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Exigen la retirada del estudio que vinculaba transgénicos con tumores

El director de la revista que lo publicó en 2012 amenaza con retirarlo si no lo hace el autor El artículo apuntaba a que ratas alimentadas con maíz transgénico padecían cáncer

Elena G. Sevillano

Ratas alimentadas con maíz transgénico que desarrollaban en una proporción alarmante unos tumores del tamaño de una pelota de ping-pong. El estudio que el año pasado publicó la revista Food and Chemical Toxicology parecía mostrar el vínculo entre los alimentos modificados genéticamente y el cáncer. De hecho, se trataba, aparentemente, de la primera prueba científica de esta relación. El artículo, firmado por el biólogo molecular Gilles-Eric Séralini, fue recibido con escepticismo por la comunidad científica desde el primer día. Ahora, un año después, el director de la revista ha hecho pública una carta dirigida a Séralini en la que le pide que se retracte del artículo. Si no lo hace, le dice, será la publicación la que lo retire.

El editor jefe de la revista, A. Wallace Hayes, explica que un comité de expertos lleva meses revisando los datos proporcionados por los investigadores después de haber recibido cartas al editor posteriores a la publicación del artículo. "El comité expresó muchas dudas sobre la calidad de los datos y finalmente recomendó la retirada del artículo. He intentado contactar con usted para hablar de las razones de esta recomendación. Si no está de acuerdo con retractarse del artículo, este será retirado", le dice a Séralini. 

El equipo de la Universidad de Caen, liderado por Séralini, investigó durante dos años a 200 ratas de laboratorio a las que dividió en tres grupos: las que alimentaron con el maíz transgénico NK603 (producido por Monsanto) en distintas proporciones (11%, 22% y 33% de su dieta); aquellas a las que además le suministraron Roundup, el herbicida al que la modificación genética las hace resistentes; y los roedores que crecieron tan solo con maíz no transgénico. Resultó que, pasados 17 meses desde el comienzo del estudio, habían muerto cinco veces más animales masculinos alimentados con el maíz modificado genéticamente.

“Por primera vez en el mundo, se ha evaluado un transgénico y un pesticida por su impacto en la salud de una forma más amplia que la realizada hasta ahora por los Gobiernos y la industria. Los resultados son alarmantes”, declaró entonces Séralini. Pero otros científicos enseguida pusieron en tela de juicio dos cuestiones: el reducido número de animales estudiados y la elección de un tipo de rata, llamado Dawley, que es muy sensible a las mutaciones y a los tumores. 

"El estudio hacía aguas por todas partes", afirma José Antonio López Guerrero, investigador y director de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. "A muchos científicos nos sorprendió que pudiera publicarse. Estaba muy sesgado y era muy deficitario. La comunidad científica no tardó ni dos semanas en echarse encima. Los investigadores usaron una cepa de ratas muy sensible a los tumores espontáneos, además de muy pocas ratas". Y añade: "El problema es que un año después algunos grupos siguen usando este estudio como punta de lanza contra los transgénicos. El daño perdura".

El director de la revista manifiesta en la carta abierta que, en caso de que el autor no esté de acuerdo en retractarse del artículo, y lo tenga que retirar la propia publicación, la decisión irá acompañada de un texto explicativo. En él Wallace Hayes afirma que ya durante la revisión inicial hubo objeciones por el bajo número de animales estudiados. Los revisores decidieron que el trabajo era válido pese a esa limitación. "Un análisis en profundidad", señala el texto, ha mostrado posteriormente que no se pueden sacar conclusiones definitivas con un número tan limitado de ratas. Además, debido a "la gran incidencia de tumores en las ratas Sprague-Dawley", no se puede afirmar que la mortalidad no sea casual.  

La revista médica The Lancet decidió en 2010 retirar de sus archivos un estudio sobre la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y paperas) que la asociaba con el autismo. Más de una década después de publicar el polémico artículo, que se convirtió en argumento fundamental fundamental para la corriente antivacunas, la revista decidió retractarse de él después de que el Colegio General Médico Británico acusase a su autor, el médico británico Andrew Wakefield, de actuar "de forma deshonesta e irresponsable". The Lancet, además, pidió disculpas por haberlo publicado.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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