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Horas de vuelo mirando por la ventana y puntos de ‘aura’ por hacer respiraciones: así funciona el nuevo autocuidado masculino

Las redes sociales muestran el auge de las tendencias de ‘rawdogging’, hacer actividades concentrados sin ninguna ayuda exterior, y el ‘auramaxxing’, donde los hombres adquieren puntos de aura por centrarse en el autocuidado. Analizamos por qué a los hombres les ha costado tanto pararse a quererse a ellos mismos

Autocuidado vuelos
Un hombre mira por la ventana durante un vuelo.© Marco Bottigelli (Getty Images)

Tik Tok ha sido la responsable de situar en el radar una nueva tendencia a la hora de viajar en avión. Mientras que lo habitual es escuchar podcasts, leer un libro o ver películas durante el trayecto, algunos hombres presumen en sus perfiles de dedicar esas horas a mirar la pantalla que en los vuelos largos muestra el recorrido del avión. A esta práctica se le llama rawdogging, que hasta hace poco aludía a practicar sexo sin preservativo, pero poco a poco, su significado se ha ido extendiendo hasta aludir a todo tipo de actividades en las que no se recurre a ninguna ayuda extra para aguantar. De hecho, el actor Ryan Phillippe subió a los stories de Instagram una imagen tomada poco antes de disfrutar de un concierto al aire libre. “Voy a ver el concierto en clave ‘rawdogging’: solo, sin alcohol, sin drogas y sin ayuda alguna”, aclaró en el texto que acompaña a la fotografía. Por su parte, el atleta Jack Flood presumía en un vídeo de haber pasado las ocho horas de un vuelo a Italia “sin música, sin comida y sin ir al baño. Me he limitado a mirar el mapa del vuelo”.

Por qué el rawdogging es cosa de hombres

Adam Aleksik, un lingüista y creador de contenido que está preparando un libro sobre cómo las redes sociales han cambiado el lenguaje, comenta en TikTok que lo interesante del término es que se ha convertido en un disfemismo, es decir: en lo contrario de un eufemismo. “En lugar de hacer que un concepto sea menos ofensivo, refuerza aún más ese carácter ofensivo con la finalidad de que sea humorístico. Sin embargo, lo habitual es que se emplee tanto la palabra asociada a ese nuevo significado, que la gente olvide sus orígenes. Eso es lo que creo que va a pasar con este término”, asegura.

El periodista Luke Winkie, que lleva años limitándose a observar el mapa del vuelo durante sus viajes, comenta a GQ que esta práctica es popular entre los hombres por enfrentarse de forma diferente a “la cultura del pequeño capricho”. “Mientras que un vuelo largo es para las mujeres la ocasión perfecta para hacer cosas entretenidas y darse algún capricho, creo que los hombres somos más estoicos y complicados a la hora de enfrentarnos a los lugares en los que podemos disfrutar”, explica. Al comprobar en los comentarios de los vídeos en los que los hombres presumen de sus momentos rawdogging que las mujeres suelen escandalizarse, horrorizarse o sorprenderse ante esta práctica, ¿por qué son especialmente los hombres los interesados en esta fórmula, que aseguran es una suerte de meditación?

Un estudio de la Universidad de Brown llamado Women Benefit More Than Men in Response to College-based Meditation Training analiza cómo por más que los estudios han demostrado que la atención plena tiene efectos positivos en el tratamiento de la ansiedad y la depresión, prácticamente no se han realizado investigaciones que analicen si los efectos difieren entre los géneros, a pesar de que hombres y mujeres muestran claras y significativas diferencias clínicas. “Lo habitual es pensar que las mujeres reflexionan y que los hombres prefieren distraerse y abandonar esas reflexiones. Por eso, para las personas que tienden a estar dispuestas a enfrentarse a los problemas, poner en marcha la atención plena puede resultar una ayuda. Sin embargo, para quienes tienden a huir de esas confrontaciones, centrar repentinamente toda su atención en sus dificultades puede ser algo contraproducente. Aunque enfrentarse a las dificultades y sentir las emociones de lleno puede parecer universalmente beneficioso, no tiene en cuenta que puede haber diferentes expectativas culturales para hombres y mujeres en torno a la emocionalidad”, advierte Willoughby Britton, una de las responsables del estudio.

Ángela Vazi, terapeuta experta en desarrollo personal, manifestación y habilidades psíquicas, indica que los hombres han pasado por generaciones en las que cualquier expresión de emocionalidad era vista como un tabú, siendo algo incluso castigado por el entorno. “Se les ha dado un rol histórico de fortaleza, protección con roles de proveedor, explorador o conquistador. Esto provoca que esta nueva generación esté ‘programada’ en sus creencias subconscientes con lealtades que les hacen más difícil realizar un cambio de paradigma. Al final, los hombres también son víctimas del machismo y el patriarcado que ha existido, ya que se les ha prohibido cualquier tipo de manifestación de su energía femenina”, asegura.

