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Los supermercados catalanes Bon Preu retirarán el tóxico bisfenol A de sus tiques de compra

La Comisión Europea decidió restringir el uso de este compuesto en el papel térmico en la UE antes de 2020

Jessica Mouzo
Bon Preu supermercados
Un cajero de Bon Preu recoge un tique de compra en un supermercadoCarles Ribas

La cadena de supermercados catalana Bon Preu eliminará de la producción de sus tiques de compra un controvertido compuesto químico, el bisfenol A (BPA), una sustancia considerada por la Unión Europea como tóxica para la capacidad reproductora, entre otros efectos en la salud. La Comisión Europea acordó restringir su uso en el papel térmico —ayuda a que se peguen las letras, por ejemplo, en los tiques de compra— dentro de la UE y fijó de fecha límite para ejecutar los cambios e instaurar la prohibición de uso en 2020. Bon Preu se ha adelantado a la restricción y, desde el 1 de abril, sus tiques no tendrán este compuesto.

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El BPA —presente en el 90% de los tiques que puede almacenar un individuo común en casa, según un estudio de la Universidad de Granada— está incluida desde 2017 en la lista de sustancias “extremadamente preocupantes” en la UE. Es decir, un nivel de preocupación similar al de las sustancias carcinogénicas.

El BPA es un disruptor endocrino. Esto es, que imita el funcionamiento de las hormonas y puede provocar alteraciones endocrinas y metabólicas. Se encuentra, sobre todo, en plásticos para fabricar envases, en los revestimientos de las latas de conserva o en los recibos de compra. “Los tiques de las cajas no están polimerizados. El polvito blanco que sale de tu monedero es BPA puro. Se conoce porque si le acercas una cerilla, antes de que se queme el papel, se vuelve negro”, señala el doctor Nicolás Olea, del Departamento de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada. Suyo es el artículo publicado en la revista Environmental Research en el que constata que nueve de cada 10 tiques de compra tienen BPA.

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) concluyó en 2015 que el bisfenol A no es peligroso para la salud, pero no porque no tenga efectos tóxicos, sino porque los niveles de exposición media no son peligrosos. “Hay una exposición baja, pero constante toda la vida”, explica Maribel Casas, investigadora del ISGlobal, un centro de investigación impulsado por La Caixa. En 2011 se prohibió su uso en la fabricación de biberones y en 2018 se limitó su presencia en las latas de conserva de alimentación infantil de menores de tres años. “La EFSA en su informe de 2015 solo contó la dieta. No miró la exposición por otras fuentes no alimentarias. Cuando vas sumando otras fuentes, te encuentras lo que nosotros probamos en un estudio, que orinas cada día unos cuantos nanogramos de bisfenol A. Es un problema muy serio de salud pública”, zanja Olea.

Precaución con los sustitutos seleccionados

Los expertos consultados abogan por hacer prevalencer el “principio de precaución”. “No se puede sacar al mercado algo que puede tener efectos nocivos en la salud”, avisa Casas. Pero a su vez, advierten de que hay sustitutos del bisfenol A que pueden ser igual de dañinos. “En el 30% de los tiques analizados de Francia había bisfenol S (BPS), que es molecularmente parecido al BPA, pero no está regulado”, advierte Olea. Bon Preu no ha concretado cuál será el sustituto.

Varios estudios vinculan el BPA con el riesgo de desarrollar diabetes, obesidad o incluso alteraciones neurológicas. Sin embargo, aclara Casas, “la evidencia es básicamente experimental”. Esto implica que no hay tanta solvencia en los datos cuando se prueba en humanos, entre otras cosas porque los sistemas para medir la exposición son complejos. “Cuando el BPA entra en el cuerpo, lo orinas en menos de seis horas. La concentración puede ser muy variable dependiendo de cuándo cojas la orina. Lo que estamos trabajando es en mejorar las medidas de exposición y lo que quiere la UE es hacer nuevos test para detectar mejor los disruptores endocrinos”, agrega la investigadora.

En Francia, el uso de BPA en tiques de compra se prohibió en 2015. La EFSA está revaluando los riesgos para la salud pública relacionados con la presencia de BPA en los alimentos.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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