El mapa nuclear tras Fukushima
Estados Unidos acelera la creación de dos nuevos reactores, los primeros en 30 años China está construyendo 28 ¿Se puede hablar de un renacer atómico?
China tiene más reactores en construcción (28) que en funcionamiento (21). Rusia, India, Finlandia, Reino Unido, entre muchos otros países, cuentan con proyectos para cubrir su demanda eléctrica con más energía nuclear. Estados Unidos acaba de aprobar avales por valor de 6.500 millones de dólares (4.700 millones de euros) para construir dos nuevos reactores en Vogtle (Georgia). Serán los primeros en más de tres décadas. El regulador atómico estadounidense dio el visto bueno a su creación en 2012. Era la primera decisión de este tipo desde 1978, un año antes del accidente de Three Mile Island. ¿Es este el tantas veces anunciado renacer nuclear? ¿Ha superado el mundo el temor tras el accidente de Fukushima en 2011?
“Sí se puede decir que en todo el mundo, tras el shock que supuso Fukushima, se reactivan proyectos e iniciativas que fueron puestos en cuarentena por un tiempo. En este momento hay 71 proyectos de construcción de centrales nucleares en todo el mundo, en distintas fases de avance”, señala José Emeterio Gutiérrez, vicepresidente ejecutivo de combustible nuclear de Westinghouse, la empresa que lidera el proyecto de Vogtle. También Luis Echávarri, director de la agencia nuclear de la OCDE, cree que “se está superando el efecto de Fukushima”. “El accidente afectó a todo el mundo. Entonces había 65 centrales en construcción. Quitando dos en Japón, ninguna se paró, pero países como China hicieron una pausa para analizar el impacto en los nuevos proyectos; pausa que ya ha levantado”, añade.
Estados Unidos tiene cinco reactores en proyecto. El regulador atómico (NRC, en sus siglas en inglés) aprobó los dos primeros, los de Georgia, en 2012, solo un año después del accidente en Japón. “En Estados Unidos Fukushima no ha tenido ninguna repercusión negativa en cuanto a los proyectos nucleares, ni en cuanto a paradas de reactores”, señala Gutiérrez, que recuerda que los cinco se contrataron antes de 2011. “Como en otros países, se ha reforzado la seguridad en las centrales, que en todo caso ya era superior a la de las japonesas”, afirma. “Y si algunos proyectos quedaron aparcados fue por razones económicas, porque la crisis económica redujo sustancialmente la demanda de energía eléctrica, y por tanto la necesidad de más potencia”, añade.
En todo el mundo hay más de 70 proyectos en construcción
Fukushima “implicó un retraso en las decisiones”, concede Echávarri, pero lo que más ha tenido que ver con el hecho de que de los 30 proyectos que llegó a haber en Estados Unidos hace una década hayan quedado los cinco actuales es “la aparición del gas de esquisto como alternativa a la producción de electricidad muy barata”. El bajo precio del gas no convencional —el que se extrae mediante la controvertida técnica de la fracturación hidráulica, fracking— ha revolucionado el mercado energético estadounidense. Sin embargo, “ahora empieza a haber dudas de que se pueda mantener ese precio tan barato durante mucho tiempo, por lo que las empresas vuelven a hablar de que parte de sus inversiones pueden ir a la nuclear”, añade.
La economía explica, más que el miedo o la confianza en la tecnología, lo que está sucediendo con la nuclear en Asia. “China e India buscan cubrir una parte muy significativa de su creciente demanda eléctrica con energía nuclear. Es la única manera que tienen de generar energía de forma masiva, limpia y barata”, asegura Gutiérrez. “Si la capacidad que tienen previsto cubrir con nuclear la hiciesen con carbón y gas, las consecuencias económicas y climáticas para el resto de nosotros serían muy negativas”, añade.
Situación en España
Las seis centrales nucleares españolas (dos disponen de dos reactores cada una, así que suman ocho reactores) aportaron en 2013 el 20,86% de la electricidad, según datos de Red Eléctrica Española. Generaron 56.815 GWh, lo que supone un descenso del 7,6% con respecto a 2012. La caída se debe, según Foro Nuclear, a la parada de recarga de cinco reactores y a que Garoña no ha operado en todo el año.
