“No hay nada más cansino”: el amigo que siempre lleva la contraria
¿Narcisismo, inseguridad o necesidad de autoafirmación? Analizamos el perfil psicológico de quien nunca está de acuerdo con nada


En las relaciones amistosas, familiares y cómo no, amorosas, surge una nueva red flag (bandera roja) que habla de las personas que sistemáticamente se oponen a todo y llevan la contraria, una actitud altamente irritante. “Ese amigo que te lleva siempre la contraria es agotador. No hay nada más cansino que esa persona que siempre tiene que decir algo en cuanto alguien abre la boca”, dice una usuaria de TikTok que forma parte de la oleada de vídeos en la plataforma que hablan acerca de este tipo de persona. “Todo tiene que ser un debate. Lo frustrante es que cuando habla no pretende ofrecer una nueva perspectiva, sino tener la razón”, señala. Desde la madre que nunca puede estar de acuerdo en algo con sus hijos hasta ese amigo que en el grupo de WhatsApp está por defecto en contra de lo que los demás dicen... Se trata de un perfil que lejos de poner en marcha una charla constructiva en la que compartir opiniones y debatir, termina por erigirse como una persona con la que nadie quiere siquiera conversar ante el temor de ver sus opiniones pisoteadas sin motivo aparente.
Pero, ¿qué sensaciones provocan en los demás las personas que se comportan así?Juan Miguel de Pablo Urban, psicólogo clínico, psicoterapeuta, supervisor docente y escritor, explica que habitualmente la persona que por norma lleva la contraria o pone trabas a todo a lo que plantean o proponen los demás suele afectar en diferentes aspectos. “En primer lugar, provoca sensaciones de invalidación y de falta de reconocimiento, ya que las propuestas que hacen siempre son criticadas o cuestionadas. En segundo lugar, alenta respuestas de enfado y de rabia, o en otros casos, de tristeza y desesperación. La pretensión de que esta persona nos escuche, valore nuestras ideas o nos dé un lugar de respeto no es fácil de conseguir”, dice Juan Miguel, miembro de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar.
Rafael San Román, autor de ¿Qué le cuento a mi psicólogo? (Plataforma Editorial S.L., 2024) señala que este tipo de persona suele tener una imponente necesidad de autoafirmación o autodefinición delante del otro, por lo que su manera de afirmarse es llevar la contraria como un acto de diferenciación en el que jamás dar la razón. “Aunque todos tenemos esa necesidad, quizá el fallo en cuanto a las habilidades sociales está en querer satisfacer esa necesidad tan intensamente. Al final, esa actitud acaba resultando ser una ineptitud social”, asegura antes de hablar de otro perfil que en muchas ocasiones tiene este comportamiento: el narcisista. “Cree tener siempre la razón y termina por resultar interpersonalmente torpe, porque es una persona incómoda con un punto tiránico e invalidante”, asegura el psicólogo.
Y ese es precisamente el problema: cuando la otra persona no pretende nunca comprender al otro. “Transmitir ideas diferentes, contrastarlas y llegar a consensos son señales de madurez, la oposición sistemática señala un déficit en el desarrollo de una voz propia”, dice Juan Miguel de Pablo Urban. “Pueden ser personas que han construido un patrón relacional conflictivo donde se muestra una protesta por no haber sido escuchada y reconocida en sus necesidades por las personas emocionalmente significativas (padres, familiares cuidadores). De ahí la intensidad de su reacción ante la posición del otro. No es un desacuerdo sobre las ideas o las propuestas que se hacen, sino que lo viven como un cuestionamiento de sí mismo”, asegura. “En otros casos, pueden ser personas que han sido educadas sin cuestionamientos y que se les ha permitido casi todo. En estos casos, en la adultez no toleran la frustración, la negativa o el desacuerdo, vividos como una muestra de desamor o incluso de rechazo”, matiza. Frente a esos perfiles Justin Jones-Fosu explica en Respetuosamente en desacuerdo. Cómo mantener conversaciones difíciles en un mundo dividido (Berrett-Koehler, 2024) que cuando las personas aprenden el arte del desacuerdo respetuoso, pueden encontrar formas de trabajar juntas, incluso cuando no coinciden. Porque no estar de acuerdo en algunas cosas no es un problema: lo es cuando llevar la contraria es sistemático.
Cada vez son más las personas que emplean ChatGPT para consultar dudas, como apoyo emocional e incluso como psicólogo, y el problema es que es habitual que estos sistemas pongan en marcha un comportamiento de servilismo por el que cual el chatbot de inteligencia artificial tiende a estar de acuerdo automáticamente con el usuario, que a su vez está cada vez menos acostumbrado a que le lleven la contraria. Por eso, cuando la gente se enfrenta a personas que siempre llevan la contraria, se puede sentir insegura y prefiere no opinar para evitar cualquier confrontación. “Indudablemente, estos perfiles resultan muy incómodos e invalidantes para los que están enfrente. Es difícil conectar con estas personas porque nunca están de acuerdo y por si fuera poco, siempre hay un detalle de sus opiniones, de su mundo interno y de sus apetencias que se nos escapa y, por lo tanto, con ellas sentimos que nunca acertamos”, explica Rafael San Román.
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