Los casos de sida y hepatitis por reutilizar jeringuillas caen un 90% en una década
El reparto de material seguro en países pobres ayuda a frenar las pandemias
El uso de jeringuillas limpias en los sistemas sanitarios de los países pobres ha demostrado plenamente su eficacia (hasta un 90%) para frenar la propagación por esta vía del VIH (el virus que causa el sida) y los virus que ocasionan las hepatitis B y C. La teoría era clara, pero un estudio que publica en la revista PLOS un grupo de investigadores canadienses dirigidos por Jacques Pépin, de la Universidad de Sherbrooke (Quebec), muestra la eficacia de estas medidas.
Los investigadores se han centrado en esas tres enfermedades por dos motivos: el elevado número de casos y que comparten las vías de transmisión: la sangre y otros fluidos corporales. Esto quiere decir que pueden transmitirse al reutilizar jeringuillas o mediante relaciones sexuales.
En el estudio, se han tomado una serie de países pobres o intermedios de las regiones africana, latinoamericana, de Europa del Este, Asia Central y sureste asiático de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y las conclusiones son claras: respecto al VIH, se ha pasado de unas 500.000 transmisiones por inyecciones no seguras a unas 25.000 de media entre 2000 y 2010 (un descenso del 95%); respecto a la hepatitis C han bajado de un promedio de 1,4 millones a 235.000 (un 83%) y en hepatitis B han pasado de 19,7 a 1,7 millones (el 91% menos).
Los datos muestran lo que se puede conseguir con una medida que no cuesta demasiado, y que, a grandes rasgos, ha consistido en que en lugar de reutilizar de promedio cada jeringuilla más de cuatro veces en los centros de salud y hospitales, se ha pasado a una tasa de menos de 2,5 veces. Este dato indica lo que todavía queda por hacer, ya que lo ideal, según la OMS, es que cada jeringuilla se use solo en una persona. El problema surge cuando se plantea la disyuntiva de no tratar a alguien de algo que pudiera ser más grave o más urgente porque no hay material limpio.
El estudio también ha servido para demostrar en qué regiones se ha avanzado más en la implantación de procedimientos seguros. Por ejemplo, en 2000, India representaba casi el 50% de los casos de transmisión de VIH por el uso de agujas contaminadas. Una década después, la mitad de estos casos se concentraban en África.
También sirve para poner de manifiesto las diferentes formas de expansión de estas infecciones. Salvo negligencias, en España no hay casi transmisión de estas enfermedades por estas vías (ha habido algún caso famoso como el del anestesista Maeso en Valencia). Por ejemplo, en la infección mejor estudiada, el VIH, la transmisión por compartir jeringuillas se centraba en usuarios de drogas inyectadas. Entre 2007 y 2013, el Plan Nacional sobre Sida atribuye a transfusiones y uso de hemoderivados contaminados 15 casos de los 16.599 de VIH, todos adquiridos hace años (el 0,09%). En los países del estudio la proporción aún es del 0,8%, según los datos que se extraen de comparar la cifra que dan los investigadores con la de incidencia del VIH que da Onusida.
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