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Emergencia en DF, día II

Una ciudad sin miedo

Un periodista de ELPAÍS escribe desde su teléfono móvil al minuto su recorrido por las calles de la capital mexicana un día después de que saltara la alarma por una rara gripe porcina que ha provocado la muerte de al menos 20 personas

Ciudad de México, 09.59, hora local (17.59 en España)

Daniel y Monia dejaron caer los brazos y con resignación exclamaron: "Cerrado, ya lo ves". Son de Barcelona, una feria de arte los trajo a México pero no podrán entrar al Museo Nacional de Antropología e Historia. Ella toma fotos y él se rasca la calva. "Pues no lo sé, no sé qué haremos con el tiempo libre, pero mientras no cierre el aeropuerto, todo bien", dice Daniel, de unos 50 anos.

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10.00. Todo está más vacío

Son las diez de la manana. El corredor de los grandes museos del Paseo de la Reforma luce como si fueran dos horas mas temprano. Los mexicanos, muchos con mascarillas, hacen como que hacen vida normal pero todo esta más vacío. Parece un sábado de los de antes: menos atascos, menos histeria. Un sábado que se agradecería si no fuera porque cientos de actividades se han cancelado, y porque aún no sabemos qué rumbo tomará la emergencia decretada por las autoridades luego de que un brote de una rara gripe porcina se cobrara, oficialmente, más de 20 muertes en unas cuantas semanas.

10.02. 15 ramos de rosas

El pesero, como aca se llama a un bus de reducido tamaño, se ha ido llenando de a poco. Miguel trae dos docenas de ramos de rosas. Los vende a 4 euros cada uno, no sabe si hoy venderá igual. Está a punto de bajarse y dice que sí, que sí tiene miedo de contagiarse. No trae mascarilla pero "ya voy a comprarla". Se baja pero antes dice que no sabe si venderá lo mismo que otros dias, sus 15 ramos habituales.

10.06. Tapabocas

De los 20 pasajeros, cuatro traen tapabocas, como acá se les dice a las mascarillas. Nadie los mira con curiosidad. Javier tiene un expendio de dulces y trae la mascarilla pero enredada al cuello. "Es que tenía tos, y cuando toso sí me la pongo, para proteger a los otros".

10.13. Mascarilla azul

Primera parada. La villa de Guadalupe. Dicen que aquí se apareció la Virgen. El teniente (no quiso dar su nombre) es hoy aquí el más popular. Todos los autos se detienen. Él va a repartir 133.000 mascarillas. "La gente está agradecida, porque en las farmacias ya no hay", dice y todos los claxonazos le reclaman. Ya tengo mi mascarilla. Es azul.

10.20. "Hay menos de la mitad de la gente"

"Para ser sábado hay menos de la mitad de gente", se queja Carlos, un veinteañero que vende velas al pie de la rampa del templo más famoso de México. "Desde ayer vino menos clientela", dice. Uno nunca quiere venir a la villa. Siempre está lleno. Siempre tumultos. Un gentío. Hoy es un buen día. Se camina sin tropezar.

10.25. Fieles con mascarilla

"Para que Dios ilumine a nuestros gobernantes sobre todo en estos momentos de enfermedades" dice un cura en el púlpito. "Oremos", responden todos los fieles que llenan las bancas. Son unos dos mil. La mitad con mascarillas.

10.35. Hacer lo que no se debe nunca fue tan fácil

Jaime Márquez lleva 9 años como jefe de la estación del metro La Villa Basilica. "Sí está más vacía la estación", dice. Presume de que a ellos les dieron guantes y tapabocas. Se muestra amable. Tanto que me estira la mano para despedirse. Chin. Se la estrecho. Uno no deja así como así a alguien que le tiende la mano. Mi hijo me va a regañar si se entera de que saludé a alguien de mano. Eso dicen que no hay que hacerlo ahora. Ni que decir de la fiesta a la que fui anoche. Los meseros con tapabocas. Pero 200 personas que se abrazaron, bailaron y todo. Normal. Pero no se debía. Todos risas. Hacer lo que no se debe nunca fue tan fácil.

10.46. Sin chilangos

Para ocultar la envidia, los chilangos, así nos dicen a los 20 millones que vivimos acá, decía que los chilangos que no salen de vacaciones para ocultar la envidia dicen que es deliciosa la ciudad vacía. Como la de hoy. El metro es una delicia sin chilangos.

