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“La tercera guerra mundial será de datos”

José Luis Florez, responsable mundial de 'big data' de la consultora Accenture, alerta sobre los peligros de una mala gestión de esta información

Ya hay más bits de datos almacenados sobre nosotros que estrellas en el universo. En 2020 el volumen de información acumulada sobre los habitantes del planeta será 44 veces mayor que el actual. Todo lo que revelamos, conscientes o no, al usar el móvil, el correo electrónico o las redes sociales se almacena y dibuja, cada vez con más detalle, un perfecto retrato sobre nuestras costumbres y preferencias. Esta ingente cantidad de datos que suministramos se conoce como big data y, según los expertos, tiene tantas posibilidades de negocio como peligros para la privacidad. Según asegura José Luis Florez, responsable mundial de big data de la consultora Accenture, “la primera guerra mundial fue química, la segunda física (en referencia a la bomba atómica) y la tercera será de datos”,

Diversos expertos debaten sobre la materia estos días en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en el encuentro Big-data Analytics: la industrialización de la inteligencia, que reúne a una gran cantidad de empresas y profesionales del sector. Un sector que, de acuerdo con algunas consultoras, generará 4.400.000 puestos de trabajo en todo el mundo durante los próximos dos años. “Estamos ante una inundación de datos que para ser útiles deben ser tratados adecuadamente”, explica Santos González Jiménez, catedrático de Inteligencia Analítica Avanzada de la Universidad de Oviedo. “Hasta la fecha solo el 4,8% de las empresas españolas han implantado sistemas de gestión de big data, con lo que la estrategia de futuro es fundamental”, abunda.

Los datos se pueden aplicar en todo tipo de campos como turismo, banca, sanidad, ciudades inteligentes… La clave consiste en conocer las costumbres de los clientes para prever sus necesidades futuras. “¿Cómo puede ser que Amazon, al abrirlo, ya me recomiende el próximo libro que ya tenía decidido comprar?”, se preguntaba la semana pasada el periodista Lluís Bassets en la misma universidad.

“Los datos son el petróleo del siglo XXI”, dijo recientemente en una entrevista José Luis Rodríguez, director de la Agencia Española de Protección de Datos. Y dados los conflictos que ha generado el oro negro durante el último siglo, la analogía preocupa a más de uno. Bassets afirmaba la semana pasada: “Las guerras han cambiado. Ahora el propio espionaje y el manejo de datos son la propia guerra”.

¿Es posible escapar de esta deriva Orwelliana? ¿Qué solución se ofrece para quien quiera mantenerse al margen? “Es importante concienciar a la población de la importancia de los datos que se vierten a la red porque pueden usarse en tu contra. Debería haber mecanismos para evitarlo, pero actualmente no los hay. No tengo ninguna duda de que se legislará al respecto. Lo que no sabemos es cuándo”, reconocía el consultor Florez.

A la vez que abre inmensas posibilidades de progreso y aumenta el conocimiento de las necesidades de los clientes, el big data y genera temor a una memoria perenne en la red o la imposibilidad de ocultar aspectos privados. Barack Obama, que durante su segunda campaña electoral a la presidencia estadounidense se sirvió del big data para escudriñar a su electorado, ha visto menoscabada su popularidad tras la revelación del programa de almacenamiento de datos y espionaje de La Agencia de Seguridad Nacional. “Los datos son algo imparable. No se pueden poner puertas al campo”, resumía el catedrático Santos González. “Están ahí, por eso hay que sacarles partido”.

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