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¿Cada cuánto limpias tu botella de agua? Un inesperado reservorio de bacterias y hongos

Los envases reutilizables son más ecológicos que los desechables, pero sin la higiene correcta pueden acumular más microorganismos que un inodoro

El agua de una botella contaminada con microbios, además de poder tener un sabor desagradable, no necesariamente representa un problema sanitario.
El agua de una botella contaminada con microbios, además de poder tener un sabor desagradable, no necesariamente representa un problema sanitario.andreswd (Getty Images)

El mensaje está por todas partes: hay que beber agua. Lo dicen desde los médicos hasta las celebridades más influyentes, que se muestran hidratadas en redes sociales gracias a coloridos botellones de metal devenidos en accesorios de moda. Además, ya no solo hay que hacerlo para sobrevivir, ahora también es para tener la piel más tersa, para digerir mejor los alimentos y para mantener a las articulaciones funcionando.

Existe al mismo tiempo otro mensaje: la salud ambiental del planeta exige consumir menos plástico. En una España donde se comercializan 55 millones de envases al día y solo se recicla el 36%, la mejor alternativa para cumplir con todas las demandas parece ser cargar de aquí para allá con una botella reutilizable. Pero estos recipientes, si bien son una opción más ecológica frente a los desechables, pueden convertirse en un reservorio de bacterias y hongos cuando no se limpian correctamente; y, con un poco de mala suerte, acabar siendo un riesgo para la salud.

Así lo han determinado una serie de estudios, publicados en el último tiempo, que observaron la acumulación de microorganismos en botellas de agua reutilizables. Uno de ellos, realizado por la Asociación Internacional para la Protección de los Alimentos (IAFP, por sus siglas en inglés) recolectó 90 botellas de estudiantes universitarios en EE UU y encontró que el 70% de los envases superaban el límite recomendado de colonias de microorganismos para agua potable en algunos países, incluido España.

María del Mar Tomás, jefa del grupo de Microbiología Traslacional y Multidisciplinar del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña, detalla que “normalmente, las bacterias que suelen acumularse en este tipo de botellas son coliformes, las que se encuentran en el tracto gastrointestinal”. En los excrementos, por decirlo sin rodeos. Un estudio publicado en 2014 respalda esta afirmación. Los científicos hallaron que en las muestras de agua embotellada en envases reutilizables había presencia de bacterias comunes y productoras de toxinas, como la Escherichia coli y la Staphylococcus aureus. También algunos mohos como los Aspergillus —que suelen aparecer como manchas blancas o amarillas— y los Penicillium, que se manifiestan en tonos azules o verdes.

Más recientemente, un informe de la empresa estadounidense WaterFilterGuru arrojó que algunas botellas de agua reutilizables tenían 40.000 veces más bacterias que un inodoro y cinco veces más que el ratón del ordenador. Los números —a pesar de venir del análisis de una compañía que se dedica a la venta de filtros de agua— no parecen exagerados, asegura Tomás.

Y es que, cuando el agua permanece en la botella durante varios días, puede crear un caldo de cultivo en el que se asientan y multiplican las esporas de moho que flotan el aire y las bacterias que transitan por las manos, y acaban pasando al líquido. “Si no hacemos un recambio constante del agua e incluso no enjuagamos diariamente las botellas, los microorganismos pueden acumularse y formar biopelículas”, explica Tomás. Una biopelícula es una comunidad de microbios que se adhieren a una superficie, rodeados de una matriz protectora que ellos mismos generan. Si aparece, será más difícil eliminar la suciedad y los patógenos.

El tipo de botella también influye. Los estudios señalan que el material más higiénico en términos de residuos orgánicos es el cristal, mientras que el plástico (duro y blando) y el metal son más susceptibles a la acumulación de bacterias. Lo mismo sucede con aquellos envases con pajillas o boquillas, que en los estudios mostraron niveles más altos de contaminación.

¿Cómo limpiar las botellas?

El estudio de la IAFP arrojó que el 16% de los usuarios nunca limpiaban sus botellas. Esto es exactamente lo que no hay que hacer. Tomás lo explica: “Lo que se recomienda es todos los días hacer recambio de agua, lavar con detergente el envase y, tras cierto período de tiempo, desinfectarlo con agua y una gota de lejía para evitar la formación de biopelículas”. En caso de ser un recipiente apto para lavavajillas, lo ideal sería desinfectarlo allí con frecuencia. Otra opción es sumergir la botella durante media hora en agua y vinagre a partes iguales, incluso agregar bicarbonato para crear efervescencia y limpiar más a fondo. Es importante remover todas las piezas desmontables de la botella —pajitas, válvulas—, donde es común que se aloje el moho, y dejar secar el envase antes de volver a utilizarlo.

Beber de una botella contaminada con colonias de microbios —que en los casos más extremos pueden dar un olor y un sabor desagradables—, no necesariamente representa un problema sanitario. La mayoría de las especies de moho son bastante inofensivas y el sistema inmunitario de personas sanas es muy competente deshaciéndose de ellas. Lo mismo sucede con las bacterias encontradas, aunque los problemas gastrointestinales que producen sí son más usuales. Tomás advierte de que los inmunodeprimidos y los alérgicos son los que deberían estar más alerta y ser particularmente cuidadosos con la higiene.

“Al final hay que dar un mensaje de tranquilidad porque para que los microorganismos en el agua provoquen una patología deberían estar presentes en un porcentaje muy alto. Para evitar sustos, alcanza con lavar los recipientes con regularidad”, apunta la científica. Y si la limpieza exhaustiva no es suficiente para quitar la suciedad más evidente, a lo mejor es tiempo de cambiar de botella.

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