“Por suerte, ya existe toda una generación de hombres sin masculinidad frágil. Recibo a multitud de ellos en mi escuela y quieren mostrarse, conectar consigo mismos, tener relaciones conscientes y sobre todo, salir de esa matrix que les pide que sean “hombres de alto valor” y que no es otra cosa que un movimiento machista encubierto”, asegura.

La gamificación del bienestar

Al hablar de los hombres que no temen conectar consigo mismos es menester comentar que en las redes sociales, muchos adolescentes presumen ahora del auramaxxing, que hace alusión a una serie de prácticas con las que aumentar su aura cuidándose a sí mismos y conociéndose mejor. Lo curioso es que en esta búsqueda por conseguir, literalmente, “puntos de aura”, muchos han hecho del autoconocimiento y del autocuidado una especie de videojuego que demuestra que las redes sociales han hecho de la gamificación una aliada con la que conseguir dinero. Las aplicaciones gamificadas de salud y bienestar, al abogar por intentar que los usuarios alcancen la sensación de logro, les estimula a luchar por sus objetivos, consiguiendo además la fuerza del storytelling que los usuarios se mantengan motivados. Por eso, subir a las redes sociales esos nuevos actos con los que aseguran conseguir momentos de paz en los que poder estar consigo mismos, auto conocerse y ser más fuertes, funciona como incentivo. “Hay una gamificación clara, porque las redes tienen un potente algoritmo que busca explotar el sistema de adicciones del cerebro. Los sistemas de gamificación refuerzan la idea de que de cada experiencia, el usuario se lleva consigo algo, y esto es algo que es especialmente importante para los hombres. Como director del Instituto esMindfulness, puedo asegurar que tras 20 años impartiendo cursos a unos 2000 alumnos al año, alrededor del 70% es público femenino. A los hombres les atrae más el componente de desafío, la idea de poder llevar algo a casa, por su raíz de cazadores. Para las mujeres, el atractivo de la meditación está más relacionado con conocer gente, generar conversaciones transformadoras y sentirse parte de un grupo… Algo que llevado al mundo digital lo valida el algoritmo con sus likes”, explica a S Moda Andrés Martín, escritor y formador, tras su paso por Atlàntida Mallorca Film Fest. La gamificación es tal que se habla ya incluso de “cozy gaming”, un creciente género dentro de los videojuegos que como comenta Agus Panzoni, head of trends de Death to Stock -empresa que ayuda a las marcas a crear su identidad y analiza las tendencias del mercado-, se dirige a quienes se quieren relajar en clave mindfulness. “Según un estudio de 2021, los resultados de estos juegos son reales, pues quienes juegan este tipo de juegos durante 20 minutos sienten un nivel de relajación muy cercano a quienes meditan durante 20 minutos”, explica.

Martín asegura que el motivo por el que el rawdogging le parece sumamente interesante es que, según su opinión, uno de los problemas que emergen de la presencia constante de dispositivos es que la gente ha perdido la capacidad de encontrarse en un estado mental cercano al aburrimiento, un estado en el que pueden surgir ideas interesantes. “Ante el miedo al aburrimiento y frente a la cultura del deseo que nos motiva a querer ver, escuchar y leerlo todo, podemos estar entretenidos, pero en ese entretenimiento, no hay creatividad. En la meditación se encuentra en cambio la red de la experiencia directa, en la que se monitoriza lo que cada uno hace y cómo se siente cada uno al hacerlo. Creo que el rawdogging está entre la meditación y entre la experiencia de la mente en la que vaga de un sitio a otro, permitiendo que se den burbujas de creatividad”, explica a S Moda.

Tony Espigares, el coach español que emplea la meditación y la neurociencia en aras del bienestar mental, también asegura haber comprobado en sus retos y grupos de meditación que el número de hombres siempre es muy reducido. “Desde su subconsciente, su patrón principal es el de proveer, el de pelear y el de llevar a cuestas la mochila de la familia. Esto les impide mirar dentro, abrazar lo que son, quiénes son, lo que quieren, su esencia y su luz. Los pocos que hacen esto han dado un paso evolutivo mayor; están trabajando en nuevos niveles de conciencia y cada vez hay más que evolucionan en el camino. Evidentemente, aquellos que practican rawdogging o pasan 12 horas sin distracciones, están consigo mismos, lo cual es precisamente lo que muchos hombres no se permiten. Además, el cerebro del hombre y el de la mujer son diferentes. La mujer es mucho más sensible y sensitiva, mientras que el hombre es más pragmático, simple y sencillo. Por eso, invitar a los hombres a explorar su interior es ayudarlos a dar un paso hacia una vida más plena y auténtica”, asegura.

Quizás haya llegado el momento de esperar al siguiente vuelo de más de ocho horas para descubrir si observar el mapa del recorrido del avión es el nuevo aliado del bienestar y la calma, aunque teniendo en cuenta que la gente es más propensa a llorar al coger un vuelo, quizás lo mejor sea disfrutar de un buen libro y meditar con los pies en la tierra… Literalmente.

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