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La miseria que no se contó en un parto mediático

El alborozo de la prensa por un doble alumbramiento en menos de 48 horas en los andenes del metro de Ciudad de México tiene un triste trasfondo

Paula Chouza
María, de 22 años, tuvo un hijo en e metro de la ciudad de México el 30 de abril.
María, de 22 años, tuvo un hijo en e metro de la ciudad de México el 30 de abril.saúl ruiz

Hace unos días dos mujeres fueron noticia por dar a luz en los andenes del suburbano de la Ciudad de México. “El metro ofrece una historia amable la jornada en que se celebra el día del niño”, “Metro gratis de por vida a bebé nacido en Pantitlán”, “La cigüeña ahora llega a la estación Hidalgo”. Los titulares de la prensa eran de puro alborozo.

María, de 22 años y la menor de seis hermanas, es una de esas dos mujeres. Su historia no tiene nada de luminoso. Como su parto no es tampoco una anécdota bonita. Sí refleja, en cambio, la miseria de un país fuertemente dividido entre ricos y pobres, donde el sistema marca que cada cual recibe lo que se puede pagar. Y no más.

Es sábado. En un café cercano al Hospital Pediátrico de Coyoacán, el rostro de la joven refleja cansancio, pero sobre todo miedo. Una especie de desconfianza que transmite a través de una mirada de enormes ojos verdes y que se evidencia en cada una de las escuetas respuestas que da. Con sus pantalones de mezclilla –de ninguna marca comercial aparente-, una chamarra rosa y deportivas comunes, recuerda a una adolescente asustada antes de un examen. Sin embargo, María ya tiene dos hijos más, uno de cuatro años y otro de diez meses. Vive con su madre, Sabina, que es viuda, y lleva trabajando desde que cumplió los 15. Juntas van a diario a los tianguis (mercadillos ambulantes) para vender juguetes de diez de la mañana a cinco de la tarde. “Se gana poco, entre 100 y 120 pesos al día (menos de diez dólares)”, cuenta. Dicho de otra manera, se llevan alrededor de 3.600 pesos al mes –unos 298 dólares-. El sueldo representa casi el doble del salario mínimo en México, pero claro, son cinco en casa.

Al padre de sus hijos lo conoció hace seis años y llevan ocho meses separados. El martes pasado se sintió mal sobre las cinco de la mañana y decidió ir al hospital en transporte público. La joven explica que tomó primero un microbús desde Ixtapaluca, en el Estado de México, hasta la estación de metro La Paz. El primer tramo le llevó 45 minutos. Cuando se subió al metro quería llegar al Hospital de la Mujer, un centro público que se encuentra a 50 kilómetros de distancia y que atiende a mujeres sin seguro social. Para ello tenía que completar un trayecto de 26 paradas con dos cambios de línea, pero no llegó. En torno a las 8.30 de la mañana, María dio a luz a un bebé en la estación Pantitlán, un enorme hormiguero por el que pasan 390.000 personas cada día. Policías Auxiliares del Distrito Federal la ayudaron en las labores del parto y media hora después fue trasladada junto con su hijo y su madre al hospital.

Sabina, la madre, continúa acompañándola cada día a visitar al niño, a quien, sin embargo, no ha podido conocer aún --el bebé al que la autoridad de la Ciudad de México ha prometido pase de Metro de por vida está ingresado, luchando contra las infecciones, pero de eso ya nadie habla.

Mientras María entra a darle pecho a su hijo, que pesó al nacer tan solo 2 kilos 300 gramos, ella espera más de una hora sentada en un banco de cemento que hay delante del pediátrico. A su lado reposa una bolsa de plástico con ropa de abrigo, una botella de agua y el teléfono de su hija, que atiende diligentemente mientras ella está dentro. De larga melena blanca recogida en una trenza, con mandil a cuadros blancos y rojos, zapatillas desgastadas, Sabina aguarda paciente, callada, y solo reacciona para decir sí a la oferta de si quiere una galleta, que tarda más de diez minutos en comer, despacito, bocado a bocado.

“El niño está bien y mi hija igual”, dice al fin Sabina. Pero aún es pronto para darle el alta al bebé. Según explica el director del pediátrico, Miguel Camarillo, “al haber nacido en un medio altamente contaminado se dice que el niño está potencialmente infectado, por lo que la norma internacional obliga a darle antibiótico de 3 a 5 días”.

Mientras, los medios de comunicación publican estadísticas –son diez las mujeres atendidas en parto en el sistema de transporte colectivo del DF desde hace tres años-, las autoridades toman medidas populistas, como el regalo del abono vitalicio anunciado a través de Twitter, y presumen de la calidad de sus servicios: “Nuestra Policía recibe cursos de capacitación de primeros auxilios”, decía el viernes en entrevista telefónica el Secretario de Seguridad Pública estatal, Jesús Rodríguez Almeida.

Al preguntarle a María sobre sus problemas, repite que “los pasajes son muy caros”. Asegura que las autoridades, aunque no llega a concretar cuáles, le han dicho que si necesita algo “les llame”. Aún no lo ha hecho, así que puede que el ofrecimiento quede solo en un gesto. Hasta el momento el Sistema de Transporte Colectivo le ha regalado la silla para el bebé, ropa y pañales. Un solo paquete con 40 unidades cuesta lo que gana al día. Al terminar la entrevista, madre e hija se llevan los refrescos que han pedido hace unos minutos. Juntas caminan de nuevo hacia el metro para volver a casa, un viaje que durará alrededor de dos horas.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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