades en protesta contra todas las formas de violencia hacia la mujer. Las universitarias y las jóvenes se convirtieron en la punta de lanza de un movimiento que logró visibilizar el machismo incrustado en la idiosincrasia nacional.

“Las movilizaciones de mujeres este año han sido verdaderamente inéditas. En Chile se habían producido antes ciclos de movilización masiva de mujeres, a mitad del siglo XX y en la década de los ochenta, pero es la primera vez que ocurren tras demandas y consignas exclusivamente feministas”, relata Marcela Ríos, representante adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La imagen de una universitaria sin sujetador junto a una estatua de Juan Pablo II, en uno de los patios de la conservadora Pontificia Universidad Católica, graficó la indignación de las estudiantes chilenas y se convirtió en el símbolo de lo que fue bautizado como mayo feminista. Alumnas de Derecho de esa casa de estudio, en medio de las protestas, develaron lo que tenían que escuchar por parte de sus profesores: “Señorita, ¿qué hace con ese escote? ¿Usted vino a dar una prueba oral o a que la ordeñen?”.

Pero la protesta se propagó fuera de las aulas y se hizo transversal. “Nadie vio venir que con este movimiento no solo se iban a identificar las comunidades educativas, sino que muchas de nuestras madres y abuelas. La violencia de género no solo afecta a las mujeres en las universidades, sino que en todos los planos de la vida. Las chilenas se levantaron contra el patriarcado en que estamos inmersas”, indica Araceli Farías, vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica.

Las jóvenes consiguieron que sus respectivas instituciones educacionales comenzaran a atender sus demandas. La Universidad de Chile, la pública de mayor importancia y antigüedad en el país, generó políticas integrales de prevención de violencia y acoso sexual, junto con medidas antidiscriminatorias. Una de las principales conquistas, sin embargo, ha sido el cambio de paradigma: “El machismo ahora es condenado públicamente y en todas sus dimensiones. Nuestros compañeros, padres y profesores comienzan a cuestionar sus comportamientos machistas”, relata Farías.

A diferencia de lo que ocurría hace un año, las miradas impúdicas, los comentarios obscenos y los malos tratos hacia las mujeres en Chile no pasan inadvertidos ni en los espacios públicos ni privados. Se han conocido los abusos cometidos por conocidos directores de teatro o de cine. De acuerdo a la Dirección del Trabajo, las denuncias por acoso sexual en ámbitos laborales crecieron un 51% en el primer semestre. “Existe una mayor conciencia y rechazo de la violencia contra las mujeres. Se ha develado la violencia sexual como un ejercicio de poder, desmontado su naturalización y denunciado las múltiples complicidades que la sustentan”, explica Camila Maturana de Corporación Humanas.

El movimiento feminista chileno no se detiene, porque existe consenso en que falta mucho para acercarse a la igualdad. Pero en el Parlamento se estudian diversos proyectos de ley en favor de las mujeres y el Gobierno de Sebastián Piñera, en medio de la ola feminista, presentó una agenda de medidas para corregir las disparidades. El mandatario hizo un mea culpa por su machismo: “Yo también he cometido errores y haré todos los esfuerzos para corregirlos”.

Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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