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Las bodegas de vino buscan cómo resistir el envite del cambio climático

Varios estudios demuestran que las variedades verdejo, tempranillo y garnacha aguantan más

Viñedo de Quinta Sardonia.
Viñedo de Quinta Sardonia.

Llueve. Llueve mucho sobre los viñedos de la bodega Matarromera. Una bruma densa se cierne sobre ellos y apenas se pueden divisar las cepas a lo lejos. El grupo vinícola tiene más 490 hectáreas entre viñas y olivos, repartidas en siete diferentes bodegas. Una de ellas es la de Villalba de Adaja y llama la atención su estructura arquitectónica. Según comenta Rami Sanz, director de comunicación de este grupo, "todas están especialmente diseñadas para reducir, en la medida de lo posible, el impacto de su actividad en el medio ambiente". Para ello usan paneles solares, reutilizan los desechos de sus cosechas, emplean un sistema de doble goteo para regar sus plantaciones y desarrollan sistemas para reducir el CO2.

"El efecto del calentamiento en la vid es irreversible y es una realidad que no se puede ocultar", comenta Alberto Guadarrama, director del centro de desarrollo sostenible de Matarromera. "Estamos investigando en diferentes tipos de uva. La verdejo, la garnacha y tempranillo, a día de hoy, son las que mejor respuesta nos han dado en cuanto al impacto del cambio climático en las cepas", explica el científico y enólogo.

"El efecto del calentamiento en
la vid es irreversible"

Esta empresa está trabajando junto a varias universidades (Politécnica de Madrid, Zaragoza, Barcelona) y el Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino para desarrollar nuevos métodos de producción de diferentes variedades de uva y estudiar su comportamiento genético ante el calentamiento del clima.

Según Sara Martín de la Helguera, técnica del departamento de Guadarrama, "España, desde los años 40, ha sufrido un aumento de temperatura de dos y tres grados. Esto significa que los vinos han pasado a tener una gradación alcohólica más elevada, lo que se traduce en que la fermentación del caldo es más complicada", comenta mientras camina entre las otoñales y rojizas viñas.

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Si siguen subiendo las temperaturas, esto provocará una maduración acelerada la uva y una mayor concentración de azúcar. Los caldos serán más alcohólicos y su acidez será más baja. Pero esto no es todo. Algunos tintos pueden incluso perder su color; otros vinos, como los blancos, su volumen en boca, es decir, su sabor e incluso sus aromas. "Y un vino de calidad necesita su tiempo; si no, pierde su esencia", comenta Guadarrama alzando su copa durante la cata de vinos.

En España, el cambio climático se está manifestando en un adelanto significativo de la vendimia. Algunas bodegas, como Torres, se están viendo seriamente afectadas, de ahí que se estén planteando cambiar la variedad de uva que cultivan o mover la ubicación de sus cepas en busca de localizaciones más frías y altas. Otras bodegas tantean la posibilidad de aumentar el número de plantas y mantener su follaje para reducir el impacto del sol en la fruta y minimizar los efectos negativos en su maduración.

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