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EJERCICIO FÍSICO
Tribuna
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Un nivel socioeconómico bajo favorece el sedentarismo y la salud se torna más vulnerable

Las intervenciones de salud pública dirigidas hacia la actividad física deberían centrarse en las personas y zonas con menos recursos para reducir las desigualdades de salud

Ejercicio físico para evitar el sendentarismo
Un joven hace deporte en una máquina de ejercicios instalada en Linares, Jaén.PACO PUENTES
Nuria Garatachea

Es obvio que existen desigualdades socioeconómicas entre las personas, que se dan por una variedad de diferencias determinadas por la posición económica de un individuo en relación con los demás, y que se basan en los ingresos económicos, el nivel educativo, la situación laboral u ocupación y el origen étnico. Y estas desigualdades tienen un impacto sobre la salud de las personas.

Generalmente, ocurre que los individuos de un nivel socioeconómico bajo viven en zonas más deprimidas y presentan una mayor prevalencia de conductas relacionadas con la salud más desfavorable que les acarrea un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad. El modelo de conducta saludable de los años 80 ya discutía que los hábitos más insanos como fumar, baja ingesta de frutas y vegetales o el sedentarismo son más predominantes en las clases sociales más bajas.

Si queremos saber cómo reducir las desigualdades en salud, es importante comprender la interacción entre el nivel socioeconómico y las conductas saludables para determinar la salud futura a nivel global. Las conductas sedentarias o el nivel de actividad física no escapan de esta interacción con el nivel socioeconómico. Tanto es así que en 2020 un grupo de trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya identificó una laguna de conocimiento en la comprensión del papel del nivel socioeconómico sobre la relación entre la actividad física y el sedentarismo con la salud, cuestión que se considera esencial para reducir las desigualdades de salud.

Se ha demostrado, aunque con limitaciones, una asociación inversa entre el nivel socioeconómico y el nivel de actividad física. Esto significa que las personas con mayor nivel educativo, mejores empleos y mayor nivel de ingresos presentan mayores niveles de actividad física en general. Y, por el contrario, el nivel de actividad física está más disminuido en aquellas personas con menor nivel educativo y menos ingresos. Incluso para similar exposición a los factores de riesgo, los grupos con más bajo nivel socioeconómico tienen peores indicadores de salud general; este fenómeno se conoce como hipótesis de vulnerabilidad.

Podríamos pensar entonces, en línea con esta hipótesis, que esta perjudicial asociación de bajos niveles de actividad física y gran comportamiento sedentario con efectos negativos sobre la salud es más fuerte en los grupos de bajo nivel socioeconómico. Un reciente estudio con más de 300.000 participantes de 40 a 69 años así confirma esta hipótesis de vulnerabilidad en relación con la actividad física. Este estudio sugiere que los comportamientos poco saludables, en concreto el sedentarismo, pueden causar más daños en los grupos socioeconómicos más bajos. Esta hipótesis de vulnerabilidad también se mantiene en edades más avanzadas. Por ejemplo, una revisión sistemática que analiza los efectos del nivel socioeconómico sobre cómo impacta la jubilación en la actividad física y las conductas sedentarias sugiere que la jubilación tiene un impacto más favorable en los grupos de mayor nivel socioeconómico.

El modelo ecológico que intenta explicar por qué unas personas son activas, mientras que otras no lo son, postula que tanto el ambiente físico como el social (condiciones económicas, normas sociales, urbanización, industrialización…) son importantes determinantes de la actividad física. Aunque todavía queda bastante investigación para poder comprender bien la relación entre nivel socioeconómico y actividad física, parece estar claro que ambientes socioeconómicos más desfavorecidos no ayudan a iniciar o mantener estilos de vida saludables relacionados con la actividad física que favorezcan una buena salud general.

Es por ello que las intervenciones de salud pública dirigidas hacia la actividad física y el comportamiento sedentario deberían centrarse en las personas y en las zonas o áreas de más bajo nivel socioeconómico para reducir y estrechar las desigualdades en salud. Además, estas intervenciones podrían ser las que presentasen un mayor retorno beneficio/coste.

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Sobre la firma

Nuria Garatachea
Es Profesora Titular de la Universidad de Zaragoza. Es Dra. en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte e investigadora del Grupo GENUD.

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