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Robert Schreiber: “Nos estamos acercando a convertir algunos tipos de cáncer en una enfermedad crónica”

El investigador reivindica el poder de la inmunoterapia, sola y en combinación con otros tratamientos, como herramienta para combatir los tumores

Robert Schreiber
El inmunólogo Robert Schreiber posa en los soportales del rectorado de la Universidad de Barcelona, el pasado miércoles.Gianluca Battista
Jessica Mouzo

Es un buen momento para ser inmunólogo, asegura el investigador Robert Schreiber (Nueva York, 76 años), profesor de Patología e Inmunología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington. “Es una época emocionante: estamos en la edad de oro de la inmunología y para la inmunoterapia contra el cáncer”, sentencia sonriente desde la imponente aula Ramón Cajal de la Universidad de Barcelona, donde está a punto de ser investido doctor honoris causa por su contribución científica a la demostración de que el sistema inmune puede ser una herramienta terapéutica contra el cáncer.

Corren ahora buenos tiempos para la investigación en inmunología, pero no siempre fue así. “Cuando los jóvenes me dicen: ‘Pero, ¿esto [de que el sistema inmune puede ayudar a combatir el cáncer] no se sabía ya?’ Yo les digo: ‘Déjame contarte una historia…”, ríe Schreiber.

No fue un camino fácil poner al sistema inmune en el centro de la lucha contra el cáncer. Su potencial papel para combatir los tumores era una idea antigua, de principios del siglo XX, que no acababa de cuajar; y se quedó ahí, como una mera hipótesis, varada en la mente de algunos investigadores que “entonces no tenían el impulso experimental para concretar lo que sucedía”, admite Schreiber. Pero años después, él mismo y su equipo retomaron esa idea que, a base de pequeños hallazgos, culminó en la demostración, a principios de los 2000, de las reglas de juego del sistema inmune y el cáncer: Schreiber postuló la teoría de la inmunoedición del cáncer, la paradoja de que, si bien el sistema inmune protege contra las células tumorales, también puede promover su desarrollo.

Sus hallazgos ayudaron a abrir la puerta a la inmunoterapia contra los tumores, la gran revolución terapéutica de la última década.

Pregunta. Si el sistema inmune puede proteger contra el cáncer, pero, también puede favorecer su desarrollo, ¿es nuestro aliado o nuestro enemigo?

Respuesta. Todavía estamos tratando de resolver eso, en realidad. Es un proceso: la primera parte es que si el sistema inmunitario reconoce un tumor que se formó porque hay proteínas anormales, puede destruir esas células [malignas]; pero si el tumor es heterogéneo —y muchos lo son—, tiene células que no expresan esa mutación y el sistema inmune no las reconoce, por lo que, al eliminar solo las que se pueden reconocer fácilmente, deja una tropa de células tumorales muy malas y estas crecen.

P. Surgen nuevos tratamientos contra el cáncer, funcionan, pero luego siempre aparecen tumores que generan resistencias. Es como una eterna carrera entre el gato y el ratón.

R. Por eso que muy pocos de nosotros usaremos la palabra cura cuando hablamos de respuesta al cáncer. Es el juego del gato y el ratón, sí, y comienza naturalmente, justo cuando surgen los cánceres: el sistema inmune puede ver algunas de esas células y deshacerse de ellas. ¿Y qué nos queda si empiezan a crecer de nuevo? Ahora hay grandes medicamentos de inmunoterapia que muestran efectos notables en quizás el 20% de los pacientes. Si es melanoma, en el 80%, pero en muchos de estos tumores solo responden en un 20%. Así que vas con otro tratamiento, incluso radiación. La radiación puede producir nuevas mutaciones en un tumor y darle al sistema inmunitario otra oportunidad para matar y deshacerse de las células tumorales. Pero vendrán otras. Y no sabemos si serán años y años de tratamiento con diferentes combinaciones de terapias. Muchos creen que lo que es posible ahora es hacer del cáncer una enfermedad crónica, como la diabetes: uno moriría si no fuera tratado con insulina, pero si la toma, puede vivir muchos años. Creemos que esto es la posibilidad que da la inmunoterapia contra el cáncer.

P. ¿Qué ocurre en tumores como el de mama o el de páncreas, donde la inmunoterapia no cuaja? ¿Qué diferencia a estas neoplasias de las de pulmón o el melanoma, donde sí funciona mejor?

