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El programa para el empleo de mujeres vulnerables del Instituto de la Mujer llega a los Ayuntamientos rurales

'Empléate para la Igualdad' estará presente en ocho localidades con menos de 30.000 habitantes

Isabel Valdés

Ana María es de Algeciras, fue madre por primera vez con 18, tiene tres hijas y ya es abuela de dos. Patricia vive en Puerto Real, ha sobrevivido durante años vendiendo refrescos en verano y haciendo caramelos en invierno, no sabe lo que es clavar una sombrilla en la playa para jugar con sus hijos. Manuela, en Elche, ha dedicado su vida a todos los que la rodeaban, a pagar piso y facturas, sin dedicarse tiempo ni atención. Nada Rahwan es una inmigrante siria que durante cuatro décadas se dedicó a la enseñanza en su país (20 como profesora de inglés, 20 como directora de un centro) y llegó a España, donde uno de sus hijos estaba estudiando un máster en Medicina, buscando paz. Todas estaban en el paro, ninguna tenía visos de dejar de estarlo, y las tres formaron parte de la última edición del programa Clara para la empleabilidad de mujeres en situación de vulnerabilidad.

Sus sensaciones tras pasar por él son idénticas: creen que han mejorado su autoestima, han generado una red de confianza con otras mujeres y han encontrado herramientas para manejarse en el ámbito laboral, entre ellas la asertividad. Como ellas, entre 2016 y 2017, 282 mujeres de entre 25 y 60 años participaron en esta iniciativa que el Instituto de la Mujer lleva poniendo en marcha desde 1999 buscando siempre dos conceptos que Silvia Buabent, su directora desde el pasado junio, repite como condición sine que non para conseguir una sociedad igualitaria: autonomía e independencia para las mujeres. Y entre otros resultados, presentados este lunes, ese es uno de ellos: el 40% de las participantes que han finalizado el programa ya tiene un trabajo —en el 94% de los casos por cuenta ajena—, y el 81% afirma tener ingresos, frente al 52% del comienzo.

Para llegar hasta ahí, Buabent está segura de que no hay mejor trampolín que el ámbito local. Tiene mucho que ver, y ella lo recordó, haber sido concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Fuenlabrada entre 2011 y 2018: “Soy una convencida municipalista. Es desde donde mejor se pueden ver los problemas, y no hay mejor lugar para generar redes, entre las mujeres y con las empresas locales”. En esta última edición, por primera vez, 50 empresas han colaborado para dar entre 40 y 120 horas de formación práctica. Algo que, según las propias usuarias, es una mejora notable. “Si no, el aprendizaje se queda cojo”, contó Rosa Martínez, que entró al programa por recomendación de una trabajadora social y que es una de las tres mujeres que se han formado como operarias en Aguas de Elche (Alicante), una empresa que según su técnica de Igualdad Alicia Martínez mantiene una apuesta constante por incluir trabajadoras en todos los puestos de la empresa, sobre todo en aquellos que tradicionalmente han estado muy masculinizados. "Al contrario de lo que se pueda pensar, todos mis compañeros nos acogieron desde el primer momento sin ningún tipo de problema. Los estereotipos no funcionaron en nuestro caso", apuntó Martínez.

En Aguas de Elche (Alicante) tres mujeres han formado parte del programa Clara aprendiendo como operarias.
En Aguas de Elche (Alicante) tres mujeres han formado parte del programa Clara aprendiendo como operarias.Instituto de la Mujer

Después de pasar por el programa, la vida y las perspectivas de esas mujeres cambiaron: el 90% considera que ha sido importante en el proceso de mejora de empleabilidad, el 17% se reincorporó a los circuitos de formación reglada y el 94% afirma que el grupo ha supuesto un nuevo e importante grupo de apoyo. Si hay algo que mejorar, Rosa Martínez pide que aumente la seguridad a la hora de conseguir empleo, que las prácticas en todos los casos puedan ser para todas las que cursan la formación y que siempre haya ayudas para que ninguna tenga que abandonar: "En nuestro programa había mujeres a las que incluso había que prestarles un euro para que pudiesen coger el autobús para volver a casa".

Son apuntes para la nueva edición del programa, que cambiará el nombre por Empléate para la Igualdad y será el resultado de la experiencia de Clara, con una ampliación de objetivos y de alcance dando prioridad a la participación de mujeres con diversidad funcional y con la inclusión por primera vez de Ayuntamientos de ámbito rural. Luis Simo, subdirector de Programas del Instituto de la Mujer, explicó la importancia de estas zonas para la fijación de la población: “Hay un problema demográfico que hay que atajar, y las mujeres son esenciales en este aspecto. También las jóvenes, que son el futuro, para ampliar sus oportunidades”.

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Habrá dos convocatorias bianuales (2018-19 y 2019-20) con 20 programas cada una, 12 en municipios de más de 30.000 habitantes y ocho en localidades que no lleguen a esa población. “Cuando dicen que lo que hacemos en las administraciones no llega, solo hay que ver esto [alude al programa Clara]. Detrás de los números están las caras y para salir de determinadas situaciones hacen falta instituciones que quieran un cambio integral y que lo apoyen de forma política”, apuntó Buabent.

La convocatoria para la selección de las entidades estará disponible a lo largo de esta semana en la web del Instituto de la Mujer y, además de los criterios provinciales de tasa de paro femenino y renta per cápita que ya venían funcionando, se tendrá en cuenta el porcentaje de mujeres usuarios de los Servicios Sociales. “Clara [a partir de ahora Empléate para la Igualdad] tiene que seguir porque trabaja en mejorar la vida de muchas mujeres. Puede parecer que 200 no son muchas, pero es importante el recorrido personal que conlleva para cada una de ellas y con herramientas eficaces para el cambio”, añadió Silvia Buabent, que también explicó lo esencial de personalizar y adaptar el itinerario a cada lugar y a cada mujer. "Y bienvenido sea un programa que funciona".

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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