El pasado viernes el Consejo de Ministros aprobó el real decreto que permitirá a la propietaria de Garoña, Nuclenor (Iberdrola y Endesa), reabrir la central antes de julio, cerrada por cuestiones económicas y no de seguridad.
La lucha contra el cambio climático también está en el centro del discurso de la Administración de Obama, que como antes hizo Bush, apoya la energía nuclear. “El presidente incluye esta decisión como parte fundamental de su agenda para conseguir una reducción de las emisiones de CO2 en Estados Unidos y luchar contra el calentamiento global”, aseguró el miércoles el secretario de Energía, Ernest Moniz, al anunciar la concesión del aval para el proyecto de Vogtle, de la empresa Southern Nuclear con tecnología de Westinghouse. La Casa Blanca ha diseñado una estrategia energética —apoyo al gas no convencional y a las renovables— que trata de reducir la dependencia del país del petróleo extranjero. El anuncio muestra que la nuclear tendrá un papel fundamental.
Tras el accidente de Three Mile Island, en Harrisburg (Pensilvania, 1979), el más grave ocurrido en EE UU —la central perdió el sistema de refrigeración y el uranio del núcleo se fundió—, las autoridades federales decidieron no volver a construir plantas nucleares. No hubo víctimas mortales, pero la fuga radiactiva causó un incremento en el número de enfermos de cáncer en las zonas cercanas, según estudios independientes. En Harrisburg la contención aguantó, a diferencia de Chernóbil y Fukushima.
Alrededor del 20% de la energía de Estados Unidos proviene de la fisión atómica. “En total hay unos 100 reactores, de los que unos 73 funcionan con normalidad y a algunos se les ha extendido este año la licencia para que sigan activos durante unos 20 años más”, explica Mitch Singer, portavoz del Instituto Nacional de Energía Nuclear de EE UU. “La energía nuclear no produce emisiones de carbono; el presidente es consciente de esto. Además, es una energía segura, abundante y limpia. En EE UU nunca ha sucedido algo similar a lo que ocurrió en Japón. No ha habido muertes. Los reactores son seguros porque han sido construidos en lugares donde es muy poco probable que suceda un terremoto o un tsunami”, informa Singer.
Reino Unido es el principal mercado para la industria atómica en Europa
“Los reactores ya van con retraso, y su presupuesto ha crecido considerablemente”, explica Jim Riccio, de Greenpeace. “Creemos que, en vez de gastar miles de millones en nuevos reactores, el Gobierno de EE UU debería invertir nuestros impuestos en fuentes de energía renovables, accesibles y seguras. Y la energía nuclear no tiene ninguna de estas tres cualidades. Si realmente queremos luchar contra el cambio climático, el sol y el aire son las mejores opciones. Las energías renovables desplazan entre 10 y 20 veces más emisiones de carbono por dólar que la nuclear”, añade.
En Europa, los ojos de la industria nuclear están puestos en el Reino Unido. Londres tiene en marcha un plan para construir en una década ocho centrales nucleares que reemplacen a las actuales, pero las empresas piden garantías públicas antes de decidirse a invertir miles de millones en infraestructuras con un larguísimo periodo de amortización. Los reactores nucleares autorizados en EE UU se construirán en Estados del sur (Georgia y Carolina del Sur), que tienen mercados regulados, es decir, se les garantiza el precio al que cobrarán la electricidad. Algo así esperan conseguir las compañías interesadas en renovar el parque nuclear del Reino Unido. En unos meses se sabrá si Bruselas acepta el sistema que ha ideado Londres para asegurar una cantidad por kilovatio/hora, o lo considera ayuda de Estado y lo rechaza.
Mientras tanto, los nuevos proyectos nucleares en el resto de Europa son escasos, y sufren retrasos y sobrecostes, como en Finlandia. En mayo del 2011, el Gobierno alemán anunció un plan para cerrar todas las centrales nucleares hacia 2022 y dar preferencia a las energías renovables. Francia anunció hace unos meses que quiere reducir a la mitad el peso de la nuclear en la producción eléctrica antes de 2025.
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