Reirse de San Valentín es bueno para el amor
La risa es la distancia más corta entre dos personas. Eduardo Jáuregui, autor de “Amor y Humor”, nos lo cuenta en esta entrevista.
“El amor duele, el amor produce cicatrices y heridas” dice la canción Love Hurts, una de tantas representaciones populares del amor como una rosa llena de espinas. ¿Qué tiene que ver, pues, el amor con el humor? “Son dos elementos clave del bienestar. Cuando estás en una relación, casi de forma automática surge el humor. San Valentín resulta ser más bromista de lo que pudiera parecer”, dice Eduardo Jáuregui, autor de un puñado de libros sobre las ventajas de tomarse la vida con buen humor en el contexto laboral y también en las relaciones.
En “Amor y Humor” parte de estudios científicos que identifican el humor como una de las principales claves del arte de amar. ¿Por ejemplo?
Está demostrado que quienes se ríen de tus chistes te parecen más atractivos. Reírse de las mismas cosas acerca a las personas. Las acerca más incluso que compartir opiniones. El humor es, por otro lado, una forma de aprender sobre la otra persona, de compartir una emoción que parte de una análisis sobre la realidad y que muestra una complicidad. Por eso la risa produce atracción. Se sabe que las parejas duraderas suelen usar más humor, lo identifican como clave en su relación.
Las mujeres se deprimen más, de acuerdo con las estadísticas. ¿Necesitan más sentido del humor?
Puede que sí. Ellas tienden a rumiar más los problemas, a darle más vueltas a las cosas. Quizá con humor se pueda incidir en pensar menos, en tomar distancia de las dificultades.
Es doctor en ciencias políticas y sociales, máster en antropología y licenciado en economía pero se gana la vida con la risa. ¿Qué dicen sus padres?
La risa hay que estudiarla seriamente, es un fenómeno con un gran impacto en muchas áreas de conocimiento. En lingüística, por ejemplo, es un verdadero puzle.
¿Se considera un payaso?
Soy un teórico de la risa más que un payaso, aunque les tengo mucho respeto. Se asocian con el circo y los niños, pero son muy importantes. Es muy habitual la figura del clown que participa en los ritos más importantes; cuando van a pedir lluvia a los dioses está presente el chamán y su lado el bufón. El payaso rompe la excesiva seriedad que le damos a veces a los ritos. El clown es importante en muchas sociedades; las hay que no tienen jefe pero tienen clown y sirven de mediadores para reírse del uno y del otro o para que se rían de él. Yo soy formador. Ayudo a la gente a ver el lado lúdico de la vida.
Ante la adversidad –pongamos por caso la actual crisis– ¿lo normal y sano no es estar triste, o enfadado?
El humor y el optimismo son armas que tiene el ser humano para sobreponerse a situaciones difíciles. Te enfadas, pero luego puedes reírte de la situación en la que estás, y salir adelante.
¿Un ejemplo?
En la II Guerra Mundial, los comercios en Inglaterra desplegaban carteles con “Open as usual” (“Abierto como de costumbre”) mientras se sucedían los bombardeos. Cuentan que una noche cayó una bomba sobre una tienda y el dueño se encontró, al día siguiente, con que de su negocio sólo quedaba una pared. El hombre colgó de esa solitaria pared el cartel “More open than usual” (“Más abierto que de costumbre”). Supongo que se enfadaría, claro; objetivamente este gesto no sirvió para recuperar su tienda, pero seguro que lo ayudó. Puedes tener estrés, preocuparte, pero la mayoría de las personas tienen muchos recursos para salir de las situaciones difíciles. El optimismo ayuda a soportar cosas que parecen insoportables.
Usted ofrece talleres y asesoría a las organizaciones para fomentar el sentido del humor entre sus empleados. ¿No será una maniobra para que la gente trabaje más?
Para empezar, yo creo que no deberíamos trabajar más de 4 horas al día. Sigo a Bertrand Rusell en su Elogio de la ociosidad.
¿Usted no trabaja más de cuatro horas al día?
No, ¡trabajo muchas más! Con cuatro horas no me daría para pagar las facturas. Pero pienso que el ser humano no está diseñado para trabajar más de cuatro horas al día, al menos no de forma productiva.
Parto de que nuestra sociedad está muy mal organizada. Imagina que una empresa consigue ahorrar una hora de trabajo gracias a una nueva tecnología. Si lo consigue, lo utilizará para seguir trabajando igual y ganar la carrera al competidor. Cualquier mejora va a utilizarse para la empresa, no para el empleado. Esto resuelve la gran paradoja de por qué cada vez trabajamos más, a pesar de que ya ha llegado ese tiempo en el que los robots lo hacen casi todo.
“No tengo tiempo para mí” es una frase que se escucha un montón de veces a lo largo del día.
Y, sin embargo, todo el tiempo es tu tiempo. Cada segundo que pasa es tu vida. El trabajo se asocia al sufrimiento. Si te lo estás pasando bien, parece que no trabajas. Pero si estás sufriendo, las cosas no te pueden salir bien. Las emociones positivas de bajo nivel (lo que entendemos por buen rollo), tienen un efecto muy grande en la productividad, en la flexibilidad mental, toma de decisiones, motivación, generosidad, cercanía social.
¿Cómo?
Un experimento que se ha replicado muchas veces consiste en poner pruebas creativas a dos grupos de personas. El primer grupo ve un vídeo neutro, un documental de naturaleza por ejemplo. El segundo grupo ve un vídeo cómico. Los que ven el vídeo cómico resuelven problemas mucho mejor que los otros. Esto quiere decir que, si organizas una reunión muy importante en tu empresa, donde vas a tomar decisiones cruciales, es importante empezar con un juego o un vídeo cómico, con una ronda de chistes o algo que desbloquee a los empleados.
Su cita favorita, según cuenta en HumorPositivo.com, es de Oscar Wilde y dice así: “La vida es demasiado importante como para tomársela en serio".
Crisis, enfermedad, guerras, explotación de niños, abuso sexual… ¡qué mundo! Si estamos siempre fijándonos en eso nos amargamos la vida y acabamos mal.
El humor me ayuda a darme cuenta de que no soy el centro del universo. Hay muchas anécdotas inspiradoras de personas capaces de reírse en medio de la adversidad. Nelson Mandela, por ejemplo. Cuentan que, cuando estaba encarcelado y sin contacto apenas con el exterior, fue a visitarlo un amigo. Mandela salió al patio rodeado de guardias de seguridad. No se habían visto en muchos años, así que se abrazaron y comenzaron a charlar. En un momento dado, Mandela se para y le dice: “Perdona, con esto de la cárcel estoy perdiendo mis modales. Te presento a mi guardia de honor: este es John, este es Peter…”.
Freud dice que la risa y el humor son herramientas que tiene el ego para triunfar sobre la realidad objetiva. Pase lo que pase, el humor es lo último que te pueden quitar. Siempre tienes el poder de reírte del que te encarcela.
Natalia Martín Cantero es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
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