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Firma invitada

La revolución de los datos

Se podría hablar de tres etapas en esta revolución de los datos, que es lo que verdaderamente está impulsando la transformación digital

El progreso de la sociedad a lo largo de la historia nace del caos que se genera por circunstancias específicas en cada momento, que demandan acciones rompedoras. Basta ver la revolución francesa a finales del siglo XVIII o la aparición de la imprenta en el año 1440 por Johannes Gutenberg tras muchos años de irse fraguando en ambos casos una necesidad concreta de cambio sustancial.

En los últimos 20 años estamos viviendo otra situación de cambio muy interesante y que va a llevar a nuestra sociedad a otro escalón, en su evolución a lo largo de su historia. A finales de los noventa emerge ya con fuerza internet y hace ahora 15 años aparece Facebook, que marca un antes y un después en el mundo de las redes sociales. Pero todo ello se enmarca en un cambio superior, que se está aún perfilando, y que se deriva de la revolución de los datos que, desde hace dos décadas, estamos viviendo a pasos acelerados.

De forma sencilla, pero al mismo tiempo muy gráfica, se podría hablar de tres etapas en esta revolución de los datos. La primera la bautizaríamos Big Data y recoge el período en donde se produce una aceleración por disponer de toda la información, sita en muchísimos archivos en una única piscina de datos de fácil acceso. Este paso lo han experimentado no sólo empresas y organismos públicos, que han invertido ingentes cantidades de dinero en este proceso, sino también las propias personas físicas que, gracias a una tecnología cada vez más accesible, les permite almacenar en un mismo sitio, con altos niveles de seguridad, todos sus ficheros y disponer de dicha información personal de forma mucho más sencilla y rápida.

Esta primera etapa ha conseguido reducir sustancialmente el caos al que caminábamos con cada vez más y más información en silos desconectados, pero al final de la misma ha disparado el interés por extraer valor de las piscinas de datos, que de forma rápida emergen tanto a nivel individual, principalmente empresas de todos los sectores, como a nivel más global de las piscinas de datos que suponen las distintas redes sociales más y más interconectadas. Esto ha dado pie a la segunda etapa, en la que nos encontramos dentro de la revolución de los datos que la identificaremos como la de la Inteligencia Artificial. En el fondo se trata de diseñar y poner en marcha algoritmos que se alimenten de la información ahora mucho más fácilmente disponible para elaborar algo de interés y, en muchas ocasiones, también de valor concreto. Así, en el sector financiero proliferan herramientas de credit scoring que, de forma automática, permiten autorizar o no solicitudes de préstamo por parte de los clientes. Igualmente, en el sector farmacéutico y de salud en general la explotación de la información está permitiendo avanzar con celeridad en la detección de enfermedades, así como en el análisis de elementos para su tratamiento eficaz.

Sin embargo, esta etapa está generando un nuevo caos al dispararse la generación de inteligencia, en muchos casos desordenada y sin control, de las piscinas de datos cada vez más fácilmente accesibles por cualquiera. De ahí que, en estos últimos años, se hayan disparado los requisitos para el uso de información y proteger así a las personas de su utilización fraudulenta y para objetivos no deseados.

Y con ello llegamos a la tercera y última etapa de esta revolución de los datos, que aún no ha acuñado un nombre, pero es la que va a situarnos en un nuevo escalón dentro de la evolución de la humanidad. Centrándome en el mundo de la empresa, esta tercera etapa es la que impulsará de verdad lo que en estos últimos años se está bautizando como transformación digital y que aún le cuesta tomar forma de verdad y mostrar todos sus impactos en ingresos, costes y calidad. En concreto, esta tercera etapa emergente perseguirá la distribución de la inteligencia derivada de toda la información que la entidad disponga, tanto estructurada como no (ej.: grabaciones, videos, emails, blogs), a todos los niveles de la organización de forma inmediata. Esta capacidad bien implantada permitirá a la entidad conocer en cada momento la situación de las distintas variables clave, entenderlas rápidamente y dibujar medidas de mejora eficaces, aunando las directrices de actuación desde la cúpula organizativa, hasta los puntos donde se deben ejecutar las medidas. Además, se dispondría con celeridad de los resultados derivados y de las palancas para su optimización.

Ya empiezan a emerger herramientas que se podrían enmarcar en esta tercera etapa y que terminarán de darle forma y nombre. En este sentido, los próximos años serán apasionantes para configurar un mundo que esperemos sea mucho mejor.

José Luis Cortina es presidente de Neovantas 

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