Argentina aprueba una ley contra el ciberacoso sexual
Hostigar con fines sexuales a menores de 18 años por Internet estará castigado hasta con seis años de prisión
Los que acosen sexualmente a menores de 18 años por Internet en Argentina podrán acabar hasta seis años en prisión. Eso es lo que dispone la ley sancionada este miércoles por el Senado argentino. El Código Penal de Argentina establece a partir de ahora que se castigará con entre seis meses y cuatro años de cárcel (las penas de menos de tres años son conmutables) al adulto que “por medio de identidad falsa y la utilización de cualquier medio electrónico, cometiera acciones destinadas a influenciar a un menor para que este realice actividades sexuales explícitas o con connotación sexual”. A su vez, pasará de dos a seis años tras las rejas quien “a través del material pornográfico obtenido obligue al menor a hacer o no hacer algo en contra de su voluntad”.
El ciberacoso sexual, también conocido como grooming, es un fenómeno en crecimiento en todo el mundo. Prueba de ello fue la campaña que organizó la ONG holandesa Tierra de Hombres que con un perfil virtual de una supuesta niña filipina atrapó a mil pedófilos de 71 países. El 30% de los adolescentes en el mundo confiesa haber sufrido acoso sexual en chats de Internet, pero solo el 7% de ellos lo ha denunciado a sus padres por miedo de que les restrinjan el uso de la Red, según una encuesta de Unicef citada en el debate en el Congreso argentino por una de las senadoras autoras del proyecto de ley.
La iniciativa fue aprobada en Argentina después de dos años de discusiones en el Parlamento y por la unanimidad de los senadores presentes este miércoles en el recinto, uniendo a legisladores de todos los partidos, algo no muy habitual en la política argentina. El acoso virtual recibirá a partir de ahora las mismas penas que el acoso real. Los menores de 18 años quedarán excluidos del delito de grooming.
Hasta ahora, los acosadores de menores de 18 años que usaban Internet escapaban muchas veces de las imputaciones judiciales. Los jueces intentaban procesarlos por delitos como los de exhibiciones obscenas, corrupción de menores o pornografía infantil. Los adultos que cometen estos abusos suelen contactarse por llamadas de vídeo a través de chats con adolescentes o niños usando una identidad falsa, diciendo que también son menores de 18, les piden que se desnuden o hagan actos sexuales, se masturban y terminan proponiéndoles un encuentro real.
Una situación así le sucedió en 2009 a la hija de entonces 13 años de una de las impulsoras del proyecto de ley, Rosa Castro, una vecina de la ciudad de Cipoletti, en la provincia sureña de Río Negro. Alguien que no mostraba su rostro pero decía ser un joven de 14 años alumno de un colegio vecino se puso en contacto virtual con la adolescente. Se mostraba desnudo y se masturbaba hasta que le propuso verse cara a cara. Solo entonces la joven se lo comentó a su madre. Una amiga de su hermana mayor lo buscó por Internet y descubrió su rostro. Era nada menos que el patrón que había despedido a Castro meses antes y después de 11 años de trabajar para él en una farmacia. El acosador recibió en 2012 una condena de un año de prisión conmutable, pero Castro debió mudarse por un tiempo de Cipoletti porque temía que sus hijas caminaran solas en una ciudad de 87.000 habitantes donde se había enfrentado a un comerciante con buenos contactos políticos. Ella y otros activistas han juntado dos millones de firmas en Argentina a favor de la ley que se aprobó este miércoles.
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