10.50. A vuelta de rueda

Me llama un amigo. Va en su auto. Es un decir. Nuestra 'M 30', la salida hacia la zona de balnearios y la playa, hacia la Cuernavaca que el mismo Hernán Cortes disfrutaba hace cinco siglos, va a vuelta de rueda. "Parece que todos quieren irse", me dice con enfado mi amigo. Él va a un bautizo. Se resigna.

11.01. La Traviata en el metro

No todo es solaz. Cada estación, cada parada, un vendedor, un merolico, un cantante. En este momento, le toca el turno a una cantante. Surreal. Interpreta un aria de La Traviata. Va en la segunda. La donna e mobile. Se llama Erika. No canta taaaan mal, pero lo hace a todo pulmón. Sin tapaboca. Pero es mediodía, hace calor. Así que no se agradece. Dos personas le dan una moneda.

11.04. Estación Hidalgo

No hay felicidad completa. La estación Hidalgo es, como siempre, una romería. Aquí sí hay una concentración. Aquí sí nos tocamos todos. ¿Irán a cerrar el metro como parte de la emergencia? Si tapiaron el fútbol, ¿por qué no cerrar la estacion Hidalgo?

11.23 'Clon Alta Calidad'

"Venta de DVD Clon Alta Calidad", dice un letrero de piratería de películas. Es el colmo, ofrecen garantía de que son copias perfectas. Si compras más de cinco pelis te dan precio de "mayoreo": 30 céntimos de euro cada una.

11.40. Piratería y cerveza

Cambio de sección. Ahora piratería musical. Más gente. Mucho más ruido. Igual escasez de tapabocas. Pero, eso sí se agradece, unos carritos de esos del supermercado con barriles de cerveza. Ya era hora.

11.46.Taxista sin miedo

Me subí a un taxi. Segunda cosa que no se debe hacer. Nunca tomar un taxi de la calle en Ciudad de México. Antonio, el taxista, parece buena gente. "La gente sí está preocupada. Una persona me contó que en el hospital donde trabaja una enfermera estaba llorando porque habían fallecido unas 160 personas". Le digo que no, que sólo 20 comprobadas. "Las que han fallecido no las hemos visto, no nos han dado muestras". Tiene un punto. Me lleva, según me asegura, a la mejor cantina del barrio. Se llama El correo de Ultramar. Ya dejó de tomar. Lleva dos meses de abstemio. "De 30 personas que se han subido a mi taxi, usted es el segundo que trae mascarilla. Pero no me da miedo".

12.00. Rodeo

Será la mejor cantina del rumbo, pero o "el rumbo" es muy muy grande, o Antonio hace honor al apodo que tienen los taxistas: ruleteros, de tantas vueltas que dan. Estamos en la Bondojito, otro popular barrio. De esos que dieron origen a aquella canción de "Sábado Distrito Federal". Mucha animación en la calle. Nadie tiene cara de "somos protagonistas de una noticia mundial".

12.10. Los de siempre en la cantina

Si un defecto tiene la cultura etílica mexicana es carecer del concepto "tomar una caña". Aquí uno se emborracha o prácticamente es abstemio. O quizá exagero. Pero de que me vendría mejor una caña que un tarro de cerveza, de eso no hay duda. Y menos una del tamaño que me pusieron: el doble que un vaso normal, lo que acá llaman "una chavela". Salud. "Esto es como el chupacabras, se amedrentan los que quieran", asegura Miguel, el cantinero. Dice que ayer vinieron los mismos de siempre. En la rocola canta Café Tacuba. Y el chupacabras fue un mito que, dicen, se inventó para que la gente dejara de hablar de la crisis en los noventa. Era un monstruo que comía cabras. Ayer a la radio llegaban llamadas con el mismo cuento. Gente que cree que el virus es un invento para que el PAN gane las elecciones venideras. Lo que hay que oír.

12.26. De vuelta al taxi

Antonio, el taxista, me espera afuera de la cantina. No aceptó pasar a tomarse una Coca-Cola. Sólo me pidió que le llevara un vaso con hielos, para su jugo de zanahoria que traía en una bolsa de plástico. Ya vamos rumbo a un mercado donde hacen brujerías y venden "remedios". La ciudad vacía ya no lo es más. Biznez az olweis. Las calles llenas de autos. Antonio y yo estamos en ese extendido deporte que acá se llama "echar netas". Sobre el alcohol: me dice que desde que es abstemio, hace 8 semanas, ya no ve fantasmas. "El alcohol ha matado más gente que la Segunda Guerra Mundial". Esa es una neta. Eso es echar netas, decir ese tipo de frases. Yo asiento y digo: "eih". Es decir, sí.

