Un empresario acusado de estafa vende terapias ilegales a personas con cáncer terminal
Un consorcio internacional de periodistas, en el que participa EL PAÍS, destapa un entramado alrededor de Immucura, una compañía que ofrece desde Marbella un tratamiento experimental por más de 40.000 euros a pacientes de toda Europa
David Mejía, un mallorquín de 28 años, estaba ilusionado aquel 19 de diciembre de 2019. En un vídeo que grabó en un coche en marcha, junto a otras dos personas, cuenta cómo le acaban de extraer sangre en Gibraltar y viaja hacia Marbella, una de las sedes de la empresa Immucura Med SL. Allí, una semana después, le iban a aplicar un innovador tratamiento contra un cáncer raro para el que parecía no haber esperanza. Entretanto, su propia sangre sería procesada en un misterioso laboratorio alemán para entrenar contra su tumor a sus células dendríticas —un tipo de glóbulos blancos— y producir algo parecido a una vacuna contra el cáncer. “Estoy muy feliz por ayudar a David”, dice al final del vídeo el conductor, Johannes Schumacher, fundador y consejero delegado de Immucura. Mejía falleció un mes más tarde, poco después de cumplir los 29. Schumacher está acusado de un delito de estafa y otro contra la salud pública. Un consorcio internacional de periodistas, en el que participa EL PAÍS, ha investigado durante meses al empresario, que ha ingresado millones de euros vendiendo terapias ilegales a cientos de personas con cáncer.
Días antes de aquel viaje en coche, Mejía contó en otro vídeo la odisea que afrontan muchas personas con cáncer en busca de esperanza. En las imágenes, él y su pareja relatan desde el aeropuerto de Madrid tres reuniones en la capital con clínicas privadas especializadas en oncología. Dos de ellas, MD Anderson y la Clínica Universidad de Navarra, le habían ofrecido la posibilidad de realizar un diagnóstico molecular para conocer las características particulares de su tumor y buscar ensayos clínicos en los que se estuviesen probando tratamientos para un cáncer infrecuente como el suyo. “En las dos clínicas los oncólogos nos dijeron lo mismo de siempre, la respuesta que no queríamos…”, dice la mujer. Todo era demasiado lento para alguien sin tiempo. Después, tuvieron una videollamada con un representante de Immucura. “Me hablaron más el lenguaje que yo quiero”, resume Mejía en el vídeo. Una simple muestra de sangre y en dos semanas empezaría el tratamiento con inmunoterapia. El coste del tratamiento superaría los 40.000 euros, una cifra que aspiraba a cubrir con micromecenazgo, un método que apela a la solidaridad de conocidos y desconocidos de los pacientes a través de internet y es habitual para costear las terapias de Immucura.
En esos mismos días de diciembre en los que Mejía luchaba por su vida, la Junta de Andalucía recibió una denuncia contra Immucura Med SL por utilización ilegal de medicamentos de terapia avanzada. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) alertó de que la compañía ofrecía un tratamiento del cáncer con células dendríticas, que se consideraría un medicamento de terapias avanzadas ilegal, porque no existía autorización para ninguno de los tres supuestos que contempla la ley: un ensayo clínico de un tratamiento experimental, un uso compasivo para pacientes que se han quedado sin opciones o un uso hospitalario aprobado. Según ha explicado la Junta de Andalucía a EL PAÍS, las actuaciones concluyeron con el cese de la actividad, una sanción económica por realizar una actividad sanitaria sin autorización y la retirada de la publicidad de la terapia avanzada en su web. David Mejía falleció el 23 de enero de 2020.
