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Napoleón y Josefina, las miserias de una relación tóxica mitificada por la historia

En noviembre de este año se estrenará ‘Napoléon’ la nueva superproducción de Ridley Scott que contará la vida del emperador francés y también el lado más oscuro de su matrimonio con Josefina.

Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby, en una imagen de la próxima película de Ridley Scott.
Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby, en una imagen de la próxima película de Ridley Scott.Cordon Press

“Francia, la Armada, Josefina”. Estas fueron, supuestamente, las últimas palabras de Napoleón Bonaparte cuando murió en la isla de Santa Elena, uno de los territorios más aislados del mundo, al que había sido desterrado tras su derrota y defenestración como emperador de Francia. Tres palabras que contribuyeron, especialmente la última por motivos obvios, a mitificar la relación del pequeño general con la que fue su esposa durante 13 años. Igual que las cartas apasionadas que él le había mandado desde Italia, país al que fue en su primera campaña importante, tras casarse con ella, llenas de amour fou y erotismo.

Parece ser, sin embargo, que a pesar de la leyenda, la supuesta gran historia de amor entre Napoleón y Josefina siempre tuvo más de propaganda que de realidad. Multitud de historiadores y estudiosos han desmentido el relato oficial que siempre vendió el régimen napoleónico: ese que contaba que mientras el héroe triunfaba en el campo de batalla frente a los enemigos de la República, ella, desde lejos, su amante y dulce esposa, lo esperaba en París, añorándolo, tejiendo por el día y destejiendo por la noche, como la Penélope de Ulises.

¿El año de Napoléon?

Aunque quizá todavía no seamos muy conscientes de ello, inmersos como estamos en plena fiebre de Barbie vs. Oppenheimer, cinematográficamente es muy posible que 2023 sea el año de Napoléon, la nueva película de Ridley Scott, que volverá a traer a la actualidad la vida del general francés y, también, como no puede ser de otra forma, de Josefina y de su azarosa relación.

La película estará protagonizada por Joaquin Phoenix en el papel de Bonaparte y por Vanessa Kirby, a la que pudimos ver interpretando a la princesa Margaret en The Crown, en el de Josefina. El filme se estrenará el 24 de noviembre y, aunque queda todavía un poco lejos, podemos ir calentando motores recordando los verdaderos hechos de una de las relaciones amorosas más famosas de la historia.

Los inicios de un romance tormentoso

Napoleón y Josefina se conocieron en los ajetreados y libertinos salones parisinos de 1795, cuando los ardores de la Revolución Francesa ya se habían apagado un poco y una nueva aristocracia seguía haciendo más o menos las mismas cosas que había hecho la antigua. Por aquel entonces, Napoleón no era más que un joven militar de 26 años con más talento que dinero y una fama recién adquirida por haber defendido al Gobierno dirigiendo a un pequeño ejército durante las revueltas de los monárquicos contra el régimen revolucionario. Ella tenía seis años más que él y se había convertido, después de que su marido, el vizconde Alexandre de Beauharnais, fuera guillotinado, en una de las mujeres más conocidas de la sociedad parisina de la época.

Cuando Napoleón conoció a Josefina se quedó completamente fascinado por ella. Ayudado por Paul Barras, líder del Gobierno del momento (y por entonces uno de los numerosos amantes de Josefina), en solo seis meses se casó con ella en una ceremonia civil en el Ayuntamiento de París. En el acta matrimonial, ambos mintieron sobre su edad, ella se quitó cuatro años y él se sumó uno.

Solo dos días después de su boda, Napoléon tuvo que partir a Italia al mando ya del Ejército francés, que acabó invadiendo aquél país. Son los años del inicio de su gloria, de la toma de Italia, de la rendición de Austria. Pero mientras el cerebro del militar estaba ocupado en planificar tácticas en el campo de batalla, su corazón estaba pensando en Josefina. Napoléon le escribía todo el tiempo, a veces más de una vez al día. Cartas llenas de amor y de lujuria que forman la columna vertebral de la leyenda del romance de la pareja y que analizó profundamente Ángeles Caso en su libro Napoleón y Josefina: Cartas, en el amor y en la guerra.

En las cartas, sin embargo, también había reproches del futuro emperador respecto a los prolongados silencios de ella que, una vez que él se había echado a la carretera, había vuelto a las andadas: coleccionando amantes y exprimiendo al máximo la vida loca de París. De vez en cuando, eso sí, le escribía declarándole su “amor incondicional”. Pronto, él le pidió que fuera a verlo a Italia, donde las cosas le iban estupendamente. Ella no paraba de darle largas. Según se cuenta, Josefina llegó incluso a inventarse un embarazo y, posteriormente, un aborto para justificar seguir quedándose en París. Tan desesperado llegó a estar el general que estuvo a punto de abandonar a sus ejércitos en plena batalla para volver con su amor, quizá ya sospechando que algo raro estaba ocurriendo. Esto alertó al Gobierno y, ante el peligro de que la negativa de Josefina a abandonar Francia pusiera en peligro la marcha de la guerra, Barras convenció (u obligó) a Josefina a viajar, finalmente, hasta los brazos de su marido. Eso sí, acompañada de su amante favorito del momento, el militar Hippolyte Charles.