12.56. Nada hace la santería

Me siento ridículo en el mercado de Sonora con mi tapabocas. Soy prácticamente el único que lo porta. "Mire, de lo que vendemos aquí nada sirve contra este virus. Lo único que sirve es lo que trae usted. Un tapabocas". La frase la dice Gloria Gonzalez, del puesto de santería "Botánica de Ifa y Yemaya". Un puesto donde maniquís más morenos que Obama le clavan a uno la mirada de canica.

13.05. Fresno y rumores

Es el mercado más famoso de brujería en México. Vine a ver si la clientela había aumentado con la crisis del brote de gripe. Se ríe doña Yolanda con mi ocurrencia. Lleva 52 años vendiendo hierbas medicinales aquí y dice que la gente ha escaseado por la crisis económica. De cualquier manera recomienda: hay que poner hojas de fresno para conjurar "el mal ambiente de esta cosa tan grave que nos llegó". En cambio, Gloria, con siete años en el mercado, dice que una amiga le aseguró que van de mil muertos por la crisis del virus. Pongo cara de que no. Me argumenta: los medios nunca dicen la verdad. Me voy antes de creerle que alguien que ella conoce, con tan sólo con que yo le diga mi nombre, me quitará de mis problemas. Demasiado tentador.

14.00. Sin batería y sin lavarme las manos

Me he quedado sin batería. Entro en un cibercafé para seguir enviando algunas líneas, y me doy cuenta de que no me he lavado las manos en casi cinco horas. Tercera cosa que hago abiertamente mal. Las autoridades se cansaron de repetir que uno se debe lavar frecuentemente las manos. Y pagué el café, subí al pesero, saludé al encargado del metro en la villa, toqué los tubos del vagón, pagué la cerveza, toco un teclado público. Y cero lavarme las manos.

14.30. En el barrio de Polanco

Yo desde 2002 ya sé que quiero ser de mayor. Quiero ser una viejecita del madrileño barrio de Salamanca. Pues así me siento cada vez que llego al chilango barrio de Polanco. Creo que es igual de fresa (pijo en España). Con mucho más jaleo, eso sí. Antonio me ha acompañado casi dos horas. Si esto fuera una nota de la última página de EL PAÍS pondría: Antonio. Taxista. Dos meses abstemio. Él unos hielos. Cero pesos. Yo una chavela de cerveza de barril. 50 pesos, o tres euros. Y ya me ha dejado en Polanco. Fueron en total 170 pesos por todo el trayecto. Diez euros. Y su promesa de que ya no va a tomar alcohol. En Polanco es un rico sábado, con la gente plácidamente caminando por sus arboladas calles. Más mascarillas, menos gente.

15.05. Rumores van y vienen

Dentro de dos horas las autoridades darán un parte de la crisis. De esta crisis sorda. Rumores van y vienen. Salvo las compras de pánico de mascarillas, han detenido a unos chavales por venderlas a tres euros, todo normal. Demasiado normal. Voy al aeropuerto.

16.05. Parada en Coayacán

El presidente dará un discurso. Dicen que Acapulco, a tres horas por carretera de Ciudad de México, está al cien por cien de su capacidad. Lo que nunca en estas fechas. Tomo un nuevo taxi, esta vez lo he hecho bien, he llamado y es un tipo confiable. Como Antonio, pero confiable desde el principio. Él confirma la sospecha: no ha tenido ni la mitad de trabajo que en cualquier sábado normal. El aeropuerto queda a 30 minutos. La mascarilla ya huele mal después de tanto respirar a través de ella.

16.30. Atasco como cualquier sábado

Que medio gabinete va a dar la conferencia pero no el presidente. Que es casi un hecho que no va a haber clases el lunes, el martes, el miercoles... Hasta sabe Dios cuándo. La ruta hacia el aeropuerto está cuajada. Como cada sábado. Un gran atasco. O más bien dicho, un rasgo de normalidad, quién lo diría, que tranquiliza. Ya casi llegamos. Este taxista cobrará el doble, 20 euros, por menos de la mitad del tiempo del que me condujo Antonio. El sobreprecio implícito en la seguridad.

18.05. El equipo más popular

19.15. Abreviando misas

Este sábado sabe a domingo. De regreso del aeropuerto, a buena velocidad, no pasa ni un minuto sin que haya alguien con tapabocas. Acaban de decir en la radio que en las misas de manana la hostia será dada en la mano. Y que durarán poco, para que la masa no dure mucho. Y que usarán el atrio, para menores riesgos. Está por comenzar la rueda de prensa del ministro de Salud.