Immucura ha seguido ofreciendo sus tratamientos en 2024, según ha comprobado el consorcio internacional de periodistas, del que forman parte EL PAÍS, el canal de televisión alemán ZDF, el periódico austriaco Der Standard y el belga De Tijd. Este equipo de reporteros, que ha investigado durante meses las actividades de esta compañía, ha comprobado cómo Schumacher, un profesional de la banca de inversión que ha gestionado fondos en las Islas Caimán y asegura haber sido asesor del Gobierno ruso, creó una compañía que lleva casi una década ofreciendo un tratamiento con células dendríticas a cientos de pacientes, la mayoría en fases críticas de la enfermedad, en varios países de Europa, con ingresos de millones de euros. En 2022 una nueva denuncia ante la Junta de Andalucía también acabó con sanciones para esta compañía reincidente. Aunque Immucura asegura que ya no opera desde España, el diario De Tijd ha contactado con una paciente belga que hace un mes recibió documentación enviada desde Marbella por un empleado de la empresa, que también la llamó desde España. El 26 de junio de este año, tres meses después de que EL PAÍS contactase a las autoridades sanitarias españolas, la Fiscalía de Marbella comunicó la apertura de diligencias por dos presuntos delitos, de estafa y contra la salud pública, cometidos por Immucura Med SL.
La empresa ya ha tratado a más de 1.000 pacientes en, al menos, seis países europeos, según Airomedical, una web para buscar tratamientos médicos en todo el mundo. Los trabajadores de Immucura tienen cargos como “health coordinator” (coordinador de salud) o “scientific assistant” (asistente científico), pero son básicamente comerciales, como se puede comprobar en las ofertas de empleo de la compañía y como reconocen extrabajadores con estos títulos. El consorcio de periodistas ha entrevistado a una docena de antiguos empleados. Una de estas personas, que prefiere no desvelar su nombre, afirma: “Lo que hacíamos en Marbella era todo comercial. Contactábamos con la gente que dejaba sus datos a través de internet para venderles el tratamiento. Había una que había sido comercial de una tienda de ropa, otro era músico, gente muy variopinta, y eran raros los conocimientos de biología o medicina”. Aunque les decían que no diesen un precio exacto por el tratamiento, la oferta inicial rondaba los 40.000 euros.
Lo que hacíamos en Marbella era todo comercial. Había una que había sido comercial de una tienda de ropa, otro era músicoExtrabajadora de Immucura en Marbella
Pese a lo que personas desesperadas puedan entender viendo la web de Immucura o todas las páginas que promocionan sus productos, esta organización no tiene nada que ver con las clínicas que cumplen los requisitos legales. La Junta de Andalucía enfatiza que “la empresa Immucura Med SL [...] no es ni ha sido titular de ningún centro, servicio o establecimiento sanitario autorizado en Andalucía”. Otro antiguo trabajador, que pide anonimato, dice que abandonó la compañía cuando vio que, pese a lo que sugería su publicidad, Immucura no era una clínica. “Eran simplemente intermediarios, sin ningún tipo de conocimiento médico o capacidad para ofrecer tratamientos, que solo captaban a pacientes a los que ofrecían un tratamiento por 40.000 euros que la compañía compraba por menos de una cuarta parte”, explica.
Schumacher, mediante un cuestionario contestado por escrito y remitido con comentarios por su abogado, explica que la compañía “no requiere permisos en los países donde se trata a los pacientes, porque su papel es mediar entre pacientes, laboratorios y clínicas” y que “los laboratorios y clínicas tienen las licencias necesarias para sus obligaciones respectivas”. Preguntado por cuáles son esos laboratorios, médicos o clínicas con licencia que aplican los tratamientos que vende Immucura, Schumacher no quiere revelar su identidad. El abogado del empresario escribe que, “para proteger derechos personales, [su cliente] generalmente no comenta los perfiles laborales de empleados o socios”. Respecto a los laboratorios o las clínicas que realizan los tratamientos que vende Immucura, afirma que la empresa “no puede proporcionar ninguna información sobre posibles socios, ya que las capacidades de clínicas y laboratorios son muy limitadas y, por lo tanto, constituyen información sensible”.
