El polémico negocio de los niños ‘youtubers’
El enorme potencial de la audiencia infantil y adolescente propicia la aparición de una industria, sin una regulación clara, en torno a los menores que triunfan en la plataforma
El día que a Sonia Gutiérrez su hija le vino diciendo que quería ser youtuber no sabía bien de lo que le estaba hablando. Casi cuatro años después ella misma tiene un canal y su hija, Silvia Sánchez, supera los 800.000 suscriptores. El éxito de esta malagueña de 12 años le ha abierto incluso las puertas de la editorial Destino, que el 2 de abril publicará su primer libro, Todo sobre mí.
En España existen unos 1.300 canales de YouTube dirigidos al público infantil, que generan 5,6 billones de reproducciones al mes, según 2btube, la principal empresa española de canales de YouTube. "De dos a cinco años, por datos de Google, el 64% de los niños usan YouTube, y a partir de los seis y siete años empiezan a seguir a niños, ya es la celebrity la que se convierte en su guía", explica Andrea Santamaría, responsable de acciones comerciales de talentos infantiles. "Trabajamos con niños desde los seis años para hacer distintos tipos de contenido", añade. Este contenido varía según el perfil del youtuber: parodias, unboxing (desempaquetar productos) o retos temáticos que viajan de una cuenta a otra. A través de ellos los niños muestran su vida diaria, la relación con los padres, que muchas veces aparecen en pantalla, viajes familiares o encuentros con otros youtubers.
Los riesgos de la sobreexposición de los menores 'youtubers'
La psicóloga Silvia Álava advierte de que los niños y adolescentes que triunfan en YouTube no están preparados para asimilar la presión mediática. Lea aquí la entrevista
El enorme potencial de la audiencia infantil y adolescente ha propiciado la aparición de una creciente industria en torno a estos creadores menores de edad, convertidos en prescriptores para las marcas. Tanto que algunos ya contratan agencias de representación, al más puro estilo Hollywood.
La clasificación española de Socialblade, una de las herramientas de referencia para medir el grado de influencia en la red, está liderada por el canal Las Ratitas, una cuenta protagonizada por Claudia y Gisele, dos hermanas catalanas de seis y siete años que superan los 11 millones de suscriptores, consideradas más influyentes que estrellas de YouTube como Vegetta777 o El Rubius y que potencias del consumo infantil como Disney Junior o Pocoyó.
Este canal, gestionado por sus padres, Mireia Martínez y Lluis Itarte, también youtubers, se ha llevado una reprimenda del Consejo Audiovisual de Cataluña que, en su último informe, alerta de un aumento de los estereotipos femeninos en los anuncios de juguetes en televisión e incluye por primera vez en su análisis a los canales de YouTube que publicitan estos productos. El organismo pone como ejemplo el vídeo Las Ratitas se maquillan y se van a la disco a bailar, donde parodian a dos adolescentes que se preparan para salir, que ha superado las 40 millones de visualizaciones.
La llamada de atención la ha acentuado Javier Urra, quien fuera Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid entre 1996 y 2001 y presidente de la red europea de esta figura entre 1999 y 2001. Urra, psicólogo forense, ha pedido a la Fiscalía de menores de Barcelona que actúe de oficio contra este canal. "La Fiscalía debe averiguar si ha habido ingresos económicos y si ha habido una utilización ilegítima de los hijos. Los niños no pertenecen a los padres. En caso de que fueran una fuente encubierta de ingresos, sería una actividad ilegítima y la Fiscalía podría perseguirles", señala Urra.
"Ahora los padres cuelgan fotos de sus hijos en las redes sociales, desde la primera ecografía hasta imágenes de la obra de teatro del colegio. ¿Pero es un derecho de los padres? ¿O la intimidad, el honor y la dignidad de los niños les pertenece a ellos? ¿Dónde está el límite? En mi opinión, hay una clara diferencia entre subir fotos y disponer de un canal con millones de seguidores", prosigue el ex Defensor del Menor. "Los padres pueden actuar pensando que lo que hacen es bueno para los niños. Yo pediría más sentido común y que se respete la infancia. Ya habrá tiempo de sobreexposición", sostiene.
En España, los menores de 14 años solo pueden abrir una cuenta de Google supervisada por sus padres, algo imprescindible para poner en marcha un canal en YouTube. "Evidentemente, un niño pequeño no es consciente de lo que hace, son sus padres quienes ejercen la patria potestad. En caso de que se perjudique al menor, a su integridad o desarrollo emocional, deberá intervenir la Fiscalía en defensa de sus derechos", apunta la abogada Ana Belén Spínola, especialista en derecho penal, familia y nuevas tecnologías. "La Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor ampara a los niños. Y la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales también regula la protección de los menores en Internet", explica la letrada.
