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‘Bond builder’: ¿puede realmente un producto capilar reparar las puntas abiertas?

Cuando el cabello se vuelve quebradizo, no todos los reconstructores de los enlaces capilares funcionan. Algunos tratamientos, incluso, pueden ser contraproducentes

En los últimos años las marcas han lanzado una nueva categoría de productos para reconstruir los enlaces y corregir los problemas que causa su fractura.
En los últimos años las marcas han lanzado una nueva categoría de productos para reconstruir los enlaces y corregir los problemas que causa su fractura.Larysa Vdovychenko (Getty Images)

Con toda revolución cosmética, como la que representó el lanzamiento de Olaplex, un tratamiento reconstructor de los enlaces capilares más fuertes (conocidos en la jerga especializada como puentes disulfuro), llegó una avalancha de productos que prometían replicar los beneficios de esta tecnología novedosa. En el caso de este producto, basado en una molécula patentada (el dimaleato de bis-aminopropyl diglicol), las marcas reaccionaron lanzando una nueva categoría de productos para reconstruir los enlaces y corregir los problemas que causa su fractura: puntas abiertas, encrespamiento, sequedad, tono apagado, pelo quebradizo… Al principio, la mayoría de los rituales reconstructores de este tipo se limitaron al salón de belleza. Pero, en especial durante el último año, se han multiplicado las fórmulas de aplicación en casa.

No obstante, como alertaba hace poco la revista de referencia Allure, muchos de estos cosméticos tienen sus limitaciones e incluso, si no se usan adecuadamente, sus riesgos. “Hay marcas que han exagerado mucho los beneficios que puedes alcanzar en casa. Generan falsas expectativas. Además, en cuestiones capilares el ‘café para todos’ no existe. Cada melena tiene sus necesidades. Es mejor no jugar a hacer el quimi-chefa en casa”, plantea Nuria Aluart, fundadora de la tienda online de cosméticos de autor Mumona.com. Aluart sugiere acudir a un centro profesional: “Nosotros, aunque seamos un negocio 100% online, también asesoramos para que no se compre por moda o tendencia, sino por necesidad”.

El uso de secadores y planchas o los tirones durante el cepillado están detrás de la ruptura de los puentes disulfuro.
El uso de secadores y planchas o los tirones durante el cepillado están detrás de la ruptura de los puentes disulfuro.Matteo Valle

El uso de secadores y planchas, los tintes, los tratamientos químicos, los tirones durante el cepillado, las bajas temperaturas, los rayos UV y, por supuesto, el envejecimiento están detrás de la ruptura de los puentes disulfuro. Estos enlaces sustentan la proteína fibrosa y la queratina: “Los disulfuro son enlaces químicos covalentes. No se pueden romper con agua. Millones de enlaces disulfuro conforman la estructura, fortaleza y estabilidad del cabello”, explican desde Olaplex.

“Después de un tratamiento que modifique o rompa los puentes disulfuro; es decir, que varíe la estructura del cabello (que lo alise o lo lise), es necesario un tratamiento bond builder. Solo así recuperaremos la suavidad y la resistencia del pelo”, recomienda Aluart. Como ocurre con muchos tratamientos, si buscamos un resultado intenso, lo suyo es confiar en los profesionales. “Un ritual bond builder en un salón, siempre será más intenso y efectivo que cualquiera que puedas realizar en casa. Tanto por la concentración del activo del producto profesional como por la maña en la mezcla y el protocolo en el centro de belleza”, sentencia Aluart. Aunque conviene consolidar los efectos del tratamiento profesional: “Existen cosméticos que nos pueden ayudar, tampoco hay que tacharlos de simples acondicionadores (porque realmente no lo son). Son más sofisticados y contienen activos minuciosamente seleccionados para reparar y fortalecer el cabello dañado a nivel estructural, más allá de dar suavidad o manejabilidad, que es la función de un acondicionador al uso”, explica la experta. Para acertar, conviene buscar ingredientes como las ceramidas, la provitamina B5, los ácidos grasos del tipo Omega, aceites como el de Pracaxi, las proteínas de seda hidrolizadas o las de queratina. “Pero más que hablar de activos específicos, la eficacia está vinculada a su biodisponibilidad en la fórmula. Tanto por la concentración o por cómo se fórmula dicho producto. Es decir, si estos activos están encapsulados o no, la calidad de la procedencia de dicho activo, la concentración, etc. Debe haber evidencia científica que respalde que en esa concentración, el ingrediente puede ofrecer el beneficio en cuestión”.

Tampoco se debe abusar: “El exceso de ingredientes como las proteínas causa un efecto rebote”, avisa la fundadora de Mumona. Al sobrecargarse, la fibra se vuelve rígida, “al no ser flexible, se rompe. Además, si acumulamos proteína, el pelo se apaga y apelmaza”. Otro riesgo: tanta proteína puede afectar a la flora del cuero cabelludo y alterar su microbiota. El estilista, colorista y experto en el cuidado capilar Juan Diego Teo coincide: “Muchas veces falla el diagnóstico. Pensamos que todo los productos valen para todo el mundo y nos olvidamos del asesoramiento de un profesional. Ante un cabello deteriorado, ofrecemos tratamientos de reconstrucción a base de proteínas y nos olvidamos de los lípidos y la falta de agua. Nos olvidamos de las temidas siliconas. Las hay solubles en agua que ayudan a recuperar la fibra, ya que la protegen”.

Otras alternativas son cosméticos con algas, como los que proponen desde La Mota: “Nosotros confiamos en el alga Bifurcaria Bifurcata, una alternativa a las queratinas, que pueden ser muy químicas, y a tratamientos que alteran la estructura capilar. Hidrata desde la raíz, refuerza y reduce la rotura, define el rizo, protege contra los agentes externos como el sol, el cloro y la contaminación. Y también repara los daños existentes en la estructura, fortaleciendo los puentes en lugar de romperlos”, explica Helena Reyes, creadora de la marca.

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