19.50. A boca descubierta

El personal de la residencia oficial de Los Pinos prácticamente no trae mascarillas. La conferencia se ha retrasado varias veces. Hay casi un centenar de periodistas y camarógrafos. Afuera el cielo se ha nublado. Los reporteros tampoco andan, en su mayoría, con tapabocas. Bromean. Un cámara finge estornudar y la mayoría ríe abiertamente. La conferencia está comenzando. Son cuatro ministros. Son corbata.

20.20. Habla el ministro

Contingencia inedita, arranca el ministro de Salud, Jose Ángel Córdova. Sigue el numero oficial de 20 decesos. Se investigan otros 61. Hay evaluacion sobre 1324 personas enfermas, pero NO comprobados. Suspende el ministro de Salud todas las actividades escolares lunes y martes en el DF, en el Estado de México y en San Luis Potosí. Tentativamente habría clases el miércoles 6 de mayo. Lo que pasa es que el 1 de mayo es inhábil. El 5 también. Así que, explica el ministro de Educación Alonso Lujambio, sólo se perderán tres jornadas escolares, sin poner en peligro, dice el ministro Lujambio, el curso.

20.46. La gran incógnita

¿Por qué se mueren aquí y no se mueren en Estados Unidos?, le pregunta al ministro Córdova el reportero de la AP, que ya tiene dos décadas viviendo en México. Se hizo un breve silencio incómodo. El funcionario confirma que es el mismo virus, el de los mexicanos y el que se ha presentado en EE UU. Asegura que no está extendido a todo el país. Y que la incidencia de casos es en personas de 20 a 50 años. Finalmente, contesta por qué la muerte nos azota de este lado del río Bravo: no sabemos todavia, aquí no se han muerto niños, asegura, y el ministro se pregunta en voz alta si los ninos son más resistentes a este virus. Todos prácticamente en la sala tenemos entre 20 y 50 años.

21.48. Más solo que un Viernes Santo

Los esquites son granos de maíz cocidos que, aderezados con limón, chile y otros menjunges, como mayonesa de sabores, se venden en vasos de plástico afuera de las iglesias y en las plazas concurridas. En las Lomas de Chapultepec, un barrio de grandes residencias, al caer la noche esto está más solo que un Viernes Santo. El esquite no está mal, demasiada sal quizá. Pero los dos despachadores son adultos mayores, amables detrás de sus mascarillas. Su puesto de esquites está frente a una iglesia. El arzobispado aún no decide si manana cerrarán los 500 templos de esta ciudad.

22.05. 666

Jorge, un amigo al que le gustaría trabajar en un tabloide, me manda por chat el siguiente mensaje. "Imagínate esta portada para un periódico: 6 de mayo, regreso a clases. 6 mil millones pesos para combatir la epidemia (unos 350 millones de euros, de eso dispone el Gobierno). 6 millones de tapabocas repartirá el Ejército en el Distrito Federal. Los "6" en tipografía grande". Y eso que cuando Jorge me envió su portada virtual no sabía que los servicios religiosos se suspenderán este domingo. En este país, la última vez que no hubo misas fue por una revuelta, llamada La Cristiada, donde murieron miles, hace 80 años. Nada que ver los motivos, afortunadamente. Pero apuntemos la fecha: el domingo 26 de abril no habrá misas. Amén.

23.00. En la Condesa

El Pata Negra nació en un garaje de 6 X 6 metros en una discreta calle de la Condesa, el barrio de más bares y restaurantes en la calle. Gracias a unas sabrosas tapas y a una respetable selección de vinos y cervezas, a los pocos meses era un éxito total. Hoy el Pata Negra ocupa una esquina estelar del ruidoso enclave. Los sabados es imposible entrar. Y una vez adentro, imposible caminar. Dicen que ese es su atractivo. (!!!) A esta hora, hoy también es imposible entrar al Pata Negra. Cerraron. Atendiendo a la petición de las autoridades la fiesta se apagó. Estan cerrados el 50 friends (pizzeria), el bar Zydeco, el pub Celtics. La avenida Tamaulipas está a media luz. Si están abiertos el restaurante de mariscos Litoral (las mejores tostadas de jaiba y el mejor bartender, Vidal, de la Condesa). Tambien está abierto el Starbucks, pero quién quiere meterse ahí en esta, la tercera noche de la alerta epidemiológica en el Valle de México. Los meseros dicen que es cuestión de minutos que empiecen a cerrar más locales en el barrio que tiene 15 años como centro de la movida.

24.00. Una Madison Avenue desierta

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