Purdy gana la batalla para clarificar la ley británica de suicidio asistido
La Cámara de los Lores considera que esa imprecisión legal atenta contra los derechos humanos.- La mujer quiere saber si su marido será perseguido de ayudarla a morir
La británica Debbie Purdy, que padece esclerosis múltiple desde 1995, ha ganado la batalla para clarificar la legislación británica sobre el suicidio asistido. Purdy, de 46 años y cuya enfermedad degenerativa la tiene postrada en una silla de ruedas, quiere saber qué le pasará a su marido si, llegado el caso, decidiera viajar a Suiza para morir. La Cámara de los Lores, máxima instancia judicial de Reino Unido, ha resuelto este jueves que la legislación sobre esa cuestión es imprecisa, lo que atenta contra los derechos humanos.
Purdy elevó su caso a la Cámara de los Lores después de que el Tribunal Superior de Londres y el Tribunal de Apelación decretaran que corresponde al Parlamento y no a la justicia cambiar la ley. En Reino Unido, el suicidio asistido está castigado con una pena máxima de 14 años de prisión. Los jueces lores no discuten que la modificación de la ley sea competencia del Parlamento, pero sí consideran que la Fiscalía del Estado debe explicar por escrito los factores que considera relevantes para procesar a alguien en las citadas circunstancias.
Flanqueada por su marido, el músico cubano Omar Puente, la mujer ha manifestado su alegría por la decisión de los jueces lores, que ha calificado como "un paso enorme hacia una ley más compasiva". "Estoy extasiada. Me siento como si me hubieran indultado. Quiero vivir mi vida al cien por cien, pero no quiero sufrir innecesariamente hasta el final", ha dicho. "La decisión significa que puedo hacer una elección bien fundada con Omar sobre si él viaja conmigo al extranjero para acabar con mi vida, porque sabremos exactamente a qué nos atenemos", ha agregado.
Desde 1992, cerca de un centenar de británicos han acabado con sus vidas en la clínica Dignitas de Suiza, donde el suicidio asistido es legal, sin que los familiares de los que acuden allí para morir sean perseguidos.
El pasado fin de semana el diario The Times publicó un sondeo según el cual el 74% de los 1.504 británicos entrevistados se mostraba favorable a que los médicos permitan a los enfermos terminales poner fin a su vida.
En 2001, Diane Pretty, una británica tetrapléjica de 43 años ya fallecida que acudió a los tribunales para que se le permitiera el suicido asistido por su marido, fracasó en su intento de lograr inmunidad para su esposo. En 2006, la Cámara de los Lores bloqueó un polémico proyecto de ley que autorizaba a los médicos a ayudar a morir a pacientes terminales.
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