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Sangre en las aulas de Sudáfrica

La última víctima mortal falleció apuñalado en su instituto en presencia de seis profesores Uno de cada cuatro estudiantes ha sufrido ataques en el colegio, según una encuesta de 2012

Una riña entre bandas se ha cobrado la última víctima mortal de un estudiante en Sudáfrica. Bongani Nkabinda, de 18 años, falleció a causa de los golpes y una puñalada que le propinaron cinco jóvenes en su instituto de Dannhauser, una pequeña localidad en la provincia de KwaZulu-Natal, el pasado 28 de octubre. La policía ha explicado que las imágenes de la cámara de seguridad de la escuela revelan que “seis educadores miraban [la agresión] desde la sala de profesores y no intervinieron”, ha explicado el jefe de la investigación, Bongani Ntando.

El caso ha tomado relevancia porque un alumno grabó un vídeo de la violenta agresión y lo ha colgado en internet. En las imágenes se aprecia el ataque hasta que la víctima cae al suelo desfallecida, mientras de fondo se oyen gritos de horror de estudiantes que huyeron hacia sus clases a refugiarse. No hay rastro de nadie que socorra al chico apaleado.

El departamento regional de Educación ha justificado la pasividad de los profesores porque “no era trabajo educativo” mediar en la riña en la que se exhibieron navajas. “¿Qué querían qué hicieran?”, se pregunta el portavoz institucional Muzi Mahlambi. “Incluso si hubieran salido huyendo, no habrían incurrido en nada malo”, ha continuado en su defensa.

Los maestros se limitaron a alertar a la policía de la agresión. El joven murió al llegar al hospital, tan sólo a 800 metros del instituto. Tres jóvenes de 19 años han sido detenidos y acusados de un presunto delito de homicidio. Las primeras investigaciones apuntan a que la agresión se produjo entre dos bandas juveniles “a causa de una chica”.

Este no es un caso aislado en Sudáfrica, con elevados índices de violencia en diversos ámbitos. En octubre, un adolescente de 16 años murió acuchillado en su escuela por otro de 14. El 90% de las agresiones se producen entre estudiantes del mismo centro. Incluso, el pasado mes de agosto 16 escuelas en la región sur de Ciudad del Cabo tuvieron que cerrar durante un par de días, a causa de las amenazas de bandas.

Una encuesta oficial de 2012 señalaba que un millón de alumnos de secundaria (uno de cada cuatro) había sufrido violencia escolar en los últimos 12 meses, desde robos a amenazas o palizas. Casi un 5%, sobre todo chicas, denunciaron agresiones sexuales y un 20% ciber bullying, acoso a través de las redes sociales y el móvil.

Los autores de esta encuesta, Patrick Burton y Lezanne Leoschut, del Centro para la Justicia y Prevención del Crimen, aseguran que la violencia en las aulas es un fenómeno “antiguo”, aunque ha sido en la última década cuando la sociedad sudafricana ha tomado “conciencia de que es un problema nacional” y ha dejado de considerarla como una expresión “típica de la adolescencia”.

Un episodio violento en un centro escolar no sólo afecta a la víctima directa, advierten los expertos, sino que acaba por intimidar a sus amistades y testigos de la agresión, lo que contribuye a crear “una atmósfera de miedo e inseguridad” en el instituto. Esta situación se agrava porque, por lo general, los alumnos continúan sufriendo y conviviendo en un ambiente violento fuera de las aulas y no cuentan con el apoyo del personal del instituto.

El acceso fácil a drogas, alcohol y armas, incluso dentro del centro escolar, explicarían en parte los abundantes casos violentos que se dan ya desde los últimos cursos de primaria, en ambos sexos y en casi todas las edades por igual.

Los profesores también merecen capítulo aparte. La victimización en este colectivo es inferior pero aun así más de la mitad denunció violencia verbal, un 12%, agresión física y un 3%, sexual. Hace escasos días, un estudiante de 14 años cortó la cara de su profesora que le había pedido que se quitara un jersey que no formaba parte del uniforme y otro fue detenido por golpear a su maestro con una silla mientras sus compañeros grababan la escena. Un tercio de maestros admite haberse sentido “en peligro” en el centro, mientras que un 10% aparece como el agresor.

Entre 2010 y 2012, 204 profesores fueron acusados de agredir sexualmente a sus alumnas. Sin embargo, el 45% de los condenados en sentencia firme sigue en la docencia y casi un tercio no han sido ni siquiera sancionados. El Ministerio de Educación tiene en marcha una campaña en la que advierte que mantener relaciones sexuales, incluso consentidas, con estudiantes “está mal” y anima a delatar a los profesores

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