La lluvia de perseidas permitirá ver esta medianoche una estrella fugaz por minuto
Las también conocidas como 'Lágrimas de san Lorenzo' se pueden contemplar desde finales de julio hasta mediados de agosto
Esta noche será la mejor para contemplar la popular lluvia de estrellas fugaces de las perseidas, un espectáculo que además no dificultará en esta ocasión el brillo de la Luna, que se encuentra en fase nueva. En la medianoche, las también conocidas como Lágrimas de san Lorenzo alcanzarán su máxima actividad, con una estrella fugaz por minuto.
Las perseidas reciben su nombre porque parten de la constelación de Perseo. Son pequeñas partículas, como granos de arena —procedentes de la cola del cometa Swift-Tuttle—, que entran en combustión por la fricción con la atmósfera.
Esta lluvia de estrellas fugaces, también llamadas las Lágrimas de San Lorenzo por su coincidencia con la festividad de este santo, puede observarse desde finales de julio hasta mediados de agosto. La mayor actividad, con una estrella fugaz por minuto, se espera esta noche, según Mario Tafaya, del Observatorio Astronómico Nacional. Después, a partir de las dos de la madrugada, se mostrarán en un punto más alto del horizonte, más fácil de avistar. Tafaya recalca que el fenómeno será visible también la noche del domingo y la del martes.
En esta ocasión las condiciones serán mejores que el año pasado, ya que la Luna está en fase nueva y no entra en cuarto creciente hasta el 15 de agosto. No obstante, es imprescindible alejarse de los centros urbanos iluminados y de las carreteras para disfrutar de un cielo oscuro.
Según este experto, el fenómeno se produce cuando la Tierra cruza la órbita de la cola del cometa Swift-Tuttel, y algunas de sus partículas se convierten en estrellas fugaces después de haber vagado por el espacio durante cientos de años.
En un ámbito más científico, el Observatorio del Teide, perteneciente al Instituto de Astrofísica de Canarias, medirá la trayectoria de las estrellas fugaces, las clasificará y buscará posibles impactos de partículas de perseidas en la superficie de Luna, ya que el satélite de la Tierra no tiene atmósfera que la proteja de este tipo de lluvias.
