El matrimonio Turpin se declara culpable de secuestrar y torturar a 12 hijos durante toda su vida
Los padres acusados de mantener a sus hijos en condiciones inhumanas llegan a un acuerdo con la fiscalía para evitar el juicio y pasarán al menos 25 años en prisión
La historia de terror del matrimonio Turpin, que mantuvo encerrados en condiciones inhumanas a 12 de sus hijos durante toda su vida, acabó este viernes cuando se declararon culpables en un juzgado de Riverside, California, en un acuerdo judicial por el que pasarán el resto de su vida en la cárcel. La fiscalía, que había presentado pruebas estremecedoras contra la pareja, reconoció que el principal incentivo para aceptar un acuerdo de culpabilidad era evitar que los niños tuvieran que declarar en el juicio.
Louise Ann Turpin, de 50 años, y David Allen Turpin, de 57, fueron detenidos en enero de 2018 en su casa de Perris, California, donde la policía los encontró con sus hijos. Se declararon culpables de 14 cargos cada uno en total, de los 49 a los que se enfrentaban. Los cargos incluyen los hechos más graves que se les imputaban, como tortura, detención ilegal, maltrato de adultos dependientes y maltrato de menores. El acuerdo implica que aceptan una pena de cadena perpetua, con un mínimo de cumplimiento efectivo de 25 años de prisión. Hasta entonces no podrán pedir la libertad condicional. La sentencia definitiva será leída el 19 de abril.
El matrimonio Turpin tiene 13 hijos. El más pequeño era un bebé de un año en el que la policía no ha encontrado ninguna prueba de abuso y estaba en buenas condiciones de salud, por lo que los crímenes afectan a los otros 12. El mayor tiene hoy 30 años. Los niños vivían de noche, no vieron la luz del sol durante años, no fueron al colegio y no comían. En las imágenes que enseñó la fiscalía en el juicio y las múltiples imágenes de sí mismos que los Turpin pusieron en redes sociales, tenían un aspecto escuálido y la piel descolorida.
El fiscal de Riverside, Mike Hestrin, explicó a la prensa tras el acuerdo de culpabilidad que había decidido aceptarlo porque así las víctimas no tienen que testificar. Aclaró que no habría tenido ninguna duda de llamar a los niños al estrado a contar su versión si hubiera ido a juicio. Hestrin aseguró que este acuerdo equivale a la máxima pena posible que hubiera podido caer sobre los Turpin, cadena perpetua, y que los crímenes que reconocen abarcan la generalidad de los hechos más graves. Suficiente para evitar a los niños testificar en público delante de sus padres.
“Hace un año dije que esta fiscalía estaba preparada para hacer justicia en este caso”, dijo Hestrin. “Pero lo haríamos de forma en que no perjudicara a las víctimas. Creo que hoy hemos conseguido eso”, afirmó. “Este es uno de los casos de maltrato infantil más graves que he visto en mi carrera. Parte de la decisión de este acuerdo se basa en que las víctimas no tuvieran que declarar”. Hestrin dijo que se había reunido con todos los niños, incluyendo una que tiene tres años. Hace un año fueron ingresados en hospitales tras más ser rescatados de su propia casa, hasta que empezaron a recuperarse físicamente y mentalmente. “Me ha emocionado su esperanza sobre el futuro”, dijo Hestrin. “Tienen ganas de vivir y sonrisas muy grandes. Soy muy optimista sobre ellos”.
Estados Unidos descubrió con espanto el caso de David y Louise Turpin en enero de 2018, cuando fueron detenidos a primera hora de la mañana en una casa anodina de clase media en Perris, un suburbio de Riverside, en el interior de California. Una de las hijas, de 17 años, escapó por una ventana y llamó a la policía desde un móvil. Cuando le preguntaron dónde estaba exactamente, dijo: “No lo sé, nunca he salido a la calle”. Los agentes que lograron encontrarla declararon que tenía el aspecto de una niña de 10 años.
Cuando llegaron a la casa, David y Louise Turpin respondieron con evasivas. Había un olor nauseabundo. Varios de los niños estaban encadenados a las camas. En pocas horas comenzaron a conocerse detalles del infierno que era la única vida que esos niños habían conocido. Los niños vivían de noche y dormían de día. Jamás salían de la casa. Los castigos físicos eran constantes. Los padres les hacían pasar hambre. En las fotos que se mostraron en las sesiones preparatorias del juicio se veía a las niñas con la ropa mugrienta y ronchas en la piel. El fiscal Hestrin lo definió como “depravación humana”.
David y Louise Turpin habían vivido previamente en dos casas en Texas antes de mudarse a California en 2010. Los crímenes que han reconocido este viernes abarcan legalmente solo desde esa fecha. Pero en las dos casas de Texas también dejaron atrás montañas de basura. Las casas quedaron inhabitables, llenas de restos por las paredes. La familia de ella relató como la pareja se fue encerrando en sí misma y rehuía el contacto y las visitas. Llegó un momento en que apenas sabían de ellos lo que ponían en redes sociales, donde parecían una familia feliz.
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