Immucura asegura que trabaja con especialistas altamente cualificados, pero entre los profesionales que publicitan su tratamiento es difícil encontrar personas con una carrera dedicada al tratamiento del cáncer. Incluso el director médico de la organización, el tunecino Riadh Ben Sghaier, no incluye experiencia alguna tratando a pacientes oncológicos o investigando sobre cáncer en su currículum público. El propio título de Ben Sghaier, director médico, puede ser otra fuente de confusión sobre la naturaleza de la compañía. Un director médico suele ser el responsable de supervisar el buen funcionamiento de una organización que ofrece servicios sanitarios, algo que Immucura no puede hacer.
Aunque Schumacher no desvela en qué clínicas extraen la sangre o inyectan las células tratadas, en la investigación de 2019 la Junta de Andalucía ya suspendió la actividad de la Clínica El Campanario, en Calahonda, cercana al cuartel general de Immucura. Según un antiguo trabajador, allí se realizaban esas actividades para la compañía. En Gibraltar, de donde regresaban Mejía y Schumacher en coche, las autoridades locales afirman que “no hay clínicas médicas que hayan pedido una licencia para proporcionar terapias con células dendríticas”. En el momento de publicar este reportaje, en la web de la compañía aún se puede leer que el tratamiento se ofrece en la sede de Immucura Med SL, en España, además de en puntos adicionales, como Gibraltar.
Otro de los puntos oscuros de Immucura es el laboratorio en el que se realiza la preparación de las células dendríticas. Los comerciales que venden las terapias a potenciales clientes hablan siempre de un “laboratorio supersecreto en Alemania” sobre el que es mejor no hacer muchas preguntas. Periodistas del consorcio en Alemania preguntaron a las autoridades del país por los laboratorios que tienen permiso para producir células dendríticas. Solo son cuatro y todos ellos niegan trabajar para Immucura.
Las etiquetas de algunos paquetes enviados a pacientes con el tratamiento, sumadas a la confirmación de testigos que prefieren no revelar su nombre, apuntan a que el misterioso laboratorio se encuentra cerca de Ulm, una ciudad del sur de Alemania conocida por ser el lugar de nacimiento de Albert Einstein. El sello del laboratorio y la firma del propietario aparecen en documentos de Immucura recibidos por pacientes, aunque el dueño niega que haya producido células dendríticas para la compañía de Schumacher y no tiene claro de dónde han podido salir los documentos con su firma. Este mismo individuo reconoce que su laboratorio nunca ha tenido licencia para producir células dendríticas.
El equipo de ventas de Immucura tiene una serie de frases para convencer a los potenciales clientes. Una de ellas hace referencia al “genio ganador del Nobel” Ralph Steinman, que descubrió en 1973 las células dendríticas. Durante décadas de trabajo, Steinman y sus colaboradores comprobaron la capacidad de estas células para identificar amenazas, como células tumorales, y presentar fragmentos de ellas —conocidos como antígenos— a otras células del sistema inmunitario para que destruyan todo lo que tenga ese fragmento. En 1990, en un experimento con ratones realizado junto a la investigadora japonesa Kayo Inaba, extrajeron células dendríticas de los animales, las pusieron en contacto con una selección de antígenos y se las volvieron a inyectar. La fuerte respuesta inmunitaria a los antígenos elegidos mostraba el potencial de las células dendríticas como inmunoterapia. En 2010, dos décadas después de aquel experimento, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos aprobó el sipuleucel-T contra el cáncer de próstata. Es el primer y único tratamiento con células dendríticas autorizado hasta ahora para uso comercial. En 2011, Steinman recibió el Nobel de Medicina.