"A partir de los seis años los niños empiezan a seguir a ‘celebrities"
"Estamos hablando de niños youtubers y eso a muchos nos alarma, pero en YouTube hay más ejemplos buenos que malos" indica María Zabala, consultora de comunicación especializada en alfabetización digital. "La exposición pública del menor no es algo nuevo. Ni la instrumentalización ni la monetización. Solo la mayor amplitud de formatos y plataformas. Los niños youtubers de hoy son los actores o cantantes infantiles del pasado", añade Zabala, a quien le preocupa que estos casos distorsione las oportunidades creativas que brinda YouTube.
Lo cierto es que, como apunta Spínola, la legislación no contempla de forma expresa el caso de los menores que salen en redes sociales, ya que el Real Decreto que regula su trabajo en espectáculos artísticos o de exhibición es de 1985. En estos casos solo se permite si dicha participación no supone un peligro para su salud física ni para su formación profesional y humana, y tiene que existir una autorización previa. "Yo entiendo que, en el espíritu de la norma, se podría extender a las nuevas formas de exhibición", puntualiza.
"Si hubiera regulación, si pudiéramos dar de alta a los niños como en el cine o la televisión, sabríamos a qué atenernos", reclama Antonio Muñoz de Mesa, presentador de televisión y padre de Hugo Marker, youtuber de 13 años con más de medio millón de suscriptores en un canal dedicado principalmente al fútbol y a la retransmisión de partidas de Fortnite. Todo empezó cuando decidieron subir vídeos de su vida en Estados Unidos para su familia en España. "De repente, haciendo un unboxing de las botas de Neymar, el canal explotó", recuerda Hugo en la buhardilla de su casa, en Majadahonda, donde tiene montado un pequeño estudio de grabación. A partir de ese momento, la temática se fue repitiendo: retos, productos, videojuegos. Muchas marcas. "Pero no es siempre publicidad", matiza el padre, que está volcado en el canal de su hijo, a quien acompaña en todo momento. "No hacemos publicidad de productos que no utilizamos".
"Los niños youtubers de hoy son los actores o cantantes infantiles del pasado"
La publicidad es otro de los terrenos pantanosos. Desde 2btube explican que hay varias vías para "monetizar" estos canales. El primero, a través de YouTube, que paga según las visualizaciones y unos determinados algoritmos; y luego están los ingresos por publicidad y por contenido patrocinado. "La horquilla de lo que ganan al mes es muy amplia, puede ir de nada a 20.000 euros", expone Andrea Santamaría sin dar cifras concretas. "Una vez que se vuelven celebrities se convierten en una marca y es una marca licenciable. Ahora mismo está el boom de los libros y poco a poco se irá extendiendo a otras categorías, como merchandising, juguetes o ropa".
Spínola pone un límite claro: "Se instrumentaliza al menor cuando no se mira por su interés, sino por el de los padres, cuando se utiliza al niño para que los progenitores obtengan unos ingresos. En ese caso se les obliga a realizar determinadas actividades que para ellos ya no son un divertimento, sino un trabajo. Esto debe ser perseguido".
El padre de Hugo calcula que desde que abrió su canal ha generado una media de 300 euros mensuales. Lo máximo que le han pagado por publicidad, con un vídeo dedicado a la promoción de una película, fueron 2.500 euros. "Pero para mi hijo es otra cosa. Es una manera de maduración en una profesión que le interesa", sostiene Muñoz de Mesa sobre Hugo, que quiere dedicarse a la televisión y ya ha participado en una serie.
Silvia Sánchez también ha cruzado en un par de ocasiones de YouTube a la pequeña pantalla tradicional, algo que su madre ve como una oportunidad. "Es bueno para ella y para su futuro. Empezó grabándome a mí y ahora edita sus propios vídeos", señala, antes de añadir: "El dinero va directo a su cartilla para los estudios".
YouTube, una infinita fuente de información y aprendizaje
Aunque a muchos padres les inquiete ver cómo sus hijos, desde pequeños, se enganchan a YouTube, los expertos recuerdan que hay muchos contenidos positivos, y en un formato atractivo para ellos, que les enseñan, despiertan sus inquietudes sociales o su curiosidad por lo que sucede en el mundo, e incluso les ayudan a mejorar su inglés ya que si les interesa, los ven aunque sea en otro idioma. Lo importante es que “los adultos ayuden a los niños a poner contexto a lo que creen, compartan o consuman”, opina María Zabala, consultora de comunicación.
Canales de niños que hacen experimentos y manualidades, como FullTimeKid; de jóvenes que recomiendan libros o películas, como El coleccionista de Mundos; de profesores de matemáticas, como David Calle; de viajes, como Luisito Comunica; o de tutoriales para construir en Minecraft, como Archelaus, son algunos ejemplos.
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