El futuro del consumo recreativo: las bebidas con THC amenazan con destronar al alcohol
En los Estados donde el cannabis ya es legal, más de la mitad de los consumidores de alcohol también lo ha añadido a su dieta
Los medios no dejan de hablar del impacto del alcohol sobre nuestra salud. Pero ¿y si toda esta tendencia contra el alcohol estuviera allanando el camino a algo peor? Los lectores que me conocen saben que aunque soy un adicto recuperado, no pertenezco a la liga antidroga. Sin embargo, no me gusta nada la idea de que las bebidas con THC, el compuesto psicoactivo del cannabis, se queden con la mitad del negocio del alcohol en los próximos años. Sobre todo porque el THC tiene un efecto considerable en el cerebro de nuestra chavalería.
Y, sin embargo, eso es justo lo que está pasando. Un estudio realizado por Brightfield Group (BDSA), que es básicamente una de las principales fuentes en el análisis del mercado del cannabis, mostró que en los Estados donde el cannabis ya es legal, más de la mitad de los consumidores de alcohol también lo han añadido a su dieta. Es más, se está observando que, cuando la gente quiere relajarse después de un día estresante de trabajo, pasa de la clásica cañita porque prefiere una bebida con THC.
Por supuesto, la industria del alcohol no ha tardado en mover ficha. Por ejemplo, Constellation Brands, el gigante detrás de marcas como Corona y Modelo, ya ha invertido 4.000 millones de dólares en bebidas con THC. Está claro que no están dispuestos a perderse la fiesta. Las previsiones indican que, durante un tiempo, ambos mercados van a coexistir, pero la guerra por captar al consumidor que busca relajarse con la sustancia ya ha empezado, y parece que el cannabis tiene las de ganar.
Pero ¿qué ocurre cuando el consumidor es un adolescente? Veamos, por ejemplo, un estudio publicado recientemente en la revista Nature, donde se indica que el consumo de cannabis, incluidas las bebidas con THC, tiene efectos directos sobre la conectividad cerebral: “La adolescencia es una etapa crítica para el desarrollo del cerebro, y el consumo de THC durante esta fase puede tener efectos perjudiciales en la conectividad cerebral y control ejecutivo”. Esto significa, ni más ni menos, que en pleno desarrollo, la capacidad de nuestros hijos a la hora de tomar decisiones o evaluar los riesgos frente a los beneficios, podrían empeorar. Creo que no me equivoco cuando digo que cualquiera que conviva con un adolescente experimenta en sus propias carnes que el control ejecutivo no es precisamente su punto fuerte.
Sin pretender convencer a los escépticos, quiero mencionar dos estudios más. El primero se publicó en el 2021 en la revista JAMA Psychiatry, en él se evaluó a una muestra de más de 1.000 participantes desde la adolescencia hasta la edad adulta, para medir los cambios en el grosor cortical y las funciones cognitivas como la memoria y la toma de decisiones. Los autores concluyeron indicando que “el consumo repetido de cannabis en la adolescencia se asocia con un desarrollo alterado de la corteza cerebral, particularmente en áreas vinculadas a la memoria y la toma de decisiones”. Y el segundo se trata de una revisión sistemática del 2019 donde ya se mostraba que, aunque algunos efectos se revierten con el tiempo, los adolescentes tienen una menor capacidad de recuperación cognitiva: “Los déficits cognitivos inducidos por el cannabis durante la adolescencia pueden persistir incluso después de un mes de abstinencia, lo que sugiere que el cerebro adolescente puede sufrir alteraciones más duraderas”.
Incluso David Nutt, conocido neuropsicofarmacólogo y defensor del cannabis medicinal, advierte sobre los riesgos del THC en jóvenes. En su obra Cannabis: ¿Por qué tanta polémica?, el autor señala sin complejos que “el consumo de THC en jóvenes no solo puede desencadenar problemas de salud mental, sino que también incrementa la probabilidad de dependencia y problemas cognitivos a largo plazo”.
El mercado de las bebidas con THC está en auge
Si nos fijamos en los números de los últimos dos años, veremos cómo el mercado mundial de bebidas con THC ha crecido de manera espectacular. Según un informe de FortuneBusiness Insights, la industria de estas bebidas alcanzó un valor de 2.000 millones de dólares en 2023 y se espera que crezca hasta los 117.000 millones de dólares en 2032. Esto representa una tasa de crecimiento anual realmente inaudita para un mercado relativamente nuevo. Por otro lado, tenemos los datos del propio BDSA, donde podemos observar que las ventas de bebidas con THC en Estados Unidos crecieron un 8% entre el segundo trimestre de 2023 y el segundo trimestre de 2024, lo que se traduce en la friolera de 54 millones de dólares en ventas solo en ese período. Así que, aunque aún es un pequeño porcentaje del total del mercado del cannabis, el ritmo de crecimiento es muy significativo.
En nuestro país, la situación es distinta y, aunque no sabemos cuánto tiempo lograremos contener a la industria, por el momento el tema está regulado por la Ley 17/1967 sobre Estupefacientes, que prohíbe tanto el uso como la comercialización de productos con THC para fines recreativos. A pesar de que en 2022 se dio luz verde al uso medicinal del cannabis bajo condiciones estrictas, el uso recreativo del THC sigue siendo ilegal. Esto se recoge en la Ley de Seguridad Ciudadana 4/2015, que, entre otras cosas, prohíbe el consumo y la posesión de productos con más del 0,2% de THC en espacios públicos. Así que tranquilidad porque, de momento, la industria de las bebidas con THC no parece tener espacio en el mercado español.
Viendo cómo está el patio en otros países, se hace evidente que la llegada de este tipo de bebidas nos planteará un reto importante, sobre todo en términos de salud pública. Porque, por un lado, muchos perciben estas bebidas como una opción más segura que el alcohol, pero por otro, como hemos visto, los riesgos para adolescentes y jóvenes que aún están en fases cruciales de desarrollo cerebral, es un hecho.
Como siempre, cuando hablamos de drogas, los objetivos no deberían ser tanto la prohibición como la búsqueda del equilibrio entre regulación y educación. Como dice David Nutt: “La regulación es la clave para proteger a las futuras generaciones de los efectos adversos del cannabis, sin negar sus potenciales beneficios en otros contextos”.
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