Demi Moore: escote palabra de honor y melena infinita para volver a Cannes 27 años después
La actriz estadounidense estrenará en el festival su último trabajo, ‘The Substance’, que compite en la selección oficial; además, se ha encargado de amadrinar el Trofeo Chopard al talento emergente
Hasta esta semana, Demi Moore (Nuevo México, Estados Unidos, 61 años) solo había recorrido la alfombra roja del Festival de Cannes en una ocasión, en 1995. Entonces ni siquiera presentaba uno de sus trabajos, sino que acudía como consorte del que era su marido, Bruce Willis, que estrenaba El quinto elemento.
En aquella edición, la número 50 del prestigioso festival francés, la actriz lucía un corte de pelo hasta la nuca, el mismo que había llevado en pantalla en Algunos hombres buenos. Aún le quedaría cortárselo más, un rapado emblemático para crear la imagen de La teniente O’Neil unos meses después.
Han pasado 27 años y Moore vuelve a la Croisette, pero esta vez con un melenón que desciende más allá de la cintura. También con una agenda repleta y varios proyectos en la recámara que evidencian su nuevo momento de gloria en Hollywood, tras varios años desaparecida de las grandes producciones. Antes de eso, Moore había protagonizado innumerables taquillazos y títulos icónicos del cine de los ochenta y noventa como Ghost o Striptease, con la que se convirtió en la mujer mejor pagada de la industria.
Pionera en reclamar igualdad salarial, en aquellos años fue rápidamente tildada de ‘difícil’, se ganó el apodo de Gimme Moore (dame más) y la fama de avariciosa por hacer lo que los hombres llevaban haciendo desde que la industria del celuloide se instauró en las colinas de Los Ángeles. Afortunadamente los tiempos cambiaron y la actriz ahora se reivindica como pionera en aquella lucha, así como totalmente en forma para recuperar con su carrera tras más de una década en la que aparecía en los medios más por su vida personal, que por su trabajo.
Regreso al haz de los focos
Para pisar de nuevo la alfombra roja del Palacio de Festivales y Congresos, Moore escogió un vestido de escote palabra de honor y corte columna de la colección alta costura de Armani. Unas horas después se cambiaba a un diseño azul turquesa plagado de lentejuelas de Balenciaga, de nuevo con un patrón similar, que completó con una impresionante gargantilla de Chopard.
Con ese vestido azul se convirtió en madrina del Trofeo Chopard al talento emergente, un papel que en pasadas ediciones han desempeñado pesos pesados del sector como Cate Blanchett, Robert De Niro o Natalie Portman. Los vencedores de este año han sido Mike Faist (protagonista junto a Zendaya y Josh O’Connor de Challengers) y Sophia Wilde (de la cinta de terror Talk to Me).
En la ceremonia de entrega del galardón, la intérprete dejó claro su apoyo a los actores que están empezando: “Me siento muy afortunada por haber sido elegida madrina de estos dos talentos extraordinarios”, dijo en el Carlton Beach. “Como vuestra madrina, recordad que no estoy solo aquí para la parte divertida y que no tenéis que hacerlo todo solos”.
En este regreso triunfal a la primera fila, la moda ha sido su aliada. Aupada por su estilista, Brad Goreski, el que fuera mano derecha de Rachel Zoe, la protagonista de Una proposición indecente se ha convertido en ubicua de las listas de mejor vestidas de los últimos meses. En enero estrenó Feud: Capote vs. The Swans, miniserie de Ryan Murphy en la que se metía en la piel de la socialité Ann Woodward. Y desde entonces su rostro no ha faltado a los grandes eventos de la temporada: estuvo en la gala del Met, enfundada en una teatral creación de Harris Reed; en el desfile Crucero de Gucci, en la Tate Modern de Londres; en la fiesta de Vanity Fair tras los Oscar, o sentada junto a Anna Wintour en la primera fila del desfile de Carolina Herrera el pasado febrero en Nueva York.
Su paso por la Croisette tampoco ha terminado. Volveremos a verla en Cannes, porque aún le queda el mayor hito: estrenará The Substance, junto a Dennis Quaid, una cinta que participa en la competición oficial del certamen. Para esa ocasión quizá vuelva a apostar por las lentejuelas, pero lo que es seguro es que volverá a menear su melena en la alfombra del festival. No se la cortará más. Porque le gusta extralarga y porque le gusta lucirla, a sus 61 años, como una declaración de intenciones: “Recuerdo que escuché a alguien diciendo que las mujeres cuando envejecen no deberían llevar el pelo largo. Y es algo que se me quedó grabado”, contaba hace un par de años en la revista People. “¿Quién dice eso? Me hizo pensar que si el pelo puede crecer y no hay nada que perjudique la salud, ¿por qué deberíamos cortárnoslo? No me siento cómoda con las reglas que no tienen una justificación real”. Un resumen de la filosofía de Moore, que ella aplica al pelo, pero también a su carrera.
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