El hematólogo Felipe Prósper, director de la Unidad de Terapias Avanzadas de la Clínica Universidad de Navarra, ha participado en ensayos clínicos para probar las células dendríticas. Explica que se trata de un tratamiento prometedor, con el que se están haciendo muchos ensayos en todo el mundo, pero que aún no se utiliza en tratamientos convencionales en hospitales. “Aún no sabemos si se puede aplicar en combinación o como terapia única. Se están buscando las mejores opciones”, señala. Una de las ventajas que destaca Prósper de las células dendríticas es que sus efectos secundarios son mucho menores que los de otras inmunoterapias con linfocitos T, otro tipo de glóbulos blancos. “Después de un tratamiento con células dendríticas mandan a los pacientes a casa, porque no esperan que tengan efectos adversos”, señala. Este factor hace menos arriesgado no contar con especialistas en cáncer ni clínicas propias.
Pese a lo prometedor de la terapia, al aplicarla como se supone que lo hace Immucura —fuera de ensayos clínicos, enviando las células por correo durante días, sin la supervisión de oncólogos, sin un seguimiento adecuado y sin la publicación de sus resultados en revistas científicas y congresos para que otros expertos puedan evaluar sus resultados— es imposible saber qué tipo de tratamiento se está aplicando o cuáles son los resultados. Además, cuando un paciente recibe una terapia experimental dentro de un ensayo clínico, lo habitual es que no pague nada por ella.
Una médica austriaca, que en la web de Immucura aparece como Dra. Christel (es habitual que los facultativos aparezcan sin apellido, algo que dificulta comprobar sus credenciales), afirma que los pacientes son informados de que el tratamiento es “una terapia que aún está en proceso de investigación científica”. Pero, en el juego de ambigüedades habitual en la publicidad de la compañía, sus comerciales, según confirma uno de ellos, tienen el siguiente eslogan para captar clientes: “No ofrecemos promesas vacías, ofrecemos resultados basados en la ciencia”. Otra de esas frases describe el tratamiento como “natural, más seguro y más barato”.
Durante los últimos años, Schumacher no se ha quedado quieto. Aunque la oficina española de Immucura se ha desmantelado, la investigación del consorcio internacional de periodistas ha encontrado pagos por tratamientos en una cuenta de la compañía en un banco irlandés. En ese país, con una dirección de Dublín, se fundó en julio de 2022 Immucura Limited, constituida a través de Goodspeed Business Solutions, otra empresa española fundada por Schumacher en 2021. También en Irlanda, en junio de 2023, el empresario alemán puso en marcha Immunyo, que ofrece terapias con células dendríticas. El supuesto tratamiento de Immucura no es legal en Irlanda.
Este entramado de compañías, en regiones con distintas regulaciones sanitarias, dificulta vigilar sus actividades, que implican a médicos de al menos seis nacionalidades, clínicas y laboratorios en varios países y pacientes de toda Europa. Cuando los periodistas del consorcio se pusieron en contacto con el Instituto Paul Ehrlich, el regulador de medicamentos alemán, sus portavoces reconocieron que no estaban al corriente de los negocios de Immucura y que no habían recibido aviso de la AEMPS después de que el regulador español denunciase a la compañía. La Agencia Europea de Medicamentos señaló como responsables de estos asuntos a las autoridades nacionales.
Mientras las administraciones sanitarias de varios países estrechan el cerco sobre Immucura Med SL, al negocio no le faltan clientes. Convertir descubrimientos científicos fascinantes como los de Ralph Steinman en tratamientos fiables y eficaces requiere décadas de trabajo tedioso. Las personas con un cáncer terminal necesitan creer que hay alguien más osado e innovador que los “médicos convencionales”, capaz de ofrecerles ya la esperanza que necesitan. El riesgo de caer en manos de personas sin escrúpulos es irrelevante cuando te dan meses de vida. Un ciudadano sueco que perdió a su mujer por cáncer después de recibir y pagar parte del tratamiento de Immucura resume la desesperación y la esperanza tras el negocio de la empresa: “No me arrepiento de nada. Si hubiera ayudado, habría valido la pena cada céntimo”.
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