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El largo viaje de una manzana

Los alimentos que importa España recorren una media de 5.000 kilómetros y dejan a su paso una estela de gases de efecto invernadero

Esther Sánchez
Eli Sabbeth / Amigos de la Tierra

Cada vez se importan más alimentos, sobre todo para engordar al ganado, y cada vez vienen de más lejos aumentando las emisiones de CO2, según un informe elaborado por la asociación ecologista Amigos de la Tierra en colaboración con la Universidad de Sevilla y la de Vigo. En 2007 España importó casi 30 millones de toneladas de alimentos –un 53% más que en 1995-, que recorrieron una media de 5.013 kilómetros hasta llegar a nuestras fronteras y provocaron la emisión a la atmósfera de cinco millones de toneladas de dióxido de carbono. “Son cálculos estimativos y a la baja, porque solo hemos tenido en cuenta el transporte del país de origen al de destino, no la distancia que recorren en el interior de los países”, aclara Manuel Delgado, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla.

“Hemos querido poner cifras a lo que significa el transporte de alimentos cada vez más industrial, intensivo y en manos de multinacionales. Y nos hemos sorprendido, porque se está construyendo la globalización a base de destruir lo local y de la degradación social y ecológica”, sostienen desde Amigos de la Tierra. Ni siquiera algo tan típico de España como los garbanzos se cultivan ya aquí, el 87% proviene de otros lugares, principalmente de México. Los grupos de alimentos más viajeros son los piensos (7.900 kilómetros); pescado (6.780); el café, cacao, te y especias (6.200); las legumbres y frutas (5.000) y los cereales (4.200). “Según la FAO, somos uno de los países del mundo con mayor dependencia alimentaria, importamos el 58% de lo que consumimos, sin contar lo que come el ganado”, indica David Pérez, profesor de la Universidad Pablo Olavide.

En 2007 las importaciones de alimentos provocaron la emisión de cinco millones de toneladas de CO2

El mayor impacto lo provoca la compra de cereales y piensos para dar de comer a la ganadería industrial, que supone un 60% de todas las adquisiciones. En total, el Estado Español importa más de 14 millones de toneladas de alimento para el ganado, incluyendo siete millones de toneladas de soja, que vende Argentina y Brasil. La soja es transgénica y está provocando la destrucción del Amazonas y el desplazamiento de comunidades, aseguran Amigos de la Tierra. Porque se ha producido un cambio en el origen de las importaciones, indica Delgado. Europa sigue siendo nuestra gran despensa, pero el comercio con América Central y del Sur sigue aumentando y está en el 39%.

Otra incongruencia del sistema actual son los alimentos que España compra, pero que a la vez produce y vende fuera. "Por ejemplo", recalca Pérez, "en 2007 importamos 250.000 toneladas de manzanas y al mismo tiempo exportamos 100.000. Es decir, camiones de manzanas para arriba, camiones de manzanas para abajo”. Además, con un cambio en el modelo de transporte que se dirige hacia el más perjudicial para el entorno. El barco es el más utilizado y el que menos el tren aunque tiene un impacto medioambiental 20 veces menor.

Los autores del estudio abogan por una modificación que acerque la producción al lugar donde se consumen los alimentos. Porque, aseguran, el modelo actual ha provocado en las dos últimas décadas, además de las consecuencias medioambientales, la desaparición del 60% de las explotaciones familiares de productos lácteos y de dos millones de hectáreas de cereal, aproximadamente la cuarta parte de la superficie que se dedicaba en España a este cultivo. "Una situación que tiene que ver con la política agraria comunitaria, que se ha dirigido a ajustar los precios comunitarios a los mercados internacionales, así el agricultor recibe hoy en día 12 céntimos por un kilo de trigo, lo mismo que en los 80. Son nuevas formas de colonización con graves impactos sociales y ambientales", concluye Delgado.

 

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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