Más de un millar de ciudades del mundo se suman a la revuelta generacional por el cambio climático
En España, donde aún no ha calado el movimiento, hay convocadas concentraciones en 50 capitales
Las señales del impacto del cambio climático se agolpan alrededor del mundo. Y los jóvenes han dicho basta. Pertenecen a una generación que recibe como herencia un problema que ellos no han creado. Este viernes están saliendo a denunciarlo en más de un millar de ciudades del planeta (unas 50 en España). Protestan contra la inacción de los Gobiernos ante una crisis ambiental que ya no se puede revertir pero sí mitigar. La solución para que el calentamiento no tenga consecuencias tan devastadoras se conoce: eliminar los gases de efecto invernadero de la economía, según exponen la mayoría de los científicos.
"Los políticos no están haciendo lo suficiente", se lamenta desde Adelaida (Australia) Tomás Webster Arbizu, de 13 años. Este adolescente es uno de los miembros en su ciudad del movimiento Friday for Future, que se inspira en Greta Thunberg, la joven sueca que en agosto decidió parar todos los viernes como protesta por la falta de ambición de su país ante el calentamiento global.
Su gesto se fue contagiando a otros chicos a lo largo del planeta. Australia fue uno de los países en los que primero prendió la protesta. En noviembre se celebró una primera gran huelga. 15.000 personas participaron en las concentraciones, recuerda Webster por teléfono. Cuatro meses después, los organizadores esperan que se duplique la asistencia. Y ya no se trata de un movimiento de carteles cutres y lemas pintados de colores. Webster explica que tienen un listado de 30 peticiones concretas para su Gobierno. Enumera las más importantes: "Se debe impedir que se abra la mina de carbón de Carmichael, que sería la más grande del hemisferio sur. Se debe frenar la producción de combustibles fósiles en el país y en Australia en 2030 toda la energía debe ser renovable".
Mientras que en muchos países, como Australia, las protestas han sido ya masivas, en España las pocas concentraciones que se han celebrado apenas han reunido a algunos centenares de estudiantes. Y eso que, según el CIS de noviembre –que realizó varias preguntas sobre el cambio climático– parece que no hay muchas dudas sobre el problema. Hasta el 83,4% de los encuestados para ese sondeo sostuvo que existe el cambio climático y hasta un 93,4% de ellos consideró que la acción del hombre influye mucho o bastante en ese calentamiento.
La prueba de fuego para el movimiento será este viernes en España. Algunos datos parecen apuntar a la concienciación de los jóvenes. "En España, desde hace casi un año, en los estudios de opinión se ve que entre las principales preocupaciones los jóvenes figuran, además de la igualdad, el cambio climático", apunta Belén Barreiro, socióloga y directora de 40dB. Y esa preocupación disminuye cuanto mayor es la edad del encuestado, añade. Barreiro considera que este puede ser un rasgo distintivo de esa generación y que se puede achacar a que "se han socializado" en un mundo cargado de información sobre los efectos del cambio climático. "Cada vez la información es más clara sobre el cambio climático", añade Barreiro.
En los últimos años son incontables los estudios e informaciones sobre las señales del cambio climático. Y no se trata de avisos de lo que podrá ocurrir en el futuro, sino de lo que está ocurriendo ya. Por ejemplo, durante el último decenio se han dado en el planeta ocho de los 10 años más cálidos desde que hay registros fiables. Esos registros datan de finales del XIX, de la segunda Revolución Industrial, cuando se empezó a torcer la salud del planeta. En las zonas desarrolladas del mundo, gracias a los avances tecnológicos, el ser humano ha alcanzado un nivel de bienestar inédito. Pero el crecimiento se ha basado en unos combustibles fósiles –carbón, petróleo y gas natural– que al quemarse liberan los gases de efecto invernadero que guardaban en su interior.
LAS CIFRAS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL
La masiva quema de esos combustibles, aunque arrancó con la Revolución Industrial, no se disparó hasta los años cincuenta del siglo pasado. “La gran aceleración se produce a partir de la II Guerra Mundial, cuando se dispara el consumo de combustibles fósiles, los daños ambientales, el uso de agua”, explica Amaranta Herrero, profesora de Sociología Ambiental en la Universidad Autónoma de Barcelona. Esta docente e investigadora es una de las promotoras de un escrito de apoyo a la protesta de este viernes que han firmado unas 300 personas ligadas al mundo científico.
La alianza entre la ciencia y los jóvenes es otro de los rasgos diferenciadores de esta protesta. En Alemania –donde también se han producido nutridas manifestaciones en las últimas semanas– hasta 12.000 científicos han firmado un escrito similar. "Existe un desfase gigante entre el consenso científico sobre el cambio climático y la falta de acción de los políticos", señala la investigadora Herrero. "Desde la comunidad científica nos preguntábamos cómo no reaccionaba la sociedad. Hay un consenso científico brutal y hay que gritarlo", añade.
La ciencia señala, por ejemplo, a una concentración en la atmósfera de dióxido de carbono –el principal gas de efecto invernadero– que se ha disparado más de un 30% desde 1960. “Las pruebas del cambio climático actual son inequívocas (...) Desde 1880 la temperatura media de la superficie mundial ha aumentado entre 0,8 y 1,2 grados”, recordaba esta semana el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La ONU advertía también del incremento en la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos –como inundaciones o sequías– asociados al cambio climático que ya se está produciendo.
"Estamos preocupadas por nuestro futuro. Nos hemos encontrado un mundo diferente al que se encontraron nuestras madres y abuelas", resume Gemma Barricarte, de 25 años y una de las estudiantes promotoras de las protestas en Barcelona.
La docente Amaranta Herrero, habla del concepto de "justicia intergeneracional" para referirse a este movimiento estudiantil que, como el cambio climático, es global. "Ellos no han causado el problema y se lo van a comer con patatas", añade.
"Los Gobiernos se comprometen a cosas y luego no cumplen", apunta Gemma Barricarte sobre los motivos de la protesta. Naciones Unidas ha vuelto a advertir esta semana de que los planes de recortes de emisiones de gases de efecto invernadero que han propuesto los países no son suficientes. Se necesita que aumenten mucho más esos compromisos. "No vamos a parar hasta conseguirlo", dice esta estudiante catalana.
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