Rafael Bengoa: “En Occidente tenemos que aprender que Oriente ha gestionado mejor la pandemia”
El codirector de The Institute for Health and Strategy entiende que la tecnología ha ayudado a combatir el coronavirus, aunque de una forma tan desorganizada que de poco servirá ante emergencias futuras
La salud lleva en el centro del debate mundial desde que descubrimos la palabra coronavirus. Y aún queda bastante tiempo hasta que pase a un segundo plano. Las exigencias y necesidades de un sector tan indispensable para toda la sociedad han cambiado a marchas forzadas por la pandemia. El riesgo ahora mismo es que no sirva de nada tanto esfuerzo y dinero invertido. Como explica durante el segundo día del Retina Reset Rafael Bengoa, codirector de The Institute for Health and Strategy, bien haríamos en Occidente si aprendiéramos cómo en Oriente han gestionado mucho mejor la crisis de la covid. “El cóctel que han utilizado de apps, control epidemiológico de rastreo y sensibilidad social ha logrado un cambio mayor que el nuestro. Debemos explorar si esto es una herramienta para una futura emergencia u oleada”, razona durante su intervención en el evento impulsado por Santander y Telefónica, y patrocinado por Accenture, Novartis, Philip Morris, Renfe,Uniry Red Eléctrica de España.
El aspecto más positivo de poner patas arriba un mundo entero es que se presenta una oportunidad como nunca antes de redefinir y evolucionar un pilar como el sistema sanitario. Beatriz González, catedrática de métodos cuantitativos en economía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, aclara que conviene diferenciar a partir de ahora entre sanidad y salud. Según argumenta, la salud se genera con políticas sociales contra la pobreza, protegiendo el medio ambiente y permitiendo el acceso a viviendas dignas. “Estamos ante una sindemia, una interacción entre biología y lo social. La raíz del problema no está únicamente en el virus, sino en el conjunto del sistema social”.
Otra de las lecciones extraídas durante estos últimos meses es que la cooperación debe ser una pieza fundamental del combate contra futuras emergencias. Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes y profesor en los departamentos de microbiología y medicina del Hospital Monte Sinaí, no duda en afirmar que la desconfianza entre países ha favorecido la expansión del virus, dejando aparcado lo más elemental que ha demostrado, que esto se trata de un problema global. “La covid-19 no va de ningún país en exclusiva. Aparte, la Organización Mundial de la Salud no tiene suficientes recursos para atajarla. Hace falta otro tipo de pactos u organizaciones capaces de cooperar internacionalmente y frenar pandemias”.
Una idea que sobrevuela el debate, y que González concreta, es la de cómo la tecnología ha sido una herramienta de gran valor para este tiempo tan convulso. En su opinión, la inteligencia artificial, el big data y la telemedicina se han acelerado en el campo de la salud como jamás había sucedido antes. En España, por ejemplo, se ha podido intercambiar la información de las historias clínicas de los pacientes entre los sistemas de las diferentes autonomías. Por no mencionar que las grandes bases de datos genómicas se han puesto al servicio de la comunidad científica para seguir la evolución del virus. “Las primeras vacunas están avanzando tan rápido gracias a la innovación tecnológica. Es el caso tanto de la de Pfizer como la de Moderna”, precisa García-Sastre.
Menor privacidad
Con la vista puesta en el largo plazo, en la llegada de otras pandemias o emergencias similares, García-Sastre tiene claro que las sociedades han de renunciar a una parte de su privacidad —así ha quedado patente en países asiáticos como Corea del Sur, Singapur y China—. “Es esencial para que alguien rastree los contactos y sepa lo que está pasando. Obviamente, hace falta un marco normativo que regule todo esto. Hace falta un debate en el que exponer las ventajas y los inconvenientes; pero tengamos claro que esto es igual que cuando un país invade otro”, zanja.
Ante un futuro tan incierto, Bengoa teme que ocurra lo mismo que en crisis anteriores, que desaprovechemos nuevamente la oportunidad de reconfigurar el modelo sanitario y social que exige este siglo. Un primer paso, tal y como lo interpreta, sería despolitizar la sanidad, dejando la gestión y la organización en manos de los profesionales del sector. En definitiva, que ellos mismos controlen más su propio entorno. “Necesitamos unos políticos que sepan manejar la complejidad, como combinar ciencia con política. Tenemos mucho que aprender si queremos estar prevenidos y preparados ante pandemias venideras”, concluye.
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