R. Estamos tratando de resolver esta pregunta. Hay quien considera que es simplemente por la cantidad de mutaciones que tiene un cáncer en particular: el melanoma tiene muchas mutaciones, puede dar mil, y el de páncreas, muchas menos. Pero nosotros consideramos que los tumores son pequeños universos en sí mismos y no solo contienen células tumorales, sino muchas otras células. El de páncreas tienen un nivel muy alto de células mieloides y producen un entorno desmoplásico [fibroso]: los tumores son como pequeñas rocas y las células T [los linfocitos del sistema inmune] que estarían eliminando el cáncer, tienen muchas dificultades para entrar allí; y cuando entran, se encuentran con estas células mieloides inmunosupresoras y eso lo empeora aún más.

P. ¿La inmunoterapia acabará relegando a otros tratamientos, como la quimioterapia o la radioterapia?

R. La quimio y la radioterapia funcionan de manera muy diferente a la inmunoterapia, aunque existe la sensación de que, incluso en ese tipo de terapias no inmunológicas, hay un componente inmunitario: cuando tratas con radiación, creas nuevos antígenos y el sistema inmunológico, entonces, los ve y pueden facilitar la destrucción. Creemos que, en última instancia, será necesario tener la capacidad de hacer diferentes combinaciones y necesitamos las pautas, como averiguar cuáles son los criterios para usar radioterapia más inmunoterapia, solo inmunoterapia, etcétera.

inmunólogo Robert Schreiber
Schreiber posa en los soportales del rectorado de la Universidad de Barcelona, el 1 de junio.Gianluca Battista

P. ¿Qué les falta por saber sobre cómo funciona la inmunoterapia?

R. En comparación con dónde estábamos hace 20 años, sabemos mucho más ahora que entonces. Pero todavía tenemos que aprender muchas cosas sobre cómo funciona el sistema inmunitario y cómo podemos atacar ciertas cosas para que funcione mejor o para bloquear algo que lo inhibe. El gran reto es traducir esos hallazgos que a menudo obtenemos de animales de experimentación a los humanos y ver cómo funcionan y cómo elegimos, lógicamente, los tipos de la terapia con la que trataríamos a un paciente. Estamos en una revolución, tenemos varias cosas que están funcionando un poco, pero tenemos que descubrir cómo hacer que funcionen de manera consistente en todos los pacientes.

El tipo de vacuna que más entusiasmará a las compañías farmacéuticas será el que se dirige a las mutaciones comunes en los tumores”
Robert Schreiber, inmunólogo

P. ¿Cómo está la investigación de las vacunas contra el cáncer?

R. Fuimos uno de los primeros laboratorios en demostrar que, si se secuencia un tumor, se identifica las mutaciones y se predice cuáles de esas mutaciones son buenos antígenos para las células T, se podría hacer una vacuna, vacunar a un animal portador de tumores y hacer que rechacen su tumor. Y eso ha sido llevado a la clínica y hay varios grupos en todo el mundo que están tratando de hacer esto. Pero demostramos esto con vacunas que se fabricaron con péptidos que incluían la mutación a la que nos dirigíamos y había de 10 a 20 en el paciente: el problema era que se trataba de vacunas altamente personalizadas, de modo que la única persona en el mundo que se beneficiaría de esta vacuna sería esa persona que secuenciamos.

Y la Big Pharma odia esta idea porque no les gusta lo personalizado. Ellos quieren [medicamentos] generalizados. Una idea que nos ronda, ahora que hay más grupos trabajando en esto y secuenciando, es que estamos encontrando mutaciones que se ven en más de un paciente. El grupo de Steve Rosenberg, por ejemplo, descubrió que el gen KRAS está mutado en el 20% de los tumores humanos y puede ser un antígeno que podría usarse en una vacuna para muchas personas. Creo que el único tipo de vacuna que más entusiasmará a las compañías farmacéuticas serán el de las vacunas que se dirigen a las mutaciones comunes en los tumores.

P. Siendo realista, ¿podremos ver desaparecer el cáncer o más bien verlo convertirse en una enfermedad crónica?

R. Mi sensación es que creo que estamos a punto de ver el cáncer como una enfermedad crónica, aunque agrupamos todo en el gran término de cáncer, y hay tantas diferencias… Pero, ciertamente, diría que, para algunos tipos de cáncer, nos estamos acercando a convertirlo en una enfermedad crónica. De vez en cuando, ves a estos pacientes cuyos cánceres nunca regresan y es fantástico, pero creo que tenemos mucho más que aprender antes de que podamos decir que podemos curarlo. Por eso tenemos tanto cuidado con el uso de la palabra curar.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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