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La beca más ansiada

Muchos se quedarán sin la ayuda por la subida de requisitos académicos, mientras otros no sabrán la cuantía hasta dentro de unos meses

Elisa Silió
Para mantener la beca, los estudiantes tienen que aprobar el 90% de las asignaturas en humanidades y el 65% en las carreras técnicas
Para mantener la beca, los estudiantes tienen que aprobar el 90% de las asignaturas en humanidades y el 65% en las carreras técnicasSANTI BURGOS

Este no es un curso más para quienes realizan estudios superiores con beca. Hay un antes y un después en la criba de ayudas con el nuevo decreto de becas aprobado en agosto. Está por ver si –como alertan sindicatos, partidos políticos, estudiantes y rectores– va a llevarse por delante a miles de alumnos que cumplen las exigencias económicas para optar a una, pero no alcanzan las académicas, que se han vuelto a endurecer. En el curso 2012-2012 se pasó de pedir una media de 5 al 5,5 para cualquier beca, y este curso, además, si se quiere aspirar a una ayuda de dinero (no de exención de matrícula), se necesita una media de al menos un 6,5. El Ministerio de Educación asegura que el año pasado tan solo se perdieron un 3% de las becas (no ha especificado aún a qué número de personas afectó), aunque según cálculos de este periódico se solicitaron 40.000 ayudas más que el curso anterior por el empobrecimiento cada vez mayor de los hogares. Los rectores, en clara oposición al ministro José Ignacio Wert, calculan que se pueden quedar este curso sin sustento económico unos 20.000 alumnos mientras el ministerio adelanta que habrá 10.000 becarios menos entre los que se matriculan por primera vez.

A esta incertidumbre se suma el embrollo de la resolución de estas becas, que tardará meses en conocerse. Los aspirantes a becarios no están sabiendo al iniciarse el curso cuánto van a recibir. Siempre el fallo de las becas se demora, pero sabían a ciencia cierta lo que iban a percibir si cumplían los requisitos. ¿Ahora tendré suficiente?, se preguntan. El nuevo reparto del dinero, muy complejo e intrincado, ha sido objeto de muchas críticas y está por ver lo que supone para el bolsillo de los estudiantes. En la beca hay una parte fija de 1.500 euros para las becas-salario (las de compensación) y otros 1.500 para las de movilidad (para los que estudian lejos de su hogar). Y una vez que se raciona esa parte y el dinero de la exención de tasas, lo que queda se repartirá en función de la renta del alumno, sus notas y las de sus compañeros. Es decir, la beca depende del esfuerzo del estudiante y del resto de solicitantes de la ayuda. A finales de agosto, Wert anunció que había presupuestados para becas 1.417 millones de euros, 250 millones más, aseguró, que el curso pasado.

Sin las cuentas hechas, los alumnos se sienten más confundidos que nunca. Se palpa en el ambiente. La Universidad Politécnica de Valencia hizo al finalizar el pasado curso una encuesta entre 3.400 estudiantes. El resultado aumentó la preocupación de sus gestores (de manos atadas con el presupuesto propio recortado). Dos tercios de los becados aseguraron que abandonarán sus estudios si no obtienen ayuda, porque más de la mitad piensan que su situación empeorará.

Recortes

En los últimos años, la crisis había provocado una subida exponencial de las becas aprobadas –no había un límite, se concedían a quien cumpliese las condiciones– y con este giro en el decreto nadie duda que supondrá un tajo en las ayudas. Educación, que pretende primar la excelencia y el esfuerzo, argumenta que los menos pudientes podrán con su reforma del sistema de becas conseguir más dinero y, por tanto, aumentan las posibilidades de que acaben la carrera al contar con una situación personal más desahogada. Hasta la fecha, el ministerio no ha publicado ningún estudio, cálculo ni estimación sobre el impacto de esas nuevas exigencias académicas. Los socialistas, que calculan que se van a perder un tercio de las ayudas, van a llevar el decreto por “discriminatorio” al Tribunal Supremo. También los sindicatos están dispuestos a seguir ese camino.

Los socialistas calculan que se perderá un tercio de las ayudas

Ante este panorama, la presidenta de los rectores, Adelaida de la Calle, ha propuesto crear una bolsa privada de donantes para pagar las tasas de quienes no puedan hacer frente a sus gastos y no cumplan los requisitos académicos. “Una medida de emergencia que no debe consolidarse”, puntualiza. No todos sus colegas están de acuerdo. Algunos rectores temen que se confunda caridad con derecho a la educación. También los estudiantes recuerdan que es el Estado quien debe garantizar la enseñanza. Con la reforma se necesita un 6,5 para obtener una beca que suponga dinero y un 5,5 para no tener que pagar tasas, que han subido de media un 16% en dos años, pero con picos de hasta el 66% en Madrid y Cataluña. Después, para mantener la ayuda, deben sacar unas notas muy por encima de lo que el resto de alumnos deben cumplir para continuarlos (requisitos de permanencia).

Se tiende a olvidar que en todos los casos en la Universidad pública el Estado paga el 80% del gasto del curso de cada alumno, y el 20% lo costea este o lo cubre la beca. Es decir, todos son becados. Por eso algunos expertos en la gestión de la enseñanza superior, como José Ginés Mora, se plantean: ¿por qué al que se costea el 80% se le permite repetir y repetir hasta que se le agoten las convocatorias y el del 100% tiene que aprobar casi todo para seguir estudiando?

Para ser becario –alrededor de un 20% de los universitarios disfrutan de una–, cuando uno se matricula por primera vez en 1º de carrera necesita tener una nota de acceso a los estudios de 5,5. Y para mantener la beca en cursos posteriores hay que aprobar la mayor parte de las asignaturas –90% en humanidades, frente al 65% en las técnicas– o tener una media el año anterior de 6 en las ingenierías y del 6,5 en el resto.

¿Quiénes pueden optar a estas becas? No pagan matrícula los estudiantes de hogares de cuatro miembros que ingresan por debajo de 38.800 euros anuales. La cosa se pone más difícil para obtener ayudas de compensación para los hijos de hogares pobres que no contribuyen con dinero en casa al estar estudiando. En ese caso, las familias de cuatro miembros no pueden superar los 14.000 euros anuales. Para la ayuda de residencia en otra comunidad, el umbral es de 36.421 euros.

No son buenos tiempos para los estudiantes excelentes. Hay ahora el mismo número de becarios que hace 15 años (1.130), y además con la misma dotación (en total, 2.000 euros) que hace 20 años. Aunque la intención del ministro es volver a mejorarlas cuando escampe: “En el afán por preservar estas becas de base social, hemos tenido que renunciar a las de excelencia, basadas exclusivamente en el rendimiento. Nos ha dolido mucho, porque creo que el sistema tiene que ser consistente en enviar señales de valor acerca del rendimiento y el esfuerzo”.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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