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El mapa de la contaminación

“El mal olor es constante. Y las náuseas”

Los vecinos de Bajo Nervión sufren el humo de una gran refinería desde hace más de 40 años

La planta de la refinería de Petronor, vista desde el municipio de Muskiz. / Santos Cirilo
La planta de la refinería de Petronor, vista desde el municipio de Muskiz. / Santos Cirilo

En el barrio de San Juan, en Muskiz, la cabina de detección se instaló el pasado mes de marzo. Fue después de que una avería en la cercana refinería de petróleo de Petronor provocase un episodio de emisiones contaminantes por gases, polvo y fuertes olores a hidrocarburo. Nada más instalarse, el equipo detectó picos de benceno en concentraciones significativamente más altas de lo habitual. La torre de refrigeración emitió nafta mezclado con el agua por la rotura de una tubería. Normalmente, se habría evaporado, pero esos días hubo niebla y los compuestos se quedaron flotando a muy baja altura.

Es aquí, a menos de 30 kilómetros al noroeste de Bilbao, donde se ubican los núcleos urbanos de Muskiz y Abanto Zierbana, fácilmente localizables desde hace cuatro décadas por la imponente silueta de la refinería. El Bajo Nervión comprende 24 municipios, entre ellos, Bilbao. Según el último informe de Ecologistas en Acción, es el área con peor calidad del aire en el País Vasco.

“Está claro que en toda esta zona, la caída de la industria pesada y el reciente cierre de la térmica de Santurce se ha notado en la calidad del aire. Pero en los últimos años, la zona adyacente a la refinería o a la incineradora ha aumentado las emisiones”. Lo cuenta Sara Ibáñez, médico de familia en el centro de salud de Muskiz y miembro de la plataforma ecologista Meatzaldea Bizirik. Además, en 2009 se amplió con una nueva planta de coque. “La calidad del aire en esta zona está teniendo consecuencias para la salud. La gente empieza a notar náuseas, molestias digestivas, dolor de cabeza y ojos rojos. El mal olor es una constante. Cada uno va viendo su problema individual, pero es difícil diagnosticar que sea consecuencia de lo que se está respirando. Es difícil probarlo porque no hay detección. Ninguna de las estaciones de medición detecta hidrocarburos”, cuenta Ibáñez.

Petronor afirma que realiza controles y que tiene todos los permisos en regla

La Asociación de vecinos El Turruntero está en el barrio de San Julián, uno de los más cercanos a la refinería. Amelia, miembro de la asociación, asegura que en la zona mucha gente joven se muere de cáncer, que el porcentaje de tumores pulmonares es mucho más alto que la media y que una de las condiciones que se pusieron a Petronor en 2009 para abrir la nueva planta fue hacer un estudio epidemiológico. “Cambió el Gobierno, volvió el PNV al ayuntamiento y todo se paralizó”, cuenta el secretario general de El Turruntero, Javier García. “No se trata de perseguir a Petronor sino de defender nuestra salud”, asegura García. En el último estudio (1996-2003), esta zona registró un exceso de mortalidad de un 14% para los varones y un 12% en el caso de las mujeres respecto a la mortalidad en Euskadi.

El responsable de comunicación de Petronor es tajante: “No vamos a decir nada, el interlocutor al que los vecinos deben dirigir sus denuncias es la Administración. Nosotros tenemos controles constantes, los permisos en regla y no superamos los máximos legales en cuanto a emisiones”.

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Rocío Marcos es bióloga y bioquímica, colabora con Ecologistas en Acción y ha realizado los controles de las 54 estaciones instaladas en Euskadi. “Hay casos muy preocupantes”, cuenta, como el de la estación de Munoa, dentro de un colegio de educación infantil. “Aquí no puedes ni tender la ropa”, dice Teo, vecino de Zorroza. “Estamos muy preocupados por los contaminantes que no son públicos, como los metales pesados, dioxinas y furanos de la incineradora de Zabalgarbi”, también en el Bajo Nervión. “Se ajustan a lo que marcan las empresas”, denuncia Teo, “en vez de a lo que dicen las leyes”.

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