Reino Unido promueve el vapeo para dejar de fumar
La OMS y varias sociedades científicas mantienen que es dañino
Dejar el tabaco suele destacar en el apartado de buenas intenciones que muchos ciudadanos reservan para la entrada en el nuevo año, y el gobierno británico está convencido de que pasarse a los cigarrillos electrónicos es un buen paso para conseguirlo. Las autoridades sanitarias han lanzado una campaña con el objetivo de contrarrestar las crecientes alertas sobre los posibles efectos nocivos del vapeo y convencer a los fumadores de que ese recurso es “un 95% menos dañino” que los cigarrillos tradicionales.
Casi la mitad de los fumadores británicos (44%) desconocen este último dato y equiparan el vapeo y el tabaco convencional en cuanto al riesgo que entrañan para la salud, se subraya desde la agencia gubernamental Public Health England (PHE), que acaba de difundir online un vídeo informativo para desmentir esa noción. “Sería trágico que miles de personas que podrían dejar de fumar con la ayuda de los e-cigarrillos no lo hicieran a causa de falsos miedos”, ha subrayado uno de sus responsables, el profesor John Newton, para justificar esta campaña de la PHE. Este organismo sostiene que entre el 65% y el 68% de fumadores que usaron cigarros electrónicos y otros métodos para reducir el consumo de nicotina, consiguieron dejar de fumar.
El vídeo colgado en la red intenta mostrar de forma gráfica que los estragos causados por un cigarrillo ordinario y otro electrónico son “significativamente” diferentes. El experimento presenta tres campanas de cristal rellenas de algodón a las que se bombea, respectivamente, humo de tabaco convencional, vapor de e-cigarrillos y aire puro. El primer recipiente acaba teñido de marrón oscuro y con restos espesos de alquitrán. En contraste, el algodón del segundo apenas ha cambiado, aunque el tarro presenta una cierta decoloración, además de restos del líquido del vapor. La tercera campana permanece inmutable.
En línea con otras investigaciones internacionales, un estudio de la Universidad de Birmingham publicado el pasado agosto advertía de que el vapeo puede dañar las células de los pulmones y reclamaba un “escepticismo cauteloso” frente al producto. A pesar de ello, una comisión del Parlamento británico recomendó al poco tiempo una mayor indulgencia regulatoria del vapeo, ante la convicción de que podría implicar “beneficios para la salud” al incentivar el abandono del tabaco.
Justo lo contrario de la doctrina de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que desaconseja el uso de cigarrillos electrónicos. Aunque los estudios sobre los daños para la salud que pueden causar los cigarros electrónicos muestran distintas conclusiones, sí hay consenso sobre lo reciente del fenómeno como para disponer de datos exhaustivos sobre sus efectos a largo plazo. Hay países como Estados Unidos donde el alto consumo les ha llevado a catalogar la situación como “epidemia”. Los médicos advierten de sus riesgos, entre ellos la posibilidad de cruzar la delgada línea que separa estos dispositivos de la adicción al tabaco tradicional.
Pero el Parlamento británico resolvió que esos temores no se han materializado, o al menos que ningún estudio ha podido demostrarlo. Los datos del servicio público de salud británico indican que el auge del e-cigarrillo entre los consumidores jóvenes se detuvo en 2015 y desde entonces ha ido a la baja. La agencia recuerda además que la regulación de ese producto es muy estricta en el Reino Unido, donde los niveles de nicotina permitidos están muy por debajo de los que imperan en Estados Unidos, un país donde el vapeo ha alcanzado enorme popularidad.
En España, crece el número de adolescentes que prueba el cigarrillo electrónico. El 20,1% de los estudiantes entre 14 y 18 años ha vapeado al menos una vez en la vida, según la última Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España, un incremento de tres puntos en comparación con 2014.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica mantiene que los jóvenes que comienzan a vapear se convertirán en fumadores con más facilidad. La sociedad científica española también alerta de que con el vapeo también existe la dependencia psicológica, social o gestual. Una reciente revisión de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos ha concluido que los adolescentes que hacen uso de cigarros electrónicos con nicotina —la sustancia adictiva— tienen un riesgo más elevado de convertirse en fumadores, al contrario que los adultos, que con el vapeo tienden a abandonar el tabaco.
Tóxicos para el pulmón
El negocio de los cigarrillos electrónicos dio en España un salto vertiginoso a principio de esta década —en 2013 contaba con 3.000 tiendas y casi un millón de usuarios—, impulsado por campañas que garantizaban su efectividad para dejar de fumar. Ninguna ley regulaba su uso. Tras la aprobación de la primera normativa, en 2014, el negoció se desplomó, y a partir de 2015 se recupera.
“Hay estudios, por ejemplo uno del Instituto Catalán de Oncología, que demuestran que ese vapor contiene productos tóxicos para el pulmón”, apunta Francisco Rodríguez-Lozano, presidente de la Red Europea de Prevención del Tabaquismo. Por otro lado, critican que las investigaciones que hablan en favor de ese producto están financiadas por empresas tabacaleras, que comercializan e-cigars.
“El dato que ofrece Reino Unido de que son un 95% menos dañinos, se refiere exclusivamente a sustancias cancerígenas, pero no a otros tóxicos”, indica Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo. “No es vapor de agua, contiene sustancias tóxicas aunque algunos estudios financiados por tabacaleras digan lo contrario”, añade.
El objetivo final del gobierno británico es, por supuesto, la erradicación del tabaquismo. Por eso, junto a los parches o chicles de nicotina, si el usuario entra en la página web de la sanidad pública, encontrará en el apartado de recomendaciones un capítulo titulado Usar e-cigarrillos para dejar de fumar.
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