Joaquin Phoenix encarnará a Napoleón.
Joaquin Phoenix encarnará a Napoleón.Cordon Press

Egipto, más infidelidades y el Imperio

Tras la campaña de Italia, Napoleón y Josefina disfrutaron de un breve periodo de amor en París, tras el cual el general y sus tropas partieron hacia la conquista de Egipto con el objetivo de proteger los intereses comerciales franceses y cortar la ruta de Gran Bretaña, su gran enemigo, hacia la India. La situación, claro está, volvió a repetirse. Josefina continuó con sus romances, muy centrados en aquel momento en Hippolyte, y Napoleón siguió conquistando territorios para su país y, en esta ocasión además, rapiñando muchas de las joyas arqueológicas de la antigüedad que hoy en día todavía podemos admirar en el Museo del Louvre.

Fue en Egipto donde finalmente, uno de los hombres de confianza del general le relató las infidelidades de Josefina, que eran ya conocidas por todo París. Las noticias enloquecieron a Napoleón, que regresó inmediatamente a Francia. Aunque mentalmente destrozado, y a pesar del temor de Josefina, Napoleón no le pidió el divorcio, pero sí que se fue alejando poco a poco de ella, lo que tuvo un efecto curioso: a partir de entonces, según los testimonios históricos, parecía ser ella la que estaba celosa y enamorada de él, mientras que él comenzó a mostrarse más distante y a tener sus propias amantes.

Ante esto, ella le respondía con chantajes emocionales y gastando cantidades desorbitadas de dinero en lujos, joyas, ropa y reformas de sus palacios, tal y como cuenta de forma detallada Madame de Rémusat, dama de compañía de la futura emperatriz, en sus memorias Las guerras privadas del clan Bonaparte: Memorias de una dama de palacio en la corte de Josefina y Napoleón Bonaparte. Por otro lado, el tema de tener un descendiente cada vez fue cobrando más y más importancia. Especialmente cuando él fue coronado como emperador vitalicio en 1805 en Notre Dame en presencia del Papa de Roma. Todo emperador necesita un heredero y este no llegaba.

No obstante, el circo de cara a la galería continuaba. Napoleón coronó como emperatriz a su mujer que además aprovechó la visita del sumo pontífice para casarse por la iglesia. Un momento curioso para hacerlo, ya que por aquel entonces el matrimonio estaba completamente roto. Había gritos, discusiones e incluso violencia física. No obstante, durante años nadie se planteó un divorcio. Josefina además, parecía tener un talento especial para ser emperatriz y el pueblo la adoraba.

Vanessa Kirby, en su papel de Josefina.
Vanessa Kirby, en su papel de Josefina.Cordon Press

El divorcio y la corte de Josefina

La situación aguantó cuatro años más. Aquella guerra matrimonial soterrada llegó a un punto de no retorno cuando Napoléon dejó embarazada a una de las damas de compañía de Josefina. Hasta entonces el militar había pensado que quizá era estéril y, por tanto, era imposible que dejara embarazada a su esposa. Pero la posibilidad de tener un sucesor con otra mujer, precipitó la separación.

La pareja se divorció definitivamente en 1809, en medio de una de las fases más feas de las guerras napoleónicas y, en especial, de la Guerra de la Independencia Española. Napoleón no desaprovechó este hecho para hacer un poco de propaganda y, de paso, alimentar la leyenda de su gran historia de amor con Josefina. En una maniobra totalmente sin precedentes, la pareja compareció en un acto público en el que cada uno de ellos leyó una declaración de devoción al otro, presentando el divorcio como un sacrificio por el bienestar de Francia, con el objetivo de conseguir, por fin, el ansiado heredero.

La corte paralela de Josefina

Algunos indicios en toda esta historia parecen indicar que los sentimientos de Napoleón por Josefina nunca llegaron a cambiar realmente y que su distanciamiento y el deterioro a niveles intolerables de su relación se debieron más al despecho que a un auténtico desenamoramiento. Un ejemplo: tras su divorcio, Napoleón nunca le retiró a Josefina su título de emperatriz, ni su generosa asignación. Es cierto que era necesario que la ex del emperador conservara cierta dignidad, pero no parece que en ese gesto no hubiera también cierto aprecio personal.

Y eso que Napoleón volvió a casarse rápidamente, con María Luisa de Austria, hija del rey de Austria, Francisco I y perteneciente a la casa de Habsburgo. Con ella, finalmente, en 1811 consiguió tener al ansiado heredero, Napoléon François Joseph Charles Bonaparte, al que se conoce vulgarmente como Napoleón II. Poco más puede contarse de la relación con María Luisa, de la que Napoléon bromeaba diciendo: “Me casé con un útero”.

El final

Josefina falleció el 29 de mayo de 1814 a consecuencia de las complicaciones de un simple resfriado. Tenía solo 50 años y su funeral fue todo un acontecimiento en París al que asistieron más de 20.000 personas. Por entonces, el viaje fulgurante de Napoleón por la historia de Europa también estaba terminando. Parecía como si su éxito hubiera estado ligado desde el primer momento a su relación con Josefina. Derrotado en Rusia y repudiado por su propio pueblo, abdicó como emperador tras su derrota en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815 ante Gran Bretaña.

Tras ello, los británicos lo enviaron a la isla de Santa Elena donde, durante casi seis años, se dedicó a dictar sus memorias. Teniendo en cuenta que había sido un hombre que había cosechado tantas victorias, es fácil de imaginar que durante sus reflexiones en Santa Elena, dedicara mucho tiempo a pensar en sus derrotas. Y quizá la más grande de todas no ocurrió en el campo de batalla, sino en su vida personal. De ahí quizá aquello de “Francia, la Armada, Josefina”.

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