Catorce imputados por el mercadeo de vieiras tóxicas en A Coruña
Los implicados en la Operación Capacho están en libertad con cargos por un posible delito contra la salud pública. Ya son cinco los establecimientos afectados.
La vieira gallega es un bocado exquisito aunque vulnerable a las toxinas. El aluvión de bodas y bautizos que reclaman este marisco en sus menús ha dado alas a los mariscadores furtivos que se han lanzado estos días a esquilmar el fondo de la ría ferrolana para colocar en restaurantes y marisquerías coruñesa un producto ilegal, tóxico y sumamente perjudicial para la salud.
La Operación Capacho contra la compraventa ilícita de vieira que la Guardia Civil desarrolla en A Coruña desde el pasado jueves suma ya catorce imputados. Seis son mariscadores furtivos de la comarca ferrolana y los ocho restantes pertenecen al sector hostelero. En el listado que maneja el juzgado de Instrucción número tres de Ferrol figuran los propietarios de varios restaurantes y marisquerías de la provincia, un camarero, la cocinera y la encargada del Vilas de Santiago, muy popular entre los turistas.
Las analíticas realizadas por la Xunta de Galicia a las distintas partidas de vieiras decomisadas en los últimos días, más de un millar de unidades de gran tamaño, han confirmado la toxicidad del marisco con niveles de toxina amnésica (ASP) por encima de los límites legales.
En 2008, la Guardia Civil ya había asestado otro golpe al furtivismo al desmantelar una extensa trama que desde la ría de Ferrol surtía a distribuidores y locales de A Coruña y Pontevedra con grandes lotes de vieiras tóxicas. El escándalo gastronómico salpicó de lleno a reputados restaurantes de Santiago, Poio o Sanxenxo (Pontevedra), y a la restauradora Toñi Vicente, que perdió su estrella Michelín tras ser sorprendida por la Guardia Civil comprando capachos de vieira contaminada a los furtivos.
La vieira crece en las rías de Vigo, Pontevedra y Arousa, pero el bivalvo se da particularmente bien en la ría ferrolana, una de las más pequeñas y ricas de Galicia, asegura Victoriano Urgorri, director desde la Estación de Biología Marina de A Graña (Ferrol).
Explica que las toxinas (amnésica, diarreica o paralizante) proceden de microalgas que las generan de forma natural. A menudo crecen más de la cuenta, posiblemente por la presencia de agentes contaminantes, e infectan el molusco con más o menos intensidad en función de otros factores como las corrientes y mareas. La vieira filtra el agua y absorbe con facilidad unas toxinas de las que tarda en desprenderse y que resultan muy dañinas para el ser humano. La amnésica (ASP) es la más común y su ingesta puede provocar vómitos, diarreas, daños neuronales irreversibles e incluso la muerte, en casos de intoxicaciones muy graves, según un contundente informe del Instituto de Medicina Legal de Galicia.
En los últimos quince años, los mariscadores de la Cofradía ferrolana apenas han podido extraer vieira en dos ocasiones, en mayo del 2010 y enero del 2011 y las conchas pueblan el fondo de la ría como un campo de flores. "Son piezas enormes porque llevan una década desovando y creciendo", apunta José Luis Estévez, patrón mayor de Ferrol.
Antes de aterrizar en los mostradores de marisquerías y mercados, este molusco típicamente gallego tiene que pasar un estricto control sanitario para certificar su calidad y procedencia. En muy contadas ocasiones se puede consumir fresca, se compra congelada y siempre eviscerada.
Sólo hay dos plantas en Galicia autorizadas a procesar el bivalvo: Vieiras de Galicia y Ameixas de Carril, ambas en Pontevedra. Durante las campañas de extracción, un centenar de mujeres se encargan de arrancar el hepatopáncreas, la glándula digestiva de la vieira donde se concentran la mayor toxicidad, y depuran el músculo y las gónadas. Eviscerada y etiquetada, la vieira gallega es un bocado de lujo muy codiciado.
Los furtivos, que acostumbran a trabajar por encargo, proporcionaron a hosteleros sin escrúpulos un producto fresco y contaminado a sabiendas de su ilegalidad y esquivando todos los controles sanitarios. Ambas partes se lucraron con la venta ilícita de vieras contaminadas que se pagan en torno a 1 euro y 1,5 la unidad, y multiplican por diez o más, sus precios en los menús, asegura Estévez.
Los 14 implicados en la Operación Capacho están en libertad con cargos imputados por un posible delito contra la salud pública y son cinco los establecimientos afectados. El operativo todavía no se ha cerrado y sigue la pista de otras partidas de marisco tóxico vendidas en el mercado negro.
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