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Construyendo un futuro sostenible mediante la inteligencia artificial

El desarrollo de la IA seguirá polarizándose y el debate sobre su regulación continuará. Más allá de las preocupaciones, están las oportunidades para la construcción de un futuro más sostenible

Cuando Jim Al-Khalili llegó a la escena pública como nuevo responsable de la British Science Association, su mensaje fue claro: la evolución de la inteligencia artificial estaba siendo bastante más rápida que los debates morales y políticos que la rodeaban. Aunque no hay escasez de personas que expresen su preocupación por el progreso de la IA, hay muchos evangelistas deseosos de señalar el gran número de posibilidades que pueden beneficiar a la humanidad, como permitirnos trabajar menos y de manera más inteligente, hecho que implica unos niveles de esperanza de vida más largos.

Conocida como la Cuarta Revolución Industrial, en el Foro Económico Mundial, se la ha descrito como la fusión de los mundos físico, digital y biológico, como una gran promesa que puede ayudar a las personas, las empresas y las comunidades a unirse. En este nuevo y desafiante mundo, ¿ayudará la inteligencia artificial a construir un futuro más sostenible?

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Los efectos de inteligencia artificial están ya a nuestro alrededor, desde la voz de Siri en los iphones hasta el filtro de spam de nuestras cuentas de correo electrónico. La inteligencia artificial con la que estamos acostumbrados a tratar en nuestros teléfonos y ordenadores portátiles se denomina inteligencia artificial estrecha o débil, ya que puede realizar una tarea funcional como conducir un coche o reconocer una matrícula. La siguiente etapa es un desarrollo significativo de esto: la Inteligencia General Artificial (AGI, por sus siglas en inglés). Se trata de una inteligencia más flexible, parecida a la que desarrollan los seres humanos, y capaz de realizar una serie de tareas diferentes en las que la razón también entra en juego. El momento que se contempla para el inicio de AGI será cuando aparezca en nuestras televisiones, como los cyborgs de la película Terminator. Aunque el debate sobre las implicaciones de AGI ya ha comenzado, la realidad es que la mayoría de los científicos no creen que se desarrolle para su uso hasta dentro de unos 30 o 50 años.

Las preocupaciones sobre el progreso de la inteligencia artificial están bien documentadas. Al igual que cuando las sociedades pasaron de las economías agrícolas a las industriales, habrá un cambio en la naturaleza de los empleos de las personas, pero no necesariamente en número. Un estudio publicado recientemente por Accenture descubrió que se están creando nuevas categorías de puestos de trabajo, como los de los formadores, con el fin de hacer frente a la transición.

Más allá del lugar de trabajo, los beneficios de la digitalización van desde la asistencia sanitaria hasta la asistencia en caso de catástrofe. Actualmente, los satélites de la NASA exploran la Tierra una vez al día para detectar incendios forestales que aún no han sido reportados y los detectan por medio de imágenes térmicas. Mientras tanto, el Laboratorio de Inteligencia Artificial de Stanford ha creado un algoritmo que puede reconocer el cáncer de piel tras incluir con 130.000 imágenes a un sistema, de modo que el diagnóstico se pueda realizar de forma remota a través de un teléfono inteligente. Son proyectos como estos los que sirven para ilustrar claramente cómo el avance de la inteligencia artificial ayudará tanto a la salud del planeta como a los que viven en él.

Algunos de los beneficios que se han identificado, como la reducción de la interacción humana en un proceso, son conceptos que muchos identificarían como problemas. Cuando un coche Tesla colisionó en California el año pasado, matando a su conductor, la idea de que la inteligencia artificial pueda operar sin errores fue inmediatamente puesta en duda.

Otro problema es la idea de que la inteligencia artificial nos absolverá de toda responsabilidad, que simplemente podremos echarle todas las culpas a las máquinas. Es aquí donde la regulación y las obligaciones legales estarán en el foco mientras la ciencia continúa su desarrollo.

El desarrollo de la inteligencia artificial seguirá polarizándose y el debate sobre la regulación continuará. Pero más allá de las preocupaciones, están las oportunidades para el avance de la igualdad y la construcción de un futuro más sostenible para la humanidad. Es a través de la inversión en empresas que están avanzando en los límites de la ciencia médica y la salud para todos, creando sistemas que aumentan la eficiencia en los supermercados, bancos y tiendas que permitirán a los trabajadores centrarse menos en la revocación y más en pensar que vamos a construir un futuro mejor y más sostenible para el planeta. Sin duda, la sostenibilidad es el futuro de los negocios.

José Couret es managing director de Lombard Odier en España.

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