Una negligencia en un trasplante deja al borde de la muerte a una chica en EE UU
La enferma recibió un corazón y unos pulmones de un grupo sanguíneo distinto al suyo
Jésica Santillán necesitaba un trasplante de corazón y pulmones para sobrevivir. El hospital de Carolina del Norte que la trataba recibió el aviso de que había un donante y comenzó la operación. Cuando los médicos ya habían retirado el corazón y los pulmones de la enferma de 17 años se dieron cuenta de que los órganos donados eran incompatibles con ella. Ahora una máquina la mantiene con vida y morirá en pocos días si no recibe una nueva donación, algo difícil en EE UU, donde en 2001 sólo hubo 27 trasplantes de este tipo.
La paciente tiene el grupo sanguíneo tipo 0 y los órganos donados son del grupo A, según explica hoy el New York Timos. Jésica comenzó a rechazar el trasplante antes de que concluyera la operación, pero reimplantarle sus propios órganos resultaba imposible, según ha explicado el director del hospital, William Fulkerson.
El portavoz de la familia ha dicho que el médico les explicó que había habido un error nada más concluir la operación el pasado siete de febrero, pero también les aseguró que se podría controlar el rechazo con medicamentos, cosa que no ha sucedido. El lunes pasado el Hospital Duke reconoció en un comunicado su responsabilidad en los hechos, aunque no explicó exactamente cómo ocurrió el error, ya que todavía se está llevando a cabo la investigación. Fulkerson ha insistido en que es la primera tragedia de este tipo que ocurre en su hospital después de miles de transplantes en los últimos treinta años. Además ha asegurado que han cambiado los métodos de comprobación de los trasplantes para que esto no vuelva a ocurrir.
Operación deseada
Jésica padece cardiomiopatía restrictiva desde que era niña, lo que supone que el corazón no puede bombear bien la sangre y crece algo más de lo normal. Esta enfermedad también daña los pulmones. Sus padres se mudaron de México a Carolina del Norte para que la joven fuera tratada en el hospital Duke. Antes de la operación, para cual llevaba esperando tres años, los médicos estimaban su esperanza de vida en unos seis meses.
Para poder pagar la operación incluso se creó una fundación. El que la gestionaba, Mack Mahoney, es un hombre de negocios que ha explicado el dolor de la familia: "La madre ha llorado hasta que no ha podido llorar más. O bien está al lado de la cama de su hija o bien en la capilla". Mahoney ha asegurado que él mismo se siente responsable por haber ayudado a que se practicara el transplante, y que ahora están buscando desesperadamente un donante que cumpla las características necesarias (un niño o un adulto muy pequeño con tipo sanguíneo tipo 0) que haga una donación directa a Jésica para ahorrar tiempo.
La red que controla las bases de datos de donaciones en EE UU sólo tiene registrados dos casos en los que los pacientes recibieran órganos inadecuados. Uno murió y el otro sobrevivió.
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