La nueva Selectividad empieza este curso sin apenas modelos de examen: “Hay preocupación y angustia”
El Gobierno publicó en junio el nuevo marco de la prueba, y cada comunidad autónoma debe aprobar ahora sus instrucciones y ofrecer ejemplos de ejercicios a los centros
Más de 300.000 estudiantes estrenarán en junio la nueva Selectividad. La Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) experimentará el mayor cambio en medio siglo de existencia para adaptarse a la última reforma educativa y adoptar un enfoque más aplicado y competencial. Dos semanas después de empezar el curso, la gran mayoría de estudiantes y docentes desconocen, sin embargo, los detalles de los exámenes a los que van a enfrentarse, y tampoco han podido ver ejemplos de ejercicios que les sirvan de referencia. Una vez fijado en junio por el Gobierno el marco general de la Selectividad, cada comunidad autónoma, en coordinación con sus universidades públicas, tiene que publicar sus instrucciones específicas, que normalmente van acompañadas de modelos de cada prueba para facilitar su preparación. Algo que salvo excepciones, como Galicia, gracias al trabajo de su comisión interuniversitaria, no ha sucedido.
“Tenemos un problema. Segundo de bachillerato es un curso que tiene unos contenidos propios, pero que, en la práctica, se enfoca a la prueba de acceso. Y si no sabemos cómo va a ser la prueba, resulta imposible”, dice Enrique Mesa, que enseña Filosofía en el instituto público Las Musas de Madrid. “Lo que estamos haciendo es decirles a los alumnos que, de momento, vamos a hacer las cosas de tal forma, pero que a lo mejor, dentro de uno o dos meses, tenemos que cambiarlo”. Testimonios como el suyo pueden escucharse en miles de centros educativos españoles. Y también como el de Javier Lechado, que estudia el bachillerato científico en el instituto público Puerto de la Cruz (al norte de Tenerife), y aspira a conseguir un buen resultado en la Selectividad que le permita entrar en Enfermería. “Nos toca hacer la PAU, un examen que puede decidir nuestra vida. Nos toca ser los primeros en probar el nuevo formato. Y, además, no sabemos casi nada sobre cómo va a ser. Tenemos mucha incertidumbre y también notamos a los profesores preocupados”, afirma. “A estas alturas”, añade Antoni Picornell, presidente de la federación de directores de instituto Fedadi, “deberíamos tener más información concreta sobre los exámenes y sus criterios de corrección”.
El Gobierno aprobó el real decreto que regula la nueva Selectividad el 11 de junio. La norma establece las características generales que deberán tener las pruebas, como su duración (90 minutos); el mínimo de penalización por faltas de ortografía (un 10% menos de puntuación en las partes que requieran elaborar textos); el máximo de preguntas cerradas (como en un test, que podrán suponer como mucho el 30%), o la reducción del margen de elección de los estudiantes en cada ejercicio. Pero a partir de dicho punto corresponde a las comisiones establecidas por cada comunidad autónoma para organizar la PAU ―que normalmente las dejan en manos fundamentalmente de las universidades― concretar cómo serán exactamente sus ejercicios, y a las consejerías de educación emitir las instrucciones correspondientes.
Fuentes autonómicas admiten que el ritmo no es el deseable, pero atribuyen el retraso a la tardanza del ministerio al aprobar la regulación básica. Fuentes del Ministerio de Educación apuntan a su vez que, a pesar de las dificultades, el caso de Galicia, que ha iniciado el curso con ejemplos de exámenes de 34 asignaturas, refleja que puede hacerse. Una fuente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), que constituyen la tercera parte implicada en definir los exámenes, señala, por su parte, que los responsables de fijar las pruebas en las distintas comunidades autónomas tienen previsto reunirse este miércoles en Bilbao, y que de dicha cita podrían salir decisiones.
El instituto público de Albacete del que Isabel Martínez es jefa de estudios recibió un correo electrónico de la Universidad de Castilla-La Mancha en el que se les confirmaba que iba a haber “modificaciones” en la PAU de este curso. Pero Martínez cree que hasta octubre, una vez nombrados los coordinadores de cada especialidad por parte de la universidad, no empezarán las reuniones con el profesorado de los institutos para exponerles en qué consistirán más exactamente los cambios. “Hay una intranquilidad que nos ha transmitido tanto el alumnado y las familias como el profesorado, que es quien tiene que orientar a los estudiantes”.
Unos guías, dice Pablo Icaran, que da clase de Lengua castellana y literatura en un instituto público de Valencia, que en esta ocasión están “desorientados”. “Necesitamos saber en qué incidir. ¿Priorizará el examen la madurez? ¿Priorizará la coherencia? ¿Que sean capaces de escribir un texto argumentativo? ¿O la sintaxis, la morfología, y la literatura?”. Hasta ahora, explica, el ejercicio de su asignatura tenía una primera parte común seguida de otra en la que los estudiantes podían elegir cinco preguntas de un total de 10. “Si iban mal en sintaxis, podían no coger ninguna y hacer cuatro de literatura, y una de semántica. Se configuraban el examen. Ahora se supone que no podrán hacerlo. Y el hecho de, además, no saber tampoco cómo quedará les genera preocupación y angustia”, asegura Icaran.
Una parte del alumnado de segundo de Bachillerato no tiene en mente hacer la PAU, bien porque quieren continuar estudiando algo distinto a la universidad, como una Formación Profesional de grado superior, o bien porque quieren el título de bachiller para, por ejemplo, presentarse a unas oposiciones. Muchos docentes, como Lorenzo Luque, presidente de la asociación de directores de institutos públicos de Andalucía, consideran que idealmente el Bachillerato no debería estar tan volcado en preparar la Selectividad. Pero esa es la meta de la mayoría de estudiantes. Y a la hora de la verdad, resulta casi imposible para los docentes no centrarse en intentar que el alumnado llegue bien preparado.
Obstáculos
Conscientes de ello, la idea de los responsables del Ministerio de Educación ya en 2022, cuando se presentaron las primeras propuestas de la reforma de la PAU, era acompañar la nueva norma que la regulara de ejemplos de exámenes. Los cambios que se fueron introduciendo respecto a la concepción original de la reforma, así como otros ―incluida la convocatoria de las elecciones generales en julio de 2023― fueron provocando su retraso. Cuando finalmente la norma estuvo lista para ser publicada, resultó que normativamente era necesario utilizar un real decreto (en vez de unas meras instrucciones), una fórmula que impedía acompañar el texto legal con ejemplos de exámenes ya que ello podría haber implicado, afirman fuentes del Ministerio de Educación, una invasión de las competencias educativas autonómicas.
Hubiera sido posible, aun así, publicar algún tipo de guía, como los exámenes piloto de diversas asignaturas que el ministerio realizó en 2023 para acabar de definir la nueva Selectividad. En un contexto político complejo, en el que las autonomías gobernadas del PP habían abandonado en bloque la mesa de trabajo de la Conferencia Sectorial de Educación que estaba diseñando los ejercicios ―a pesar de que alguno de dichos territorios, como Galicia, la primera que ahora ha ofrecido a sus centros los nuevos modelos de examen, estaba siendo muy participativa en el órgano―, el ministerio decidió no hacerlo. Se corría el riesgo, señalan las mismas fuentes, de que el ministerio hiciera público sus ejemplos y después parte de las comunidades definiera formatos significativamente distintos, aumentando así la confusión que se pretendía evitar. Sea como fuere, la cuestión es que las clases han empezado y la gran mayoría del profesorado y de los alumnos desconocen cómo será su PAU.
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