La alarma por el cambio climático se dispara en el sur de Europa
El primer gran estudio de percepción ciudadana sobre el calentamiento revela una elevada preocupación en Portugal, España y Grecia y un mayor escepticismo e indiferencia en EE UU
A un mes de que se celebre la cumbre anual sobre cambio climático de Naciones Unidas (COP24) en Polonia, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) —de titularidad conjunta de los países de la Unión Europea— publica el resultado de una encuesta en la que evalúa por primera vez la percepción de los ciudadanos de la Unión Europea, Estados Unidos y China sobre el calentamiento global. La consulta revela que un 78% de los encuestados en Europa se muestra preocupado o alarmado por la situación, frente al 65% de los chinos y al 63% de los estadounidenses.
En Europa, el sondeo plasma diferencias de pensamiento entre las poblaciones del sur, en las que se aprecia un grado de intranquilidad mucho mayor por los efectos del calentamiento global que en las del norte. En España, la concienciación sobre los efectos del cambio climático supera la media europea: un 87% se muestra alarmado o preocupado, el quinto país con mayor inquietud, tras Portugal, Grecia, Chipre y Malta; Francia e Italia les siguen en preocupación. En España, además, el 70% cree que el cambio climático es una amenaza para la humanidad. En el sondeo han participado 25.000 personas de más de 18 años (algunas sin acceso a Internet) de 30 naciones.
El BEI, en colaboración con la empresa de opinión pública YouGov, persigue “establecer un debate más amplio sobre el cambio climático e intentar comprender las actitudes y las expectativas ciudadanas en materia de acciones por el clima”. La entidad ha invertido 130.000 millones de euros en el mundo y ha apoyado la entrega de más de 600.000 millones en inversión en acción climática desde 2011, de acuerdo con sus datos. Rasmus Lauridsen, especialista en cambio climático del BEI, explica que se pretende que los proyectos con una duración de más de cinco años que financien incluyan, además del estudio medioambiental, un análisis de impacto climático.
Las disparidades vuelven a surgir cuando el BEI indaga en el número de personas que rechazan la existencia del calentamiento global. Mientras que en Europa la proporción de escépticos se circunscribe a un 6% que no está seguro de que se esté produciendo y a un 1% que lo niega, en Estados Unidos la cifra se duplica: la duda asalta al 8% y el 6% es negacionista. China, sin embargo, se acerca a las posturas europeas y tan solo un 3% manifiesta inseguridad y el 1% lo rechaza.
Lauridsen se sorprendió al comprobar el alto nivel de preocupación en China, que con 1.300 millones de habitantes produce el 26,83% de las emisiones mundiales de los gases responsables del efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y diversos compuestos halogenados). Estados Unidos es responsable del 14,36% de las mismas y la Unión Europea del 9,66%.
“La intranquilidad que reflejan los resultados del sur de Europa y España es más lógica. Uno solo tiene que ver las noticias para comprobar la cantidad de incendios, inundaciones o sequías que se sufren allí”, sostiene Lauridsen. El grado de negacionismo de Estados Unidos, se explica, en su opinión, por la polarización política del país. “Parece que por ser republicano tienes que decir que no, aunque sobre todo rechazan que sea la actividad humana la responsable del incremento de la temperatura”, puntualiza.
Xavier Querol, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) especialista en calidad del aire, trabaja con científicos chinos desde 1990. En ese país ha comprobado que “se están tomando medidas con políticas muy claras al respecto que son especialmente visibles desde hace unos seis años”. En Wuhan, por ejemplo, la ciudad más poblada en la zona central, con 10 millones de habitantes, la mayoría de las motos son eléctricas.
En cuanto a la razón de semejante esfuerzo comenta que “el impacto de la contaminación es muy alto en las personas, y los costes asociados son muy superiores a los costes de la inversión para reducir la contaminación”. En la misma urbe, han retirado a las afueras una cementera, una fundición y una central térmica que estaban dentro de la ciudad utilizando las últimas tecnologías. A pesar de estos avances, Querol advierte de la disparidad que existe entre la costa este y algunas ciudades del centro, “que se han puesto las pilas, y las del oeste, más retrasadas”. En cualquier caso, China invirtió en 2017 109.000 millones de euros en energías renovables, la Unión Europea 35.470 millones y Estados Unidos 35.120 millones.
Jóvenes concienciados
En la mayor parte de los países europeos, los jóvenes son más proclives a pensar que la causa del cambio climático es la actividad humana. El 58% en la franja de 18 a 34 años lo ve así. La cifra baja al 55% entre los encuestados de 35 a 54 años y se desploma 10 puntos si contestan quienes han superado los 55 años.
El BEI considera que aunque las tendencias son “alentadoras” queda un largo trecho por recorrer. Sobre todo cuando aparecen datos como que el 20% de los ciudadanos de la UE no se siente preocupado por el cambio climático, “a pesar de las advertencias del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que afirma que el impacto del calentamiento global tendrá consecuencias en los ecosistemas, las comunidades y las economías de todo el mundo”.
Javier Andaluz, responsable de Clima y Energía de Ecologistas en Acción, pide objetivos más ambiciosos para poder cumplir el Acuerdo de París, el primer compromiso vinculante sobre el clima firmado por 195 países en la Conferencia de París sobre el Clima (COP21) de diciembre de 2015. El tratado pretende impedir que el aumento medio de la temperatura del planeta supere el nivel entre 1,5 y 2 grados a final de siglo respecto a los niveles preindustriales. La humanidad ya se ha comido la mitad de ese margen: en 2016 ese incremento ya estaba en más de un grado centígrado con respecto a finales del XIX. “En la próxima cumbre de diciembre se debe acordar la forma en la que se va articular el compromiso adquirido, tanto legislativamente como el método de financiación”, explica Andaluz.
Objetivo: limitar la temperatura a 1,5º
Primera encuesta: El Banco Europeo de Inversiones (BEI), del que son accionistas todos los países de la Unión Europea, ha elaborado por primera vez un sondeo con el objetivo de conocer las percepciones de los ciudadanos de Europa, Estados Unidos y China sobre el cambio climático. De forma que los resultados se puedan aplicar a las políticas de acción climática de la UE.
Resultados: el 78% de los europeos encuestados se declara preocupado o alarmado por la subida de las temperaturas, frente al 65% de los ciudadanos de China y al 63% de los Estados Unidos. Aunque los datos son positivos, el BEI advierte del largo camino que queda por recorrer tras conocer datos como que el 20% de los ciudadanos de la UE no se siente preocupado al respecto.
Compromisos a cumplir: La próxima reunión de diciembre en Polonia de la Conferencia de las Partes (COP), órgano supremo de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), será clave para diseñar los instrumentos legales que permitan desarrollar los objetivos climáticos marcados en el Acuerdo de París en 2015. El compromiso, el primero vinculante mundial sobre el clima, se centra en limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C, lo que reducirá considerablemente los riesgos y el impacto del cambio climático. A largo plazo, se trata de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C sobre los niveles preindustriales. El acuerdo recibió un gran varapalo en junio de 2017, cuando el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció su salida, que todavía no se ha materializado.
Consecuencias cambio climático: El número de fenómenos meteorológicos que causan muertes y pérdidas materiales significativas como incendios, olas de calor, sequías e inundaciones se han incrementado tanto en Europa como en todo el mundo.
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