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Elitismo de masas

Las mejores universidades del mundo apuestan por impartir curso en la Red Harvard y el MIT sorprenden al sector con cursos gratis

El coste de la matrícula actúa como filtro para las clases sociales. La Red soslaya este problema. / Carlos Rosillo
El coste de la matrícula actúa como filtro para las clases sociales. La Red soslaya este problema. / Carlos Rosillo

La irrupción de la educación a través de Internet en el ámbito universitario ha abierto las puertas a muchos estudiantes que no hubieran accedido a la educación superior en caso de depender de la enseñanza tradicional. Además, esta fórmula está transformando de manera radical la manera en que algunas universidades afrontan su futuro.

La Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), las dos universidades más prestigiosas del mundo, han sorprendido a la comunidad educativa con el lanzamiento de ofertas gratuitas a través de la Red. Desde el próximo otoño, varios cursos —de momento no hay titulaciones completas— estarán disponibles a través de Internet. Una estrategia que algunos interpretan como un mero gancho comercial para captar nuevos estudiantes, y que otros consideran como un paso decisivo para ir adaptándose a nuevos modelos de negocio más flexibles a través de la Red. La Universidad de Berkeley, en California, también se ha unido a este proyecto llamado EdX.

Quienes completen los cursos y demuestren (bien con un examen o con trabajos) que lo han aprovechado adecuadamente recibirán un certificado de finalización del curso, que este año será gratis y en los próximos costará un precio módico.

"Es el mayor avance desde la invención de la imprenta", asegura un experto

Otras 16 grandes instituciones —incluidas las universidades de Stanford, Princeton y Johns Hopkins— también apuestan por esta fórmula y acaban de estrenar su propio sistema, que pondrá en la Red más de un centenar de cursos y aspira a captar estudiantes fuera de las fronteras de Estados Unidos y en varios idiomas.

Se abre así un importante, y global, campo de oportunidades. Durante la presentación de su nueva plataforma, EdX, la presidenta del MIT, Susan Kockfield, invitaba a los asistentes a imaginar el poder de un grupo de jóvenes participando en cualquiera de sus clases desde un cibercafé en El Cairo. Hablaba de una experiencia de aprendizaje conectado, en el que todos los estudiantes, profesores e investigadores —muchas veces desde diferentes países— comparten la misma plataforma, expandiendo los contenidos y las lecciones más allá del aula tradicional.

“Se trata del cambio más grande en el mundo de la educación desde la invención de la imprenta”, aseguró Anant Agarwal, presidente de EdX y profesor de MIT. “Las tecnologías modernas como Internet o el alojamiento de datos en la nube pueden impulsar la educación online a escala masiva”, dijo. “La universidad online ha llegado para quedarse, y el panorama de la educación superior va a cambiar completamente”, corrobora Carles Sigalés vicerrector de Política Académica de la UOC (Universidad Oberta de Cataluña).

En EE UU, el 77% de las universidades oferta cursos a través de Internet. Y uno de cada cuatro estudiantes afirma haber participado en algún tipo de clase a través de la Red, según un estudio realizado en 2011 por el Centro Pew de Investigación.

Este tipo de enseñanza predomina entre las universidades públicas (89%) frente a las privadas (69%) gracias a la inversión de los Gobiernos, así como a algunas inversiones privadas en centros concertados, conocidos como “escuelas charter”, tradicionalmente más abiertos a la experimentación.

Se acabó lo de ir a clase: es la clase la que va a ir a casa del estudiante

En total, más de seis millones de estudiantes estadounidenses dieron clases a través de la Red en el último curso; 560.000 más que en el año anterior, según un informe de Babson College. Este crecimiento, un 10%, es significativamente mayor que el de la educación superior tradicional, que aumentó apenas un 2%, hasta los 19,7 millones de alumnos, de acuerdo con los últimos datos del censo. Además, decenas de empresas y organizaciones norteamericanas han aumentado su inversión en educación online para tomar posiciones en este terreno. Impulsan la creación de nuevas normas que permitan crear más clases a distancia y aumentar la proporción de horas lectivas impartidas a través de la Red.

Estados Unidos, el país que alberga el mayor número de universidades de élite del mundo, es el decimosexto en proporción de estudiantes que terminan la carrera, con un 42% de abandono, según la organización Civitas Learning. El alto precio de una titulación universitaria está entre las primeras razones para dejar los estudios (cuestan entre 6.500 y 32.000 euros al año), según el Consejo de Universidades. En Europa, con una oferta pública muy potente a precios mucho más asequibles, existe desde hace años una gran presión para aumentar lo que los alumnos abonan por sus matrículas (en España algunas comunidades las han subido este año hasta un 66%, de 1.000 hasta más de 1.600 euros).

Pero esto, ¿funciona?

J. A. AUNIÓN

Puede llegar a todas partes y ser mucho más barata, incluso gratuita, pero ¿puede la enseñanza online ofrecer una educación tan buena como la presencial? Según un estudio encargado por el Departamento de Educación de Estados Unidos a la consultora SRI International y publicado en 2009, la respuesta es sí.

Tras analizar las más importantes investigaciones hechas al respecto entre 1996 y 2008, aseguraba que con la enseñanza completamente online se aprende lo mismo o incluso algo más que con la presencial. La diferencia es mucho mayor a favor de los programas que combinan los métodos a distancia por la Red y presencial.

La razón que daban no es que el modelo sea más efectivo por sí mismo, sino el hecho de que la educación a distancia requiere alumnos fuertemente implicados, y la actitud del alumno es determinante en todo tipo de enseñanza.

Quienes estudian a distancia suelen dedicar más tiempo al estudio, a buscar información adicional, a compartirla y discutirla... Esta ventaja, compartida con la educación a distancia de toda la vida, se ve amplificada por los magníficos medios que ofrece Internet para estas labores. También son comunes las dificultades, esto es, que la enorme motivación que requiere no está al alcance de todo el mundo, con lo que las tasas de abandono son muy altas.

“Los estudiantes rechazan endeudarse como han hecho hasta ahora”, explica Jim Taylor, profesor en el Digital Futures Institute de la Universidad de Queensland. “Debemos reconocer que no podemos responder a la demanda actual sin cambiar el sistema. Es demasiado caro”.

Al elevado coste de la enseñanza universitaria tradicional, sobre todo en los centros más prestigiosos, se suma el hecho de que los estudiantes buscan experiencias educativas diferentes, con un fuerte contenido tecnológico. Las universidades se ven así inmersas en una encrucijada histórica: necesitan nuevos ingresos justo en un momento en el que se ven forzadas a adaptar su oferta educativa para satisfacer a estudiantes que viven permanentemente conectados.

“La universidad tradicional se ha convertido en un dinosaurio”, afirma María Jesús Frigols, profesora de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), en la que ya imparten varias titulaciones a través de un sistema de enseñanza presencial virtual: todas las clases se imparten a través del ordenador y en el horario que elija el alumno. “La educación online va a ser un acicate para la universidad tradicional. Sus tiempos de adaptación son demasiado lentos. Tienen que reaccionar, no les queda más remedio. Ahora es la universidad la que va a casa del alumno. Esa flexibilidad es absolutamente esencial”, señala.

Pero lo que más sorprendió del anuncio de Harvard y MIT no fue la digitalización de su enseñanza, sino que el acceso a los cursos de dos de los centros más elitistas del mundo fuese gratuito. Los responsables de la iniciativa reconocieron que Internet tiene tanto potencial para romper modelos en el ámbito de la educación como antes lo ha hecho en el de la música, las editoriales o los medios de comunicación, por lo que las dos instituciones estarían adelantándose a la respuesta que otros sectores todavía no han encontrado.

En realidad, la universidad online no es tan barata comparada con la presencial: según un estudio del Instituto Thomas Fordham elaborado en 2011, el coste medio por estudiante está entre los 6.400 dólares (5.200 euros) para una universidad cien por cien online y los 8.900 dólares (7.200 euros) para una que combine enseñanza en la Red y tradicional; los centros presenciales invierten unos 10.000 (8.100 euros).

“Si estás cambiando las vidas de millones de personas, acabarás encontrando la forma de ganar dinero con ello”, declaró a la revista Newsweek Andrew Eng, uno de los fundadores de la empresa Coursera. La compañía, fundada en Silicon Valley, creó una plataforma en colaboración con 12 universidades privadas para ofrecer sus cursos online de manera gratuita. Por el momento, los estudiantes pueden acceder a 117 clases, desde Computación y Programación hasta Mitología Griega o Astrobiología.

Sus creadores reconocen que los profesores que imparten las clases presenciales no cobrarán más por enseñar también online y la empresa carece todavía de un modelo de negocio viable para futuro.

Según el estudio de Babson College, la mayoría de rectores de universidades norteamericanas no ven la transición hacia la educación online como un método de ahorro. Los centros deben mantener sus infraestructuras de enseñanza tradicionales y, además, adquirir o crear nuevas plataformas digitales, contratar profesorado e invertir en mejoras de un sistema que prácticamente acaba de nacer.

Quienes apoyan la gratuidad de la enseñanza superior por Internet apuntan a que ya hay universidades tradicionales, en países como Dinamarca o Suecia, donde los alumnos no pagan matrícula por asistir a clases presenciales. Se trata, al fin y al cabo, de encontrar vías de financiación alternativas.

En Australia, muchos profesores defienden un nuevo modelo de negocio basado en el acceso gratuito a la educación y respaldado por una red de instituciones con reconocimiento a nivel internacional, como la plataforma de Recursos Educativos en Abierto (OER). Es el modelo por el que ha apostado la Universidad de Queensland. OER se ha creado en colaboración con el Instituto Internacional de Planificación Educativa de la Unesco, y permitirá a la Universidad de Queensland financiar sus clases online a través de las tasas que paguen los estudiantes una vez obtengan el título. “El avance de la tecnología e Internet hacen que la universidad tenga prácticamente un coste cero”, explica el profesor Jim Taylor. La universidad pública australiana aprovechará su actual infraestructura de profesores, titulaciones y el material ya existente para duplicar la oferta educativa, impartiéndola de manera simultánea mediante clases presenciales y a través de Internet.

La plataforma OER se lanzará al completo en 2013, y a finales de este año estudiantes de todo el mundo tendrán oportunidad de participar en tres carreras piloto en el ámbito de las relaciones internacionales, el arte y el diseño. Algunos de los centros que participan en la iniciativa se han ofrecido a traducir los materiales a idiomas como el español, ampliando su potencial a América Latina, así como a lenguas locales del sur de África.

“Las instituciones que están dando sus cursos en la Red van a mejorar el acceso a la educación, sin amenazar con ello a la universidad tradicional”, afirma Taylor. “Además, la educación online abrirá las puertas de la universidad a estudiantes ahora excluidos y conectará a otros con profesionales de todo el mundo”, dice el experto. “Es una cuestión de justicia social”, concluye Taylor.

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