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‘Operación Palace’ fue una patraña pero no mala práctica periodística

La Comisión de Deontología del periodismo alerta del riesgo que implica pasar de manejar la realidad a utilizar la ficción

Rosario G. Gómez

El documental-ficción de La Sexta sobre el 23-F, elaborado por Jordi Évole, fue "perturbador para los periodistas que cambian su uniforme de trabajo" y pasan de "manejar la realidad a utilizar la ficción para ganar audiencia, aunque con el riesgo de perjudicar su crédito". La Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) se pronuncia así sobre el especial Operación Palace, emitido por la cadena de Atresmedia el pasado febrero, coincidiendo con el aniversario del intento de golpe de Estado.

Este trabajo se inspiraba en una patraña: que las imágenes  del 23-F difundidas casi en directo por la televisión había sido una ficción rodada por el cineasta José Luis Garci. La comisión deontológica  afirma en la resolución hecha pública este lunes que el reportaje televisivo pertenece a un ámbito que está más allá del periodismo, y que no debe someterse a sus principios. Pero añade que  también  es  programa "que pretende provocar y experimentar, que transgrede lo convencional, pero fundamentado en mentiras, una patraña, cuyo objetivo y pretensión no es engañar al público, sino llamar la atención, obtener audiencia, inducir una reflexión sobre la manipulación y denunciar los efectos del secreto y la ocultación de documentos que interesan al público para conocer y explicar hechos relevantes".

Sin embargo, la  comisión entiende que tratándose de un acontecimiento como el 23-F, de trascendencia histórica para la democracia en España, los objetivos del programa podrían haberse intentado con procedimientos periodísticos ajustados a sus principios deontológicos.  Ya que  finalmente se trató de un programa "con apariencia de reportaje informativo, con herramientas del periodismo, pero situado fuera de su ámbito profesional".

La comisión la FAFE estudió el caso a raíz de una de reclamación presentada por el presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación, Alejandro Perales. Con un formato de reportaje, Operación Palace narraba un supuesto complot que con aquiescencia del Gobierno, del Rey, y de los parlamentarios. El espacio contó con la colaboración de políticos de todo el arco parlamentario y conocidos periodistas como Fernando Ónega, Iñaki Gabilondo y Luis María Anson. 

La ponencia que analizó el caso concluyó que el falso documental era un compendio de mentiras desde el minuto 1 de emisión al 58. "Se ha calificado el reportaje de patraña, y también se puede definir como bulo o infundio", exponía. En su opinión, el reportaje está intencionadamente alejado, ajeno, de la disciplina de la veracidad y de la verificación y de las normas de la deontología profesional que propone el Código Deontológico del periodista.

Frente a la justificación del director del programa de que se trataba de un experimento televisivo, los autores de la ponencia recuerdan que al principio del docu-ficción hay señales al espectador que insinúan la ficción, pero de forma sutil. "El propio relato tenía momentos inverosímiles. Y al final dice claramente que podía haber ocurrido, pero no fue así No había intención de engañar pero si un uso de la credibilidad del autor para una ficción".

El programa tuvo una audiencia que superó los cinco millones de espectadores. Muchos de ellos se indignaron porque se lo creyeron de principio a fin.

"Es evidente", dice la resolución, que "Operación Palace discurre al margen del principio de veracidad, esencial en el trabajo del periodista. Pero calificar el reportaje como “mala práctica periodística” va más allá de lo que cabe esperar y exigir a esta Comisión. Repudiar este tipo de creaciones supone poner límites y fronteras a la imaginación, a la creatividad, al uso de recursos como la ironía, la paradoja, la comedia, el drama… que también sirven a la búsqueda de la verdad, a la defensa de las libertades y los derechos de los ciudadanos y a denunciar los obstáculos para lograrlo. Aunque es evidente que se trata de un trabajo arriesgado para un periodista con prestigio.

La intención de engañar es relevante, pero no parece que fuera esa la pretensión de Operación Palace, añade. "Se puede sostener que los espectadores no están obligados a atender el contenido completo del programa para saber que es ficción, pero la relevancia de su contenido aconseja atender todo el contenido".

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