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Tribuna
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Un acuerdo necesario

El pacto firmado es una buena noticia para despedir el año, pero los Presupuestos de 2014 pintan un panorama similar al de 2013

La oposición parlamentaria, junto a rectores y científicos, ayer, en el Congreso de los Diputados, tras la firma de documento contra los recortes en I+D. A la izquierda, en primer plano, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga.
La oposición parlamentaria, junto a rectores y científicos, ayer, en el Congreso de los Diputados, tras la firma de documento contra los recortes en I+D. A la izquierda, en primer plano, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga.Alvaro García

Una de las lecciones que Alemania nos acaba de mostrar es su capacidad para hacer grandes pactos, sólidos y estables, como el que acabamos de ver entre las dos principales fuerzas políticas del país, anteponiendo la gobernabilidad y el interés general. En España todavía tenemos mucho que aprender en cuanto a la cultura del acuerdo. Incluso en temas tan, en apariencia, unánimemente compartidos como la I+D.

Por eso el acuerdo parlamentario por la investigación, el desarrollo y la innovación suscrito ayer por todos los grupos del Congreso a excepción del PP y en presencia de una amplia representación de la comunidad científica y los agentes sociales es un paso en esta dirección, aunque nos deja un sabor agridulce. Dulce por el amplio consenso suscitado en el arco parlamentario en torno a los cuatro puntos básicos que consideramos ahora mismo esenciales para que nuestro sistema de I+D empiece a recuperar el tono, el dinamismo y la presencia en la escena internacional que había conseguido en pocos años: a) unos presupuestos acordes al potencial, b) atención y cuidado a los recursos humanos, c) normalización de las actuaciones y convocatorias, y d) puesta en marcha de la Agencia Estatal de Investigación prevista en la Ley de la Ciencia.

Amargo porque en el acuerdo falta una pieza importante: hubiéramos deseado que el partido en el Gobierno suscribiera también el acuerdo, en coherencia con la importancia que verbalmente otorgan a este sector. Aparentemente están de acuerdo con los puntos c) y d) (¿cómo no estarlo cuando lo único que estamos diciendo es que se cumpla la ley?), pero disentían de la concreción de a) y b). Lo que resulta sorprendente si se tiene en cuenta que el acuerdo huye de números concretos y remite a acercarnos a lo que otros países europeos hacen en términos de presupuestos y recursos humanos en investigación por 1.000 habitantes.

Comparabilidad y estabilidad. Dos importantes conceptos al hablar de investigación. Porque los números aislados no tienen significado. Queremos y debemos ser comparables en medios, resultados y modelos de gestión con los compañeros con los que convivimos. Estabilidad porque la ciencia y la investigación necesitan tiempos largos para desarrollarse, tranquilidad para la reflexión y el estudio, y no pueden estar al albur de los vaivenes políticos. Por eso este acuerdo por la I+D es absolutamente necesario.

Habrá quien argumente que es fácil suscribir pactos cuando se está en la oposición. Pero el acuerdo incluye también un compromiso por parte de los grupos firmantes para poner la I+D como uno de los temas a abordar en cualquier pacto futuro de gobernabilidad. Como ha ocurrido en Alemania. Y desde la comunidad científica se lo recordaremos cuando llegue el momento. El año que ahora acaba ha sido muy duro para la investigación. Con un presupuesto tan insuficiente que el Gobierno se ha visto obligado a inyectar partidas presupuestarias extraordinarias para evitar el colapso del CSIC y poder poner en marcha la convocatoria de proyectos de investigación que solo ha podido ver la luz a mediados de noviembre tras meses de demora, y muchas otras actuaciones están aún esperando. El acuerdo firmado ayer es una buena noticia para despedir el año. Pero los Presupuestos de 2014, aprobados también ayer haciendo caso omiso a todas las enmiendas presentadas, pintan un panorama muy similar al de 2013. La llave para corregirlo está en manos del Gobierno. A tenor de lo visto, todos los grupos parlamentarios, la comunidad científica y me atrevería a decir que la sociedad en general así lo deseamos.

Carlos Andradas es presidente de la Confederación de Sociedades Científicas Españolas. Cosce es uno de los integrantes de Carta por la Ciencia.

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