Ropa limpia, seca y verde
Tender la colada al sol es la forma más económica y ecológica de secarla. Pero, ¿y cuando no se puede?
Tener la ropa seca es una de las necesidades inevitables de cualquier casa. Y tanto desde el punto de vista económico como ecológico la primera opción es obvia: poner la ropa a secar al sol y al viento. Esto no solo no consume energía eléctrica —cero emisiones de dióxido de carbono— sino que, además, los rayos ultravioleta del Sol tienen poder desinfectante.
Pero una solución tan sencilla no siempre es posible. En algunos días y en algunos lugares el tiempo no acompaña; en muchos bloques de viviendas —donde vive la mayoría de los españoles— colgar la ropa en el exterior del edificio está prohibido, sea por exigencia de la comunidad de propietarios, sea por ordenanzas municipales.
Trucos para secar
Tanto en la cuerda como en la secadora, hay consejos que pueden servir para que la colada quede lista más rápido y por menos dinero.
Para secar en la cuerda:
- Limpie bien tanto las cuerdas como las pinzas.
- Sacuda y extienda bien la ropa antes de colgarla.
- Ponga la ropa blanca al sol (excepto las piezas de seda y lana, que pueden amarillear) y la de color a la sombra, para evitar que esta última destiña.
- Quite el exceso de agua de las piezas delicadas o de lana gruesa usando una toalla.
Para secar en la secadora:
- Lea detenidamente el manual para saber cuál es la mejor función para cada tipo de ropa.
- Verifique las etiquetas para ver si la ropa puede ir en la secadora, y si necesitan un programa especial.
- Cuánto más centrifugue la ropa cuándo la lave, menos tiempo y energía necesitará para secarla.
- Saque la ropa enseguida y dóblela o cuélguela para evitar arrugas.
- Un filtro de pelusas obstruido implica más gasto de energía. Límpielo tras cada secado.
Queda entonces secar la ropa en el interior de la vivienda. Un estudio de la Unidad de Investigación sobre Arquitectura Medioambiental de la Escuela de Arte de Glasgow (Reino Unido) determinó que poner a secar una colada normal dentro de una habitación deja en el aire de las viviendas entre dos y 2,5 litros de vapor de agua. La investigación británica señaló que este incremento de la humedad hace que descienda la calidad del aire en la vivienda, convirtiendo las habitaciones en entornos favorables para el crecimiento de bacterias y moho y caldo de cultivo de posibles enfermedades respiratorias.
Desde la Sociedad Española de Neumología (Separ), no obstante, son más prudentes y no dan por evidente la relación entre secar la ropa en el interior de casa y los problemas respiratorios. “Tomado así en bruto puede llevar a confusión”, afirma Ramón Fernández, coordinador del Área de Enfermedades Ocupacionales y Medioambientales. “Depende de muchos factores además de la humedad: las dimensiones de la habitación, las condiciones de calor, otros contaminantes dentro de la vivienda, la limpieza…”
Si se ha de secar la ropa dentro de casa, la clave es, en la medida de lo posible, hacerlo en el espacio mejor ventilado posible. Instalar un tendedero colgado del techo es una opción a considerar: no solo ahorra espacio, sino que permite un secado ligeramente más rápido por simple convección del aire. Otras opciones incluyen los tendederos eléctricos, que cuentan con barras calentadas o pequeños ventiladores para acelerar el secado consumiendo un mínimo de energía eléctrica.
Muchos hogares, por comodidad o por falta de espacio, utilizan los radiadores para secar la ropa. Desde el punto de vista de la eficiencia energética, es la peor opción. No solo el aire húmedo requiere más energía para calentarse, sino que mientras que en una habitación seca una temperatura confortable oscila entre los 19 y los 21 grados centígrados, en una estancia húmeda se necesitan entre 21 y 23 grados.
Todo esto obliga a un gasto energético adicional que se refleja en una mayor factura de la luz y más emisiones de dióxido de carbono. Un estudio de la Universidad de Strathclyde, también en Escocia, señala que secar la ropa en los radiadores y con las ventanas abiertas consume el doble de energía y emite un 20% más de CO2 que utilizar una secadora eléctrica.
Las secadoras eléctricas nunca han caído en gracia del consumidor español. Según datos del Instituto de Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, en 2011 un 28,3% de los hogares españoles tenía una secadora y un 7,7% una lavadora-secadora, frente al más de 75% de los hogares estadounidenses que tenían esta clase de aparato.
En gran medida esto se debe a que son equipos que consumen mucha energía y que, al contrario que la mayoría de electrodomésticos, su eficiencia no ha mejorado con los años. Un estudio del Gobierno británico afirma que mientras una lavadora fabricada en 2010 consume de media tres cuartas partes de lo que gastaba una producida en 1990, una secadora usa un 10% más de energía que hace 20 años.
Pero esa situación está cambiando. El desarrollo de la tecnología de la bomba de calor —con menos pérdidas de energía que las secadoras convencionales— ha permitido aumentar la eficiencia y disminuir el consumo de esta clase de aparatos. A pesar de esas mejoras, todavía no hay nada que haya conseguido superar el poder secador del sol. Así que, al terminar la colada, asómese a la ventana.
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