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Cómo reducir el impacto del cambio climático en la agricultura

A medida que el clima cambia, los agricultores tienen que adaptar sus cultivos y utilizar la tecnología para poder seguir alimentando al planeta

Campos de maíz en el estado de Sinaloa, México.
Campos de maíz en el estado de Sinaloa, México.Getty Images

Durante agosto y septiembre, he pasado mucho tiempo hablando con agricultores y técnicos de campo de México y Perú. Una de las cosas que he percibido es que tienen más interés en la tecnología del que parecen tener los agricultores españoles. Aunque quizá sea porque no les queda más remedio que utilizar todas las herramientas a su alcance para poder seguir cultivando.

En México, el cambio climático se está notando especialmente. El trigo requiere frio y en algunas zonas lo están sustituyendo por maíz porque ya no se puede cultivar. En Sinaloa nunca hubo heladas y ya llevan varios años con miles de hectáreas afectadas.

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Durante los meses de otoño e invierno, los frutales necesitan de una acumulación de horas de frio para salir del estado de reposo. En Chihuahua no hay suficientes y tienen que apoyarse en compensadores de frio.

Por otro lado, el estrés hídrico influye sobre la diferenciación del sexo floral a los 24-30 meses. Sólo entonces el agricultor descubre que su planta no tiene inflorescencias hembra, que son las que producen los frutos. Un sistema de riego gestionado podría evitar esto pero, en México, sólo una cuarta parte de la superficie cultivada tiene sistemas de riego. Se estima que una hectárea con riego puede ser tres veces más productiva que una de temporal.

Allí, los agricultores están empezando a utilizar software como el español Cultiva Decisiones, de la compañía en la que trabajo, o el mexicano de Agropro para monitorizar sus cultivos. Gracias a imágenes de satélite, que permiten obtener mapas de humedad, o con sensores que miden la humedad del suelo, saben las necesidades reales de sus plantas.

Gracias a imágenes de satélite y sensores que miden la humedad del suelo, los agricultores saben las necesidades reales de sus plantas

Además están encontrando otras utilidades a la disponibilidad de información en tiempo real. Allí hay muchas explotaciones de más de 500 hectáreas. Antes, el técnico de campo se daba una vuelta para ver posibles problemas. Pero recorrer completas 500, 1.000 ó 5.000 hectáreas era complicado. Ahora, abren su software, echan un vistazo a la imagen del satélite y a la vista del índice NDVI planifican las visitas de toda la semana.

En Perú ya utilizan este tipo de imágenes para controlar por ejemplo, el cultivo de aguacate. Sin embargo, esto no es posible con el café. El café es el primer cultivo para exportación del Perú y el que más se siembra en todo el país. Como se cultiva en zonas con árboles, que producen una sombra densa, esto impide el uso de imágenes de satélite. En 2013, un hongo conocido como la Roya Amarilla del café (Hemileia vastatrix) devastó el 60% de los cultivos a nivel nacional. Este hongo solo se puede controlar cuando se detectan las esporas, ya que si germina el hongo, solo quedaría arrancar la planta. Investigadores de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) están desarrollando un sistema de diagnóstico automático aplicando técnicas de procesamiento de imágenes cercanas y aprendizaje de la máquina.

La agricultura contribuye enormemente a la emisión de gases de efecto invernadero, siendo responsable de más del 13% de las emisiones globales. Las más importantes son las de óxido nitroso (N2O), producido en los suelos a partir de los fertilizantes nitrogenados, con un potencial casi 300 veces más alto que el CO2. Este exceso de nitrógeno influye también en la acidificación de los suelos y contaminación de las aguas dulces y costeras.

Una de las líneas de trabajo consiste en la fertilización variable. El Grupo de Percepción Artificial (GPA) del CSIC trabaja en el diseño y desarrollo de sistemas que permita reducir el gasto en agua y productos químicos mediante una distribución automática de productos adaptada a la variabilidad de los cultivos. Es decir, aplicar según las necesidades específicas en cada punto concreto.

También el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL) ha desarrollado métodos y herramientas para la realización de este tipo de recomendaciones utilizando información de diversas fuentes: los monitores de rendimiento de la cosechadora, analíticas de suelo e imágenes de satélite. Las prescripciones obtenidas son cargadas en las máquinas agrícolas para la aplicación efectiva del producto (semilla, fitosanitario o fertilizante).

La tecnología aplicada al campo va dando pasos de gigante, pero dada la creciente demanda de alimentos por el aumento de la población y los peligros relacionados con el cambio climático, ¿será suficiente rápida para redirigir el camino hacia la productividad sostenible?.

 Miguel Fuentes es Consultor de negocio de SERESCO

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