El sol entra por ventanas sostenibles
La tecnología del vidrio inteligente gana por fin cuerpo y se prepara para el salto a las viviendas
Parece de ciencia ficción: pulsar un botón y que se oscurezcan las ventanas al gusto del consumidor. Pero es una realidad desde hace más de dos décadas, y su propósito es más que estético. La tecnología del vidrio inteligente tiene como objetivo último mejorar la forma en que nuestros hogares dejan entrar la luz del sol y retienen el calor, dos fundamentos de una casa energéticamente eficiente. Los expertos coinciden en que el futuro de esta tecnología es que pueda instalarse en cualquier vivienda, pero alertan: aún queda mucho.
Tres son los principales de problemas de las tecnologías de vidrio inteligente en desarrollo hoy en día. La primera es el tamaño. En la actualidad, la mayoría de sistemas solo pueden ser fabricados a pequeña escala y utilizados en cosas como gafas de sol, lucernarios y aviones —el moderno Boeing 787 utiliza un sistema electrocrómico en las ventanillas—. Además, muchas tecnologías no resisten las radiaciones directas del sol, lo que hace que solo puedan ser usadas en interiores. Por último, el coste. Aunque el precio de cada ventana aún depende mucho de la empresa y de la tecnología utilizada, en todo caso es impracticable para las viviendas particulares. Por ahora, su destino son los grandes edificios, tanto públicos como privados.
“El que la tecnología se haya desarrollado tan poco en tanto tiempo es bueno y malo a la vez”, comenta Brandon Tinianov, director técnico de la empresa estadounidense Viewglass. “El lado positivo es que la gente entiende la tecnología: les explico que esto es como las gafas de sol que se oscurecen con la luz y lo pillan enseguida. Pero, por otro lado, mucha gente aún piensa que son equipos carísimos con un consumo energético prohibitivo. Si en los años setenta oscurecer un cristal gastaba 10.000 vatios, hoy no consume más que dos”, promete.
Al principio oscurecer una ventana gastaba 10.000 vatios, ahora solo consume dos” Brandon Tinianov, Viewglass
La tecnología que utiliza Viewglass, la electrocrómica, es una de las más prometedoras para un posible uso masivo en un futuro, según la profesora de la Universidad Politécnica de Madrid María del Carmen Giménez. “La principal ventaja es que, al contrario que otras tecnologías, sólo consume energía cuando cambia de estado, es decir, cuando se aclara o se oscurece”, apunta.
Los cristales electrocrómicos funcionan con una capa de material inorgánico, de una micra (una milésima de milímetro) entre dos láminas de vidrio. “Esta capa tiene una vida útil de 50 años”, señala Tinianov, “y ninguna pieza móvil, lo que lo hace más duradero y, a la larga, menos costoso que, por ejemplo, una reforma para instalar una fachada ventilada”.
Esto se hace notar enseguida en la eficiencia energética. “Los vidrios tienen que evitar que se escape el frío y el calor y, al mismo tiempo, permitir la entrada de luz”, afirma Giménez. Según un estudio llevado a cabo por la propia profesora, el vidrio inteligente puede ahorrar “significativamente” el uso de energía eléctrica si las ventanas están bien “colocadas y controladas”, especialmente si el clima es cálido y no están orientadas al norte. La luz natural controlada permite, además, ahorrar en iluminación. “Si estamos en una habitación donde el sol nos deslumbra, tendemos a cerrar las cortinas y, muchas veces, encender una bombilla, lo que es contraproducente desde el punto de vista energético”, señala.
El director técnico de Viewglass recuerda que el ahorro de energía no es el único beneficio de una habitación con luz natural controlada. “Hay estudios en hospitales que indican que los pacientes que están en una habitación soleada se recuperan más rápido”, afirma Timianov. Una investigación en la Universidad de Oregon (EE UU) señala que las personas que trabajan en una habitación con vistas piden menos días de baja laboral.
La presencia de luz natural aumenta la productividad y tiene efectos beneficiosos sobre la salud
Por supuesto, el sistema aún cuenta con sus desventajas. “El tamaño de esta clase de vidrio todavía es bastante limitado”, apunta Giménez. “Si el cristal es demasiado grande, cabe la posibilidad de una diferencia de tono entre el centro del vidrio y los bordes, lo que limita su efectividad”. Su instalación también necesita una instalación eléctrica en la carpintería para que funcione, lo que lo hace incompatible con muchos edificios antiguos.
Otra tecnología que está en desarrollo es la del vidrio con fluido circulante, que sustituye el gel por agua, que está en permanente circulación. El agua, además, tiene la ventaja de absorber la radiación infrarroja. “Mucha gente me pregunta si se nota el agua, si hay burbujitas”, comenta Giménez. “No se nota nada”. La empresa Intelliglass, fundada por 2005 por dos ingenieros de la Politécnica de Madrid, ha instalado esta clase de ventanas en un edificio polivalente en la localidad madrileña de Madarcos. El agua es almacenada en depósitos y renovada entre los cristales conforme la temperatura y